Estrategia perversa de vincular a normalistas con el crimen organizado
Una estrategia perversa de vincular a los normalistas de Ayotzinapa con el crimen organizado ha empezado a difundir el gobierno a través de sus periodistas incondicionales.
Con esa posible salida se le facilita la tarea a la Procuraduría General de la República y se limpia un poco la imagen a Enrique Peña Nieto, porque las conclusiones a que se llegarán es que hubo un ajuste de cuentas, que algunos líderes normalistas tenían nexos con el narcotráfico.
Se dirá que no eran todos, que de los seis muertos y los 43 desaparecidos, uno o dos se las arreglaban con Guerreros Unidos o con la Tuta o con los Zetas y que de ahí la venganza.
Es una estrategia perversa porque se dejará a un lado las razones de Estado que pudieron pesar en estos crímenes. No puede ocultarse que ha existido, desde Vicente Fox hasta la fecha, una política por acabar con las escuelas normales rurales, principalmente por lo contestatarias y poco complacientes con el sistema.
En Chiapas el tiro de gracia al sistema de internado de la Escuela Normal Rural Mactumatzá lo disparó Pablo Salazar Mendiguchía. No hubo derramamientos de sangre pero fue un trabajo sucio y burdo que empañó su gestión.
Diego Osorno, premio Nacional de Periodismo, afirma que los normalistas de Ayotzinapa han sido atacados por grupos paramilitares desde la administración de Carlos Salinas de Gortari, y que un periódico dependiente del gobierno del estado de Guerrero, tituló en sus ocho columnas “Por fin se pone orden”, un día después de la desaparición de los estudiantes.
La visión que tiene ese periodista de los normalistas contrasta totalmente con la visión tradicional del gobierno: “los alumnos son jóvenes de origen humilde y muy estudiosos, que en promedio leen dos o tres libros por semana, más allá de su material de clases, y que además están interesados por los problemas sociales y políticos de su entorno. Es decir, son estudiantes informados y críticos, que además suelen ser tan idealistas y consecuentes con lo que piensan que buscan hacer algo para cambiar las cosas”.
Ante la fallida tarea del gobierno, no es raro que ahora se busque involucrar a los normalistas con organizaciones criminales; si se concreta esa acción será un doble crimen, porque el Estado ha permitido, hasta con apoyo del Ejército, ataques sistemáticos a los estudiantes de Guerrero.
¡Excelente!