Las previsiones sobre la economía: manipulaciones, mañas, errores y aciertos
Juan Castaingts Teillery. Profesor investigador UAM-I.
La CEPAL acaba de corregir sus pronósticos para el crecimiento de México y AL. En el caso de México su pronóstico es de 3.5%, siendo sensiblemente menor a sus cifra previa. De hecho, entre el dato inicial de la Secretaría de Hacienda de un crecimiento anual de 3.8 a les estimaciones actuales, aparece una reducción considerable.
En un excelente artículo en La Jornada (4 julio), León Bendesky nos dice “Las previsiones del crecimiento se ajustan a la baja de modo constante desde hace seis meses. La encuesta que hace el Banco de México entre 38 grupos de analistas y consultores del país y de fuera, indica que en febrero la proyección del crecimiento del producto era de 3.40 por ciento y en julio fue de 2.56 por ciento. Este pronóstico está ya por debajo de la revisión que hizo Hacienda en mayo pasado a 2.7 por ciento de 3.9 original. El FMI recortó su pronóstico a 2.4 por ciento….Estas reducciones en los indicadores específicos y en las previsiones agregadas significan muchos millones de pesos en producción y muchas plazas de trabajo perdidas. La encuesta del banco central indica una estimación promedio de apenas 593 empleos registrados en el IMSS. Esto indica que las medidas para combatir la informalidad productiva y laboral quedarán muy por debajo de lo esperado con las reformas financiera y fiscal. La precariedad laboral es también la norma”.
Las predicciones económicas ya conforman una parte importante de la economía mexicana y de la mundial ¿Realmente los expertos están capacitados para predecir el futuro? No lo creemos y de hecho, hay pruebas en contrario muy abundantes.
En un excelente libro del premio Nobel Daniel un Kahneman denominado “Pensar rápido, pensar despacio” el cual versa sobre psicología cognitiva es decir, psicología del conocimiento y la trata en forma experimental, muestra con claridad los grandes errores que cometen en sus previsiones tanto expertos como legos.
El autor señala que el pensamiento del hombre se puede dividir en dos procesos: el primero, es el pensamiento intuitivo que actúa rápidamente y sin esfuerzo para dar solución a problemas y para tomar decisiones; el segundo, es un pensamiento lento, reflexivo y que requiere un esfuerzo importante. Los dos pensamientos se relacionan mutuamente; el pensamiento rápido le trasmite preguntas constantes al pensamiento lento sobre cómo actuar y, por su parte el pensamiento lento, le ofrece instrumentos analíticos al pensamiento rápido e intuitivo. Los hombres tendemos a utilizar mucho más el pensamiento rápido que el pensamiento lento. Aunque el pensamiento lento está sujeto a mucho menos errores, para nada es ausente de ellos. El pensamiento rápido se encuentra más propenso a cometer errores pero como es el resultado de una vida de aprendizaje entonces, es también generador de muchas decisiones correctas.
Tanto en la vida cotidiana como en la economía necesitamos hacer predicciones sobre el futuro; requeridos a hacer expectativas sobre el comportamiento de nuestros prójimos para poder actuar en la vida cotidiana, necesitamos prever lo que puede pasar en el día o en la semana para tomar muestras actitudes y decisiones psicológicas, materiales y monetarias para poder enfrentar lo que posiblemente suceda. En economía, como consumidores, necesitamos prever nuestras necesidades y compararlas con otros recursos monetarios. Las empresas requieren saber el monto del tipo de inversiones a realizar y por ello requieren predicciones sobre el futuro. El gobierno necesita prever sus gastos y hacer expectativas sobre el futuro para estimar el monto de sus impuestos y de sus ingresos. Así, la previsión es un hecho necesario y acostumbrado en la marcha de la economía. Pero, como es de sospecharse, las previsiones también son un instrumento de manipulaciones al servicio de un poder y en México, este es un hecho común.
Siguiendo a Kahneman, tanto los legos como los expertos cometen lo que él denomina “ilusiones del entendimiento”. Es cierto que los expertos suelen utilizar muchas estadísticas y modelos matemáticos y econométricos muy complicados. Sin embargo, son propensos a errores importantes. Kahneman menciona dos y yo mencionaré un tercero. El primero, proviene de que ningún modelo puede contener toda la información y de que se cometen errores al evaluar los riesgos; el segundo, se encuentra en lo que él denomina “aptitud ilusoria” es decir, una confianza excesiva en la teoría que siguen los expertos y que les da el sentimiento de tener una actitud muy fuerte pero que en realidad, tiene un contenido elevado de ilusiones. El tercero que yo agrego, es simplemente que los procesos sociales tienen un muy elevado índice de complejidad y que por ende, no son predecibles; además de que, la realidad social y económica, contiene la incertidumbre es decir, la incapacidad de calcular riesgos sobre eventos futuros. Estos tres elementos son clara fuente de errores importantes aún en los equipos que se consideran altamente expertos.
Así, Kahneman los pone en una ecuación muy simple de lo que es el éxito.
Éxito = Talento + Suerte. Una previsión acertada tiene sin duda alguna un alto contenido de suerte, además del talento requerido para la manipulación de altas cantidades de información.
El libro de Kahneman presenta un conjunto de ejemplos de cómo los llamados expertos en inversiones bursátiles simplemente no se diferencian en sus resultados de lo que logran los inversionistas legos que simplemente invierten al azar. En este caso la “actitud ilusoria” es manifiesta.
El mismo autor nos indica que un mecanismo muy usual, cuando se hacen elecciones, es el uso de “anclas”. Es decir, datos que se toman como punto de partida los cuales se irán corrigiendo conforme pase el tiempo y se disponga de más informaciones. Desde mi punto de vista, en economía, los números anclas suelen ser los que los gobiernos proponen, cuando hacen sus estimaciones sobre los ingresos hacendarios esperados, como predicciones del año siguiente.
Cuando los gobiernos tienen un cierto grado de confianza elevado y los inversionistas le creen, las expectativas gubernamentales de crecimiento se suelen tomar como el ancla inicial y luego las corrigen por las expectativas de crecimiento basándose en otros expertos que suelen ser organismos que tienen cierto prestigio como el FMI, la OCDE, la CEPAL, etcétera. Muchos inversionistas reajustan nuevamente estas expectativas, con base a las estimaciones de expertos propios y/o sus intuiciones sustentadas en su experiencia personal.
Las decisiones así tomadas tienen fuertes repercusiones en el proceso económico. Es posible que el economista inglés R. F. Harrod (R. F. Harrod: “Dynamic Theory”, 1970) sea el que nos otorgue una visión adecuada sobre la relación entre expectativas y crecimiento. Sintetizando en forma sencilla a este autor, podemos decir que al inicio de un periodo económico los directivos de la empresa tienen que hacer un pronóstico sobre el crecimiento de la misma; en base a este pronóstico se determina el monto de inversión, el tipo de tecnología a usar y los mecanismos de mercadeo de los productos. Harrod denominó a este pronóstico como “crecimiento justificado” o sea, aquel que justifica una inversión y un conjunto de decisiones y que, cuando se realiza, deja satisfecho al inversionista.
El crecimiento que realmente se lleva a cabo puede ser mayor o menor que el justificado. Si es mayor, entonces el empresario se encontrará con que los mercados fueron mayores a los que el predijo y por lo tanto, para el próximo periodo, incrementará su nivel de inversión. Si a la mayoría de los empresarios les sucedió lo mismo, entonces todos aumentarán la inversión y por ende, los mercados globales también se incrementarán y, en el próximo período, es factible que los empresarios se encuentren con que el crecimiento justificado sea menor que el que realmente se realizó y así nuevamente, tenderán a incrementar su inversión. De esta manera, se tiene un periodo de crecimiento.
En caso contrario, cuando el crecimiento real es menor que el crecimiento justificado, entonces los empresarios encontrarán con que no pudieron vender todos sus productos y por lo tanto, cuentan con inventarios no deseados. De esta manera, en el siguiente periodo, bajarán su nivel de inversión con el posible resultado de que tampoco puedan vender todo lo producido. Así, se tiene un periodo de recesión.
Las predicciones son fundamentales pero la posibilidad de error es muy elevada, de ahí la necesidad de ajustes constantes a la tasa de crecimiento inicialmente prevista y que sirve como ancla. Si el ancla es demasiado grande, las inversiones posteriores tenderán a la baja; esto conduce a que la tasa de crecimiento global no solamente será menor a la inicialmente prevista sino que, tienda a ser cada vez más reducida. Esto es en buena parte lo que ha sucedido en México. Desde hace año y medio en que tomó posesión el gobierno actual, predijo para su primer año de gobierno una tasa manipuladora y poco realista que se ajustó o a la baja durante todo el año del 2013. Para remediar su incompetencia para estructurar, orientar y predecir el crecimiento, este año se propuso al presentar la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos, una tasa de 3,8% que resultó totalmente ilusoria. Esta “ilusión manipuladora” jugó en contra del crecimiento económico, ya que los empresarios que le hicieron caso se encontraron con un mercado netamente inferior al pronosticado y por lo tanto, con inventarios abundantes y no deseados y así, redujeron su inversión con lo cual contribuyeron a que el crecimiento fuesen aún menor del que hubiese sido si desde un principio se hubiese propuesto una tasa de crecimiento razonable y no manipuladora.
Agréguese además, que el gobierno ha dado muestras claras de incapacidad en materia económica y que por lo tanto, la confianza que es clave, tiende a desvanecerse.
Esta no es ni de lejos la única causa de la tendencia al estancamiento de nuestra economía, pero es una de ellas y hay que tenerla presente.
En mi anterior artículo “Reflexiones”, hablé de “hechos históricos en los cuales, los poderosos toman decisiones que no solamente afectan negativamente a sus pueblos sino que son decisiones que son contrarias a los propios intereses políticos de quien las toma”. Señale también, siguiendo a Tuchman, que el poder no sólo genera corrupción sino también provoca insensateces o dicho en términos más sencillos: estupideces.
asi_vamos@yahoo.com.mx
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