Desde mi insomio
Blanqui negra linda anoche me enojé contigo levemente pues no cumpliste la parte que te correspondía en ese nuestro insignificante compromiso de estar cerca del teléfono de tus padres para escuchar el timbrazo de una primera llamada y luego los correspondientes a una segunda y entonces contestar mientras yo hice la parte que me tocaba pero el enfado más fue conmigo por dejar a expensas de la cita fallida mi sosiego mi calma y mi comunicación contigo al grado que intenté otras veces aunque el teléfono de esa casa había sido interrumpido y eso fue después de pasar con aquel amigo el de los abarrotes con quien saboreamos un helado de guanábana luego de llegar al refugio hasta mi expediente personal para sacar de ahí una de las libretas del servicio de salud después de volver hacia el rumbo de Las Palmas donde se encuentra la clínica del Seguro Social no sin antes pasar en donde Caro la del negocio de fotos de la Avenida Central por unas fotografías de familia para luego solicitar de emergencia una consulta a la clínica donde me revisaran el oído izquierdo pues antes había tenido un ataque de histeria al encontrarme sólo sin a quién pedir ayuda pero sordo que es lo peor o a medias sordo pues no podía escuchar música a mi entero gusto y mientras tanto terminé la lectura del libro engañosamente vacío de Josefina Vicens el mismo que no relata historia ninguna de vacíos ni soledades ni incapacidades o carencias como tampoco expone la biografía de un ser mediocre sino el relato vivo de nosotros mismos todos con nuestras debilidades y querencias nuestras torpezas y defectos pero también nuestros entrañables secretos y desvaríos y ahí mismo conocí a la morena de labios gruesos que acercándose a mi lado con una niña hija o hermana suya negrita por igual con su muñeca de peluche entre brazos y corazón carita inflamada roja y llena de dolor pero al fin me atendieron como a dos horas de distancia muy amables una doctora y su ayudante enfermera linda dejándome el oído limpio aunque un poco adolorido y quise decírtelo amor confiarte que al salir de la clínica topé nuevamente a las bronceadas piel de zapote y gruesos labios pintados la más grande pero no quisieron que las acercara a casa pues irían por ellas para luego dirigirme al estacionamiento que guarda de la intemperie y la lluvia nuestro Valiant de los ochenta en donde me encuentro con el ladrido risueño de Juanito el ratón chihuahueño cruzado con pequinés y el gruñido cansado del Arquímedes viejo responsable de la seguridad del lugar y regreso al refugio donde Griselda nuestra mucama y Noemí la gatita embarazada ya me esperan para cenar con ellas pero no soporto el televisor de sus películas con Claudvandán y Silvester Estálon por lo que subo a la planta alta para buscar la cajetilla de mis Delicados favoritos los fósforos la cantimplora rellena de tequila y el pasquín de la programación televisiva en donde no encuentro nada atractivo pero ya frente al televisor y sobre mi butaca mullida voy de un canal a otro brincando como un chapulín hasta que me detengo en la película Un día muy especial con la gran Michelle Pfeiffer sólo para enterarme de que en un día cambia la historia de una antigua pareja que por fin ahora y con hijos de por medio vuelven a ser felices amantes aunque no dura mucho la cinta pues había llegado tarde al televisor ante cuya pantalla sorbo de trago en trago media botella hasta sentirme acalorado razón por la cual desnudo me quedo ante el teléfono para intentar lo que al inicio relato por lo que vuelvo apesadumbrado al cuero suave de la butaca desgastada y continúo la búsqueda ahora recompensada por People and Arts un canal regularmente encendido que me permite entrar aunque otra vez a la mitad de la biografía del célebre cineasta polaco-francés el perverso pervertidor y romántico Roman Polansky de quien al final proyectan La Tragedia de Macbeth el clásico de William Shakespeare al modo al estilo y al ritmo del susodicho mientras los cigarrillos se encargan de mantener mis ojos despiertos hasta que Malcolm uno de los hijos del rey Duncan asesinado por aquél apoyado en sus compatriotas escoceses desplazados y en el ejército de la antigua Bretaña derrota al disminuido Macbeth y a su mujer ambiciosa e intrigante pero ya era tarde las cuatro con diez minutos del día de hoy cuando por última vez tomo quién sabe cuántos sorbos de agua me abrazo a una de las almohadas pongo otra debajo de la cabeza y cubro mi cuerpo con esa sábana fresca y blanca obviamente no sin antes conectar tus castaños y profundos ojos a la nostalgia y a mis sueños.
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