Las copias de la copia política
Disculpe la redundancia, pero con este título he querido describir las actuales características de nuestros políticos:
Parecen producidos en serie porque todos guardan similitudes entre sí.
Son muy jóvenes, arrastran multitudes, ocupan los espacios publicitarios de las revistas políticas, de los periódicos y también han llamado la atención de las revistas del corazón; además tienen un lenguaje que parece moderno e incluso están presentes en las redes sociales.
Antes de que aparecieran, los políticos en este país eran hombres -y paulatinamente se incorporaban mujeres- en edad madura que accedían a los altos cargos políticos y administrativos después de una larga carrera política haciendo méritos.
El sistema político se protegía a sí mismo para sobrevivir, haciendo que sus miembros de primera y segunda línea fueran de edad madura para que la toma de decisiones fuera lo más mesurada posible y los terceros y cuartos niveles eran ocupados por jóvenes que buscaban hacer méritos con su trabajo político.
Tengo que aclarar que no estoy en contra de que los jóvenes busquen espacios políticos en un país lleno de juventud, lo que intento precisar es cómo al ser tan jóvenes, muchos de ellos hoy están ocupando espacios políticos que antes eran impensables, pero que en ese camino, cayeron en la frivolidad, sucumbieron ante la seducción del mundo del espectáculo y por lo menos lo que están hoy en el poder, no son la solución de nuestros problemas más apremiantes.
La pregunta es, ¿cómo México llegó hasta ver a tantos jóvenes en puestos políticos?
Sí arrastran multitudes, pero solo entregan despensas; es decir solo perpetúan el círculo vicioso de la pobreza.
Les gusta la publicidad y salen en todos los medios posibles, pero ¿de dónde sale ese dinero?
Salen en revistas del corazón, en una estrategia de publicidad que había sido soslayada por los políticos tradicionales que desdeñaban ese mercado segmentado. Pero que recuerda en mucho al tradicional populismo de antaño.
Además, ¿de donde sale el dinero para la promoción en las redes sociales?.
Pero fundamentalmente, nuestros jóvenes políticos son generalmente de buenas familias, de estirpe y generaciones de políticos que han decidido continuar el legado familiar.
Seguramente el quiebre generacional comienza con la ascensión al poder de Carlos Salinas de Gortari, quien con solo 40 años llega a la presidencia de la república, y hoy con 65 años cumplidos todavía sigue activo en la política -aunque sea en las sombras-, evidentemente también, todavía es un hombre al que le quedan muchos años de vida política por delante.
El asunto es que la fuerza de la juventud –refiriéndonos al aspecto político- está subordinado a los intereses de grupo.
Nuestros jóvenes políticos están atados a intereses poderosos y por tanto son copias reproducidas de una imagen, ya sea a nivel local, estatal o nacional.
Gabriel Tarde, el sociólogo francés habla de ello, -obviamente de una forma más precisa y elegante que este servidor-, dice en su obra “las leyes de la imitación” que el mundo y obviamente los seres humanos nos movemos en dos escenarios: la imitación y la innovación. En el caso de la imitación; según Tarde las personas “copian” las conductas de sus líderes y las convierten en hábitos que al tiempo es el sello distintivo de un grupo específico.
Veamos solo el caso de la política local.
Con Pablo Salazar la feligresía de la iglesia protestante seguramente se incrementó con los funcionarios de primer y segundo nivel de su gobierno, porque esa es la preferencia espiritual del ex mandatario; una anécdota jocosa retrata el comportamiento de su séquito: casi al final de la liturgia, por algún motivo que desconozco -aclaro que igual que García Márquez, no creo en Dios; pero le temo-; los asistentes deben cerrar los ojos, ese era el momento que el entonces mandatario aprovechaba para escapar rápidamente de quienes seguramente sabía le pedirían un favor de cualquier tipo.
Con Juan Sabines, las copias seguramente tenían que tener el gusto por la fiesta muy arraigado. Además imitaban al gobernador con las vistosas guayaberas que fueron bautizadas como “sabineras”, las cuales por cierto desaparecieron ya de las fiestas y reuniones sociales en Chiapas.
Con el actual primer mandatario todos son deportistas, pero también a falta de una profunda visión de desarrollo -que por cierto hemos padecido desde siempre- se está volviendo costumbre la frivolidad, la entrega de despensas, la campaña electoral permanente que sustituye a la acción efectiva de gobierno, la publicidad que tapiza las ciudades chiapanecas todas de verde y un culto a la personalidad que oculta.
La cadena de las copias políticas en México arranca desde “muy arriba”, un presidente de menos de 50 años que antes, con solo 39 años asume una gubernatura, que tiene tras de sí el estigma de pertenecer al grupo político más poderoso del país; el de Atlacomulco y que no puede ocultar su proclividad al uso excesivo de la publicidad.
Mandatarios estatales que presumen su cercanía con el mundo del espectáculo, que hacen uso político de ello y que le dan prioridad al gasto publicitario por sobre el social. Esto con la esperanza de vía la publicidad llegar a ser presidentes de la república.
Además políticos locales muy jóvenes que imitan a sus mandatarios, que les copian aspectos de todo tipo como la apariencia y los métodos de publicidad.
Son copia de la copia. No representan el futuro que todos esperamos y queremos.
Los jóvenes valiosos son aquellos que no están imitando a los políticos, sino que están esperando la oportunidad para que la clase política le genere las condiciones para que hagan lo que Gabriel Tarde dice de la otra parte del comportamiento humano: la innovación.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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