«Modernizar» Tuxtla, sin imaginación
Rediseñar una ciudad viva, requiere
imaginación: Jane Jacobs, urbanista.
¿Qué ganamos los ciudadanos con la “modernización” de Tuxtla Gutiérrez?
Nada.
Al contrario, hemos perdido muchas horas en los embotellamientos; hemos perdido dinero en reparar nuestros coches destrozados, hemos perdido empleo y visto disminuir las ventas en los negocios.
Pero el gobierno sigue en lo suyo. No escucha. No consulta. No toma en cuenta a los ciudadanos. Utiliza el dinero público como si fuera suyo y lo emplea en la promoción de su imagen.
La “modernización” de Tuxtla carece de planeación porque habrá un maquillaje urbano pero no incidirá en la fluidez de la movilización diaria de los ciudadanos.
Una verdadera modernización debió haber contemplado la creación de andadores peatonales y ciclovías, como una alternativa para dejar a un lado al automóvil. Pero no. Los camellones, que bien podrían haberse convertido en senderos para caminar o montar en bicicleta, quedarán cubiertos por los horrorosos triangulitos de Chiapas Nos Une.
Construir obstáculos para el peatón y para el ciclista es no pensar en el bienestar de los habitantes, tampoco pensar en la proyección de una ciudad futura.
Este gobierno recibiría nuestros aplausos, estoy seguro que generalizado, si hubiera pensado en el trazo de nuevas vías, pero por el contrario el proyecto del nuevo Libramiento Sur, que pasaría a orillas del cerro Mactumatzá, se ha detenido y quizá nunca sea recuperado. El otro libramiento, cercano a Suchiapa, está abandonado, y con nueve kilómetros sometidos al deterioro.
Dice gobierno del estado que las vías de Tuxtla son las mismas desde 1965, pero no es cierto. Patrocinio González Garrido, con todo que se critique su mano represora, proyectó una ciudad a 20 años, decía él. Construyó el Libramiento Norte y amplió la prolongación del Libramiento Sur hacia Terán. Pablo Salazar hizo poco por las nuevas vías en Tuxtla, a excepción de la prolongación del Libramiento Norte hacia la Carreta.
Juan Sabines, como era de esperarse, no construyó nuevas vialidades y abandonó el mantenimiento de las calles. La obra, por la que pensó que sería recordado “para bien”, era la del centro, pero hoy hasta su vástago político, Samuel Toledo al cuadrado, la critica. Dice que todo se hizo mal, que “hay cables de electricidad sostenidos con alambres”.
Manuel Velasco sigue por el mismo camino desviado. En lugar de pensar en la funcionalidad de la ciudad, ha antepuesto el maquillaje. La cara festiva y el oropel. Pero una obra así, que expulsa a peatones y a ciclistas, y que tampoco amplía espacios para los coches y camiones, es obvio que reciba la repulsa de la gente.
Estamos hartos. Estamos cansados de que estos políticos solo piensen en su bienestar y que no intenten conocer las necesidades de los ciudadanos.
Y todavía un diputado nos dice que ya no hablemos mal de Tuxtla, que eso denigra a nuestra ciudad. Debe quedar bien claro, sin embargo, que a quienes criticamos es al gobierno y no a esta ciudad a la que queremos y que ha visto llegar y marcharse a políticos y oportunistas que arriban cada seis años, que se apropian del presupuesto y se van.
Yo, como la mayoría de quienes hemos hecho de Tuxtla nuestra casa, queremos seguir viviendo aquí y queremos contribuir, con nuestros textos, y a veces también con nuestras acciones, a tener una mejor ciudad, pero las obras viales, que es la que nos da movilidad, la decide solo el gobierno, desgraciadamente.
el problema del mejoramiento de Tuxtla Gutiérrez, ha sido un verdadero caos pero en mi opinión no culpemos a nadie porque los que lo están haciendo, es lo mejor que pideron planear, pero su esfuerzo no fue el esperado por la poblacion de lo que se colige que viene arrastrando patrones mentales que les fueron implantados y que para poder cambiar las cosas deber hacer a un lado costumbres y planeasiones anteriores, no debiendo ser óbice que se le dio la oportunidad a uno de los tuxtlecos para que realizara el encargo y bueno pues que no nos quede mal Bayardo
Tambien perdimos la verguenza y la capacidad de protestar, la capacidad de oponerse a la arbitrariedad, a la imposicion de la ambicion desmedida de los gobernantes; perdimosla dignidad al aceptar como designio de dios esta tragedia en la que se cnvirtio nuestra vida cotidiana.
En términos generales eso sucede. Cuando se convoca asisten pocos ciudadanos y ciudadanas, pero hay que participar y actuar. No tenemos otra asida don Manuel Rincón