Del hijo y del espíritu, nace el Bullying

Un niño bolero espera junto a la catedral de San Cristóbal de las Casas. Foto: Elizabeth Ruiz

Un niño bolero espera junto a la catedral de San Cristóbal de las Casas.
Foto: Elizabeth Ruiz

 

 

En una sesión de clases de lengua y cultura tsotsil que estoy impartiendo, unas compañeras del grupo hicieron varios comentarios que me dejaron triste y con mucha reflexión. Estos comentarios se refieren a la difícil situación de discriminación que siguen viviendo las niñas y niños indígenas en sus propias escuelas, y en otros espacios públicos y privados aquí en Chiapas, al igual que en otras partes del país. Este problema del racismo, como es sabido, tiene un origen histórico que surge desde la colonización de nuestras tierras y ha sido uno de los problemas más graves de violencia que siguen viviendo los pueblos indígenas.

 

Es triste saber que muy pocas instituciones gubernamentales están haciendo algo para prevenirlo sin tomar las medidas necesarias para erradicarlo, a pesar de su gravedad. La lucha de personas y de grandes movimientos sociales (como el del EZLN, que llevó a la firma de los Acuerdos de San Andrés en 1996) ha sido una presión a los gobiernos federal y estatal para aceptar compromisos que lleven a eliminar cualquier tipo de discriminación hacia los pueblos indígenas. Aún con todo ello, tuvieron que pasar muchos años para que se creará el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED). Este Consejo es la entidad pública que tiene a su cargo la prevención de la discriminación, aunque las facultades con las que cuenta limitan mucho su incidencia real en las políticas públicas de otras instituciones sociales y gubernamentales, pues no tiene jurisdicción para aplicar sanciones frente a este tipo de violencia. Desgraciadamente muy pocos Municipios, Estados y entidades gubernamentales están tomado en cuenta esta lucha. Lo mismo se puede decir del sistema educativo que no ha tomado en serio las tareas del CONAPRED.

 

Hace apenas algunos meses, gracias a las redes sociales, se empezó a visibilizar el bullying. Desde entonces se volvió una «moda» para muchos que cualquier político y algunos medios de comunicación hablen al respecto para, según ellos, abatirla y erradicarla. Así, en muchos casos solo se utiliza como pretexto para hacer campaña o simplemente para sumar más audiencia. No veo con malos ojos esta lucha. Lo que sí es vergonzoso es que, frente a la gran cobertura, propaganda e inversión que le dan a un tema que se ha vuelto tan mediático y que ha ocurrido desde siempre (y que ocurre todos los días), es poco lo que se hace para atacar el problema desde su raíz y su origen. Es evidente que el bullying es el hijo del racismo y la discriminación. Es la consecuencia de haber convalidado por años estas actitudes en nuestra vida social y ahora se ha naturalizado al interior de las familias, provocando este tipo de actitudes en los niños. Otro aspecto que es racista, es su nombre mismo: viviendo en México y con un idioma tan florido y con muchas posibilidades como lo es el castellano, se utiliza un vocablo anglosajón para nombrarlo. Eso también discrimina la lengua oficial de la mayoría de los mexicanos.

 

Considero que si los medios de comunicación, los políticos, la sociedad civil y otras dependencias e instituciones realmente se preocuparan por la situación de rechazo, maltrato y desprecio que viven las personas y en particular las niñas y los niños en las escuelas y en su vida social, tanto por su condición étnica, de género, política, sexual, económica, religiosa y otras, deberían de hacerse campañas contra la discriminación y el racismo, que son problemas reales, históricos y que se viven de manera muy frecuente en todo el país.

 

El sistema educativo tiene pendiente asumir su responsabilidad para combatir esta problemática creando materias especificas sobre ese tema, programas en los medios de comunicación y talleres de formación en torno a esta temática para los servidores públicos y privados. En Guatemala, después de los acuerdos de Paz, firmados en México en 1996, se penalizó el racismo y en algunas universidades forma parte como materia en el programa de estudios. También considero que el sistema jurídico nacional debería tomar cartas en el asunto para proponer normas que penalicen este tipo de actitudes para que realmente se pueda erradicar.

 

Regresando al comentario de las compañeras en la clase, una de ellas nos habló sobre su experiencia en un internado para niños indígenas: en sus actividades diarias y durante su estancia al interior del albergue, su anterior directora, aun siendo indígena, había prohibido a los niños hablar en su lengua y usar sus trajes. Además, para la graduación, la directora mandó hacer los trajes para las niñas y los niños. Para ellas, eran vestidos tipo princesa imitando a la muñeca Barbie, y para los niños un traje que no tiene nada que ver con su cultura. Esta actitud de racismo es similar a la que han adoptado varios candidatos políticos, como es el caso de algunos del Verde Ecologista: en una graduación prácticamente disfrazaron a las niñas indígenas tsotsiles con trajes verdes de princesa buscando también asemejar a la muñeca Barbie y, además, regalaron a cada una de ellas la muñeca rubia, delgada y con su traje de princesa, pretendiendo con eso generar un estereotipo de mujeres que beneficia al sistema comercial y de consumismo. De la misma forma está ocurriendo con los apoyos de útiles escolares y los uniformes (verdes) para las escuelas públicas en Chiapas. La mayoría de las veces se usa para exaltar al presunto gobernador del Estado y además sirve para promover las campañas políticas de su partido, sin tomar en cuenta que esos beneficios para las escuelas y para los niños y las niñas fue el resultado de los meses de lucha de los maestros.

 

Otro modo de expresión de este racismo por parte de los políticos y muchas empresas es la forma en que exhiben sólo la imagen bella de las cultura y pueblos indígenas: donde se presenta como simple mercancía para ofrecerla al turismo y se omite presentar la situación social de marginación que estos pueblos padecen. Viene a mi mente, también, lo que ocurrió hace unos meses cuando un político chiapaneco contrató modelos extranjeros para exponer los trajes indígenas fuera del estado. O el uso exhibicionista que hacen muchos políticos al utilizar los trajes indígenas sin saber el valor histórico, moral y de identidad que con el paso del tiempo nosotros como pueblos indígenas le hemos ido dando para apropiárnoslo. O las actitudes de muchos indígenas que venden y prostituyen su cultura con las empresas o con el mismo gobierno para recibir una migaja de dinero con proyectos turísticos y otros a modo de ayuda asistencialista.

 

Lamentablemente, entre los pueblos indígenas se ha asumido un paternalismo estatal denigrante y un autodesprecio a su dignidad como personas. En buena medida ello ha sido consecuencia de estos programas sociales asistencialistas que el gobierno ofrece a las personas con la finalidad de controlarnos y como estrategia de contrainsurgencia para evitar todo tipo de organización popular. Así, en muchos pueblos y comunidades hasta se pelean por una gorra, un paraguas, una playera, una torta o cualquier miseria que los políticos tiran al pueblo a modo de basura para que sean apoyados en sus campañas. Muchas personas reciben felices esos «regalos» porque a falta de empleo y de dinero, un regalo no les cae tan mal, pensando desde la situación de miseria en que se vive.

 

Estas actitudes denigrantes y de humillación hacia las mujeres, niñas y niños indígenas, es otra de las estrategias de las políticas neoliberales para el sometimiento cultural homogeneizador. Quienes diseñan este tipo de estrategias tienen muy claro que las mujeres indígenas son una fuente de conocimiento y de resistencia frente a este modelo neoliberal. Las mujeres indígenas son las que aún conservan muchos elementos de nuestra cultura: son las que mantienen nuestras lenguas; las que aún conservan, tejen y bordan los bellos y coloridos trajes; las que han luchado también para defender y exigir sus derechos, como se expone en la ley revolucionaria de mujeres zapatistas. Así también, muchas mujeres son las que han luchado y defendido la Madre Tierra, las que conocen y saben sobre el crecimiento tanto de las plantas como de sus hijos, hermanos, nietos… Son las que cuentan y las que cantan a las estrellas.

 

Por ello, por todo este conocimiento que guardan las mujeres, el sistema educativo y todo el sistema neoliberal tratan de integrarlas al mercado del consumismo para el negocio de las grandes empresas. Los hombres indígenas, somos quienes, desgraciadamente, hemos caído primero en este vicio del consumismo y de seguir los parámetros de las modas occidentales en la forma de vestir, de pensar y de actuar, absorbiendo solo la parte negativa. Es triste ver que en muchos de los casos somos los hombres (maridos, padres, hermanos, novios…) quienes obligamos a nuestras compañeras mujeres a dejar de vestir su traje, a dejar de hablar su lengua, a no prepararse intelectualmente y también, en muchos casos, las mujeres madres son obligadas a no hablarle en lengua indígena a sus hijos.

 

De esta manera, estas actitudes de racismo y discriminación hacías los niños indígenas son un ejemplo de cómo el sistema neoliberal, expresado tanto en la educación como en otros muchos espacios, induce el desprecio hacia el origen étnico y cultural de las personas para someterlos a un modelo de vida y de educación para el servilismo. Por eso, si se invierten recursos en campañas contra el bullying ¿por qué no se invierten en campañas para luchar contra la EL RACISMO Y LA DISCRIMINACIÓN? El bullying es el hijo de ese par de aberraciones históricas que se viven en este «mágico» Estado de Chiapas y en este país que se llama México.

Cantemos al amor

Cantemos a la vida

Sembremos la esperanza

Luchemos por la unidad

Dancemos al sol…

xunbetan@gmail.com

One Response to “Del hijo y del espíritu, nace el Bullying”

  1. baltazar zanabria sol
    17 octubre, 2014 at 17:54 #

    Los indígenas son usados únicamente para postales turísticas, comerciales de televisión, los partidos y candidatos políticos los usan para tomarse la foto y «ganarse» en lo que dura su mandato el favor de estos indígenas a bases de migajas. Sin embargo no toda la culpa la tiene «el compadre», sino el indio también al aceptar tantas porquerías que el gobierno regala. si los indígenas son tan buenos para hacer negocios y trabajar, no me explico como demonios se dejan convencer por esos zánganos del gobierno. Su dignidad vale, lo que un paraguas, playera o gorra con la insípida figura del gobernador en turno.

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