Gobierno-PRI, “matrimonio por conveniencia”
La pugna entre el gobernador Manuel Velasco Coello y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) continúa. No se ha resuelto del todo la disputa por el control político del estado y las estridencias de los forcejeos resuenan periódicamente en los medios.
El domingo pasado, durante la inauguración de un torneo estatal de futbol, Velasco le dijo a los priistas chiapanecos y a su dirigente Roberto Albores Gleason, que “el único líder es el presidente de la República, Enrique Peña Nieto”. Traducido al contexto local, esa parte del discurso quiere decir que MVC ya se olvidó de la aportación decisiva del tricolor para que ganara la gubernatura en el 2012 y que no reconoce ese liderazgo que el PRI se adjudica al considerarse fuerza mayoritaria.
En su versión más antidemocrática, pues recurre a prácticas del viejo presidencialismo mexicano, el gobernador se escuda en Enrique Peña Nieto para poder seguir consolidando su estrategia totalizadora que le permita hacer viable un proyecto hegemónico del Partido Verde Ecologista de México, primero en Chiapas y luego a nivel regional.
La creación de dos partidos progobiernistas (Mover a Chiapas y Chiapas Unido) con los cuales aliarse en las elecciones del 2015, así como la perpetua campaña publicitaria oficial a favor del “Verde”, son pruebas fehacientes. Y bajo estas circunstancias, el PRI ha dejado de ser un aliado estratégico para convertirse en un aliado por conveniencia.
Cuando los priistas aceptaron como candidato de la alianza con el PVEM a Manuel Velasco, lo hicieron por “recomendación” de Peña Nieto y en el entendido de que además de las posiciones de poder otorgadas se les permitiría fortalecerse para ampliar su influencia con miras a próximos comicios, sobre todo a los del 2018. Sin embargo, lo que perciben en el actual gobierno son acciones políticas encaminadas a desplazarlos a un segundo plano. Por eso aquella exigencia a MVC de “respeto y respaldo” que lanzó el dirigente nacional del PRI, César Camacho Quiroz en una visita que hizo al estado a fines de mayo.
Lo que hoy sostiene la “alianza” PRI-PVEM en Chiapas son los intereses creados, la figura de Peña como árbitro y la necesidad de mantener un clima de gobernabilidad aceptable en el que puedan operar sus planes electorales. Sin embargo, nada garantiza que este “matrimonio fingido” continúe por largo tiempo. En la medida en que se acerquen los periodos de designación de candidatos y de campañas, las desavenencias, las incompatibilidades y los reclamos se harán más evidentes, sobre todo porque el trasfondo de la pugna está quién ganará la facultad de elegir al próximo candidato a la gubernatura.
Si la trinidad progobiernista se impone en las elecciones del próximo año, Manuel Velasco y los grupos de poder que lo sostienen tendrán el control del juego sucesorio. De lo contrario, será el PRI quien tome las riendas para forjar el ascenso de un aspirante salido de sus filas.
Por todo lo que está en juego, en estas circunstancias el riesgo de una ruptura es latente. Lo preocupante es que las condiciones de gobernabilidad del estado no son las más idóneas y cualquier conflicto político en el contexto electoral puede resulta explosivo. Sólo basta mirar al pasado reciente y sondear el estado de la conflictividad en el estado, para poder intuir que la violencia puede desatarse, sobre todo en municipios indígenas.
Pertinente es advertir también que los partidos políticos siguen conduciéndose en la dinámica autoritaria que los ha alejado de la sociedad. No hay principios democráticos ni proyecto social; la base militante, los ciudadanos, son prescindibles en su desbocada ambición de poder. La pugna entre el gobernador Manuel Velasco y la dirigencia del PRI, tiene esas características. Por eso en un conflicto partidista se apela a la figura presidencial para resolverlo, no a la militancia, no a los canales institucionales internos donde debieran saldarse esos diferendos.
MALA JUNTA.- Itzel de León Villard no debió llegar a la Junta de Coordinación Política del Congreso local, pero se incrustó en ese importante órgano de gobierno del Poder Legislativo. Carecía de experiencia, de carrera partidista y de aptitudes para generar amplios consensos entre los integrantes de las fracciones parlamentarias, sin embargo, tenía lo sustancial en un sistema donde no existe la real separación de poderes: el apoyo del gobernador; y un poco más… la anuencia de Leticia Coello y pertenecer a un clan familiar de gran peso en la administración actual y con notable influencia en las cúpulas de varias siglas partidistas, entre ellas el gobernante PVEM.
Desde que se aproximaban los cambios, su partido, Acción Nacional, no quería que fuera ella quien llegara a esa posición. Pese al rechazo, De León no declinó y como coordinadora de la fracción parlamentaria de su partido asumió por ley la titularidad de la Junta. Dos semanas después, la dirigencia estatal blanquiazul arremetió de nuevo y nombró a la diputada Gloria Luna como jefa de la bancada panista. En automático, Itzel quedaba desplazada. Sin embargo, Luna nunca fue reconocida. Le quedó bastante claro quién manda en el Congreso.
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POR DIOS AMIGOS YO LO ÚNICO QUE QUIERO ES QUE LAS FUERZAS POLÍTICAS SE UNAN PARA MEJORAR A CHIAPAS, EN LO PRIMERO QUE DEBEN PENSAR ES EL CAMPO CHIAPANECO PARA MEJORAR TODO LO DEMÁS HASTA HOY LA POLÍTICA DEL CAMPO SIGUE IGUAL Y NADIE LO HA CAMBIADO AL IGUAL QUE LO DEMÁS HABLANDO E INFINIDAD DE APOYOS Y COSAS QUE CAMBIAN VIRTUALMENTE Y NO CAMBIAN NADA CUANDO HABRÁ REALMENTE UNA POLÍTICA QUE EN REALIDAD SAQUE DE ESTA CRISIS AL CAMPO SERA UNA BUENA PROPUESTA Y ALTERNATIVA DE TRABAJO….HASTA HORITA SOLO VEO QUE TODOS LOS APOYOS VAN A LOS QUE MAS TIENEN Y NO JALAR PAREJO A LOS QUE NECESITA EN REALIDAD ESA MANO PARA IMPULSAR MEJOR EL CAMPO,,,,,