El ITAEE de Chiapas en el primer trimestre de 2014 y las campanas a vuelo mediático
El 30 de julio de 2014 el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) dio a conocer los resultados del Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) para el primer trimestre de 2014, como lo hace todos los años con un retraso de apenas un trimestre. Este indicador de coyuntura ofrece un panorama acerca de la evolución económica de las entidades federativas del país y puede ser considerado un proxy de la tendencia de la evolución del Producto Interno Bruto Estatal (PIBE). México es de los pocos países en el mundo con un indicador de coyuntura que permite evaluar el ritmo de la actividad económica en forma trimestral para las entidades federativas.
Chiapas en conjunto crece en 5.2%, pero sobresale la actividad industrial con el 20.4, como consecuencia de la mayor generación de energía eléctrica de origen público, de obras de ingeniería civil, de la industria química y de la extracción de arena y grava, nos dice el INEGI, mientras en el sector agropecuario, en el cual se encuentra el grueso de la población ocupada de la entidad, cae en -7.2% y en las actividades terciarias (servicios) crece en 0.5. Es decir, el indicador que impacta en los resultados del ITAEE es la actividad industrial, el cual, salvo las industrias de la construcción y artesanal, ocupa muy poca gente, así que no debemos sobredimensionar esos resultados, como se quiere hacer en forma mediática, después de que la economía estuvo en recesión durante los primeros trimestres del gobierno de Manuel Velasco Coello.
A la mayoría de la gente en Chiapas le parecen menos que un disparate esos resultados, pero no tengo por qué dudar de éstos, y asumimos que es así. Sin embargo, en el análisis cualitativo existen diferencias. Simón Kuznets (Premio Nobel de Economía en 1971), el creador del PIB como instrumento de medición de la economía, decía: “Hay que tener en cuenta las diferencias entre cantidad y calidad del crecimiento, entre sus costos y sus beneficios y entre el plazo corto y el largo. […] Los objetivos de ‘más’ crecimiento deberían especificar de qué y para qué.” Veamos: en muchas ciudades de Chiapas se reconstruye calles destruidas, montando triangulitos en los bulevares, se pinta el estado de verde y se pone espectaculares del mismo color, etcétera. Lo mismo sucede con la reconstrucción por sismo o huracán, nada más que ese desastre en ciudades y pueblos chiapanecos es obra de años de abandono de la infraestructura urbana y rural, así como de la corrupción.
Aunque ese crecimiento coyuntural de la actividad económica tenga lugar, en buena medida debido a importante inversión pública en la industria de la construcción con efecto en el crecimiento del PIB y genere mucho empleo temporal, el problema reside en la calidad del crecimiento económico. Sin embargo, igual que los “desastres naturales”, el abandono de las infraestructuras urbana y rural en Chiapas tiene la misma característica, desde el punto de vista económico, de que ese abandono causó destrucción física, pero en la fase de reconstrucción de esa infraestructura impacta positivamente el PIB. No obstante, no es lo mismo reconstruir calles y caminos, colocar adornitos innecesarios y de mal gusto, que construir calles, carreteras, casas habitación, etcétera, como resultado de una política de ampliación de infraestructura física y de demanda de vivienda producto del crecimiento económico, que esas mismas calles, caminos e infraestructura reemplacen a otros por el abandono y la corrupción. Lo mismo aplica para un sinfín de obras mal construidas, otras desplomadas o no usadas porque fueron mal planeadas (Puerto Madero, aeropuertos de Tuxtla “Llano San Juan” y de San Cristóbal de Las Casas, puente San Cristóbal -el que se cayó antes de ser inaugurado y luego fue reconstruido-, carreteras que no llevan a ninguna parte y un largo etcétera que desde mi perspectiva puede incluir el aeropuerto de Palenque). Ambos casos impactan positivamente al PIB, pues se les computa como si fueran lo mismo, pero cuando esto ocurre en procesos de reconstrucción por abandono o por desastres naturales (Mitch, Stan, minitsunami de Juan de Grijalva, tormenta tropical Boris, sismos, etcétera) o infraestructura destruida por el abandono o la corrupción o ambas, que no es utilizable, no sirve o se desploma, es como si corriera lo más rápido posible para permanecer en el mismo lugar. Es como la metáfora de Alicia a través del espejo de Lewis Carroll (1992) cuando la reina le dice: “¡Un país bastante lento!”, pues hace falta correr todo cuanto se pueda para permanecer en el mismo sitio.
No se debe echar las campanas a vuelo. Ésa puede ser una distorsión que oculta la gravedad de la situación económica de Chiapas, pues a partir de 1994 la industria de la construcción se ha convertido en la más dinámica de la entidad, que parece ajustarse a la metáfora de Alicia en el país de las maravillas, que lamentablemente en Chiapas no funciona sin diezmo, lo cual baja la calidad de la obra e infla el impacto en el PIBE. Hace unos días, hablando con unos sobrinos que tienen constructora, les pregunté (lo hago a menudo con cualquiera que tenga una y la respuesta es la misma): “¿Cómo está eso del diezmo?” Me respondieron: “Tío, el diezmo no existe.” Les contesté: “¿Cómo no va a existir?” “No, no existe, tío, ahora es 20%.” Anonadado les dije: “¿Todos piden?” “Todos, nadie escapa de eso, si no pagas en efectivo no haces ninguna obra pública.”
Es decir, si ese crecimiento coyuntural no está acompañado de mejoras significativas en la calidad de vida de la gente y en indicadores sociales sólo sirve para el manejo mediático de las élites políticas de Chiapas y lo único que lograrán será desviar la atención de los problemas estructurales del estado y perpetuar el atraso económico, así como la pobreza y la desigualdad.
El rezago de la economía de Chiapas es resultado del crecimiento económico mediocre que ha observado en por lo menos un siglo, en donde ha estado por abajo del promedio nacional y por ello los ingresos per cápita han divergido en lugar de converger con el promedio de la economía mexicana, que, no está por más decirlo, también lleva los últimos 30 años de crecimiento económico mediocre, pero en esas tres décadas el estado ha tenido crecimiento negativo; en más de un siglo Chiapas sólo tuvo crecimiento superior al promedio nacional en el periodo 1970-1980, justo en la época del abuelo ilustre del actual gobernador, que es cuando dio inicio el círculo virtuoso de Chiapas, fue el único en más de un siglo. De ahí la importancia de contar con un diagnóstico correcto de lo que detiene el crecimiento de la economía chiapaneca para enfrentar adecuadamente los grandes problemas de la entidad y lamentablemente eso no se resolverá por medio de imberbes políticos frívolos, quienes creen que pintando de verde el estado o creando marcas electorales como “Mover a Chiapas” van por buen camino. La historia se encargará de ponerlos en su lugar.
Es sorprendente el hecho de que mientras en el centro las aguas negras escurren por las calles en los libramientos gastan el dinero en picos de mal gusto.