Mirna, informe de precampaña
Mirna Camacho Pedrero arrancó su precampaña hacia la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez. Claro, no lo hizo abiertamente sino de forma velada, como lo han hecho otros diputados que aspiran a ese puesto, usando recursos públicos.
El pretexto fue su informe de actividades al frente de la Mesa Directiva del Congreso local (abril-septiembre) donde todo el tiempo se proyectó para los asistentes y los medios dos imágenes suyas con la palabra “PRESIDENTA” de fondo. El despliegue en prensa escrita y electrónica que le dio al evento, así como la publicidad previa, refuerzan la idea de incidir en la percepción colectiva que a juicio de los estrategas en marketing político debe ir moldeándose antes del inicio formal de la contienda electoral del 2015.
Sin embargo, si partimos de lo que realmente necesita la ciudad en la preocupante coyuntura en que se encuentra, Camacho está distante del perfil que exige el nuevo gobernante de la capital chiapaneca. Vista a trasluz de su discurso, sencillamente no persuade porque se muestra como una política convencional, de frases trilladas y demagógicas, complaciente con el esquema de dominación del Ejecutivo.
Dijo, por ejemplo, que su trabajo en el Congreso se orientó a hacer del Poder Legislativo un órgano “eficiente, eficaz, responsable y democrático”. No puede haber eficiencia cuando los diputados trabajan poco y ganan mucho; la eficacia sólo cabe si se mide por la capacidad que tuvieron para aprobar en tiempos récord todas las iniciativas de decreto y reforma que les enviaron desde Palacio de Gobierno, ¿es eficaz respaldar la creación de una ley y a las pocas semanas anularla, como sucedió con la llamada “ley bala”?; tampoco puede hablarse de responsabilidad porque en casos importantes y sabiendo que eran impugnables, avalaron reformas que están en litigio en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como la electoral y la educativa. Hablar de democracia parlamentaria también es cuestionable porque sabemos que las decisiones trascendentales las toma –previa instrucción gubernamental—el presidente de la Junta de Coordinación Política y las voces discordantes son acalladas, o si se escuchan no se toman en cuenta. (Tal vez recuerde la diputada cuando Luis Fernando Castellanos, titular de ese órgano ordenó vetarla en los medios para que le bajara a su protagonismo). Además, ¿puede llamarse democrático un Congreso en donde no hay un debate real, donde la mayoría de los diputados se comporta como un rebaño de ovejas?
Mirna Camacho calificó como “histórico” que la Mesa Directiva estuviera integrada por puras mujeres; tal vez lo sea sólo porque nunca se había dado el caso, pero en los hechos resultó intrascendente. Durante el periodo de su presidencia, no promovieron una ley o reforma significativa, puntual a favor de la equidad de género; es más no hubo un pronunciamiento contundente sobre el problema del feminicidio, un delito de género con alta incidencia en el estado. Y esa indolencia, esa evasión de los asuntos torales, desmiente la afirmación de que en su trabajo parlamentario “privilegiaron los intereses de la ciudadanía”.
Por otra parte, no obstante pertenecer a un partido de oposición, Acción Nacional, la diputada en su informe no pudo resistirse al elogio burdo, genuflexo hacia el titular del Ejecutivo. Agradeció al gobernador Manuel Velasco “por ser respetuoso e impulsar la sana división de poderes”, una afirmación que por consabidamente falsa, resulta hasta grotesca.
No son estas las credenciales con las que Camacho pueda competir por la Presidencia Municipal de Tuxtla; quizá pueda ganar la candidatura de su partido pero no triunfar en los comicios. Un perfil ganador sería aquel aspirante capaz de capitalizar el descontento de la ciudadanía, agraviada por las actuales autoridades que han convertido la capital en una ciudad caótica y poco amigable para vivir; alguien que pueda recuperar la confianza de los tuxtlecos en su gobierno a través de decisiones compartidas con la sociedad que solucionen los problemas más urgentes.
A Mirna no se le nota la convicción de su compromiso con la ciudad. Pese a ser diputada por el Distrito de Tuxtla, nunca ha manifestado una postura solidaria con los capitalinos, mucho menos una crítica contra los responsables del desastre citadino. Ante esa indefinición, frente a esa indiferencia, muy poco tiene que ofrecer la legisladora.
Mirna Camacho rindió un informe parcial, con medias verdades, complaciente y con rasgos demagógicos inaceptables para una sociedad más informada y crítica. Al alejarse de las demandas ciudadanas importantes, reduce sus posibilidades para una contienda en las urnas, la primera que en realidad participaría pues su actual curul y la que tuvo en el Congreso federal, fueron producto de la vía plurinominal.
LA IMPUNIDAD DE ENOC.- Pedir que alguna autoridad sancione al director del Instituto de Capacitación y Vinculación Tecnológica, Enoc Hernández Cruz, por violar la ley de Servidores Públicos es arar en el mar porque está claro que lo hace con la autorización del gobernador y del secretario de Gobierno,
Eduardo Ramírez Aguilar, quien funge como coordinador del gabinete. La impunidad con que se maneja para usar tiempos y recursos públicos con fines partidistas es descarada. De acuerdo con la información difundida en varios medios, ya hasta entre semana se dedica a efectuar actividades ajenas a sus funciones como titular del Icatech. El martes tuvo en San Cristóbal un evento en el que como “líder moral” del partido Mover a Chiapas entregó despensas, sillas de ruedas y bastones a personas de bajos recursos, además de prometerles gestionar la solución de diversas carencias de servicios públicos. La estrecha relación política que presume con la señora Leticia Coello, parece estar muy por arriba de cualquier normatividad institucional.
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