El gobierno envejecido de Manuel Velasco
El gobierno de Manuel Velasco Coello está integrado por gente joven pero con costumbres muy viejas. Es, en la práctica, un gobierno gerontocrático, que padece todos los achaques de la vejez.
Es un gobierno que sufre sordera senil, de ahí que no escuche ni perciba los reclamos ciudadanos. Se aferra a lo suyo, se encierra en lo suyo, y cree que lo que hace está bien hecho; que los inconformes por las obras de Tapachula y Tuxtla son unos cuantos: los mismos revoltosos y desagradecidos de siempre.
¿Para qué urgir a las compañías a concluir pronto sus obras? ¿Para que obligarlas a que trabajen todos los días y todas las noches?
Los empresarios de estas constructoras, hábiles jineteadores del dinero ajeno, ponen una máquina aquí y otra por allá, un grupito de gente por este lado y unas señales de construcción en varias partes ya abandonadas, para que no se diga que no se trabaja.
La sordera lleva a la complacencia propia y al desconocimiento de los problemas ajenos. Varios funcionarios, pese a meter la pata de manera reiterada, se mantienen en su puesto.
De un gobierno joven, con perfil ecologista, uno esperaría mayor atrevimiento. Pero no. Pese a la edad de quienes nos gobiernan, de 30 años en promedio, son viejos prematuros con artritis reumatoide, que no se desplazan por nuestras colonias y por lo tanto no conocen nuestros problemas.
Cuando aterriza alguno a los barrios o a los pueblos es solo para la foto y para los halagos. Los asistentes, a quienes se le paga su día, lo único que puede externar son gritos de apoyo, aplausos y alegría.
Aparte de la sordera senil y la artritis reumatoide, este gobierno padece la más grave enfermedad vinculada a la vejez: el alzheimer.
Rápidamente ha olvidado que su compromiso es con este pueblo maltratado y sufrido y no con los pésimos funcionarios. No recuerda que Juan Sabines y su séquito de saqueadores acabaron con el futuro de Chiapas; que le robaron su patrimonio y su presupuesto; que la única salida ante tanto desastre es encausarle una procedimiento legal por todo el maltrato que sufrimos los chiapanecos. Pero no lo hace, porque ha contraído la enfermedad del olvido beneficioso.
Ante un gobierno así, no hay muchas esperanzas de cambio y de progreso, porque además se empieza a vislumbrar que está surgiendo, callada pero insistentemente, el cáncer de la corrupción, el cual enviará al asilo a estos gobernantes achacosos.
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