El animalero de Chiapas
El animalero de Chiapas salta a cada paso.
Las veredas nos llevan a guaridas y campos de la animalada.
Los especímenes viven la coexistencia.
Expresan por igual, su majestuosidad no descubierta ni vislumbrada.
Asomarse a esa majestuosidad vital, es suponerlos en la piel de sus ancestros.
Del gliptodonte, que hace 12 mil años, retumbaba el valle con su tropel.
Advertir al tigre de grandes dientes, cuando acosaba al hombre en la caverna.
Este retorno al animalero original de Chiapas, con sus primitivas huellas, nos trasladarán entonces a la fauna actual.
Nos llevarán al turipache trepado sobre las rocas, donde ensaya sus disfraces.
Monje meditabundo, el turipache confunde, seduce. Se burla y pitorrea de los otros.
En primavera, el, reptil es agua estancada.
El verano le da sus espigas para confundirlo más con las milpas pajizas.
El otoño lo predispone con sus hojas desgajadas, para habitar casas de horconaduras.
En invierno, el turipache es tronco de musgos que soporta el frío y sobrevive los ciclos de la naturaleza.
En su petrificación meditabunda, el turipache sueña que alguna vez evolucionará de camaleón a dragón volador luminoso.
En eso se parece al puerco espín.
Envuelto en la oscuridad de la enramada, el pequeño cuadrúpedo afila sus púas de guerrero, las cuales, irónicamente, lo hacen prisionero de su armadura.
En las alturas, el animal de hocico suave, sabe que su temeridad es escudo ficticio, una vez que cae o baja al suelo, donde ya lo esperan perros y cazadores.
La mantis sagrada, otro ejemplar entreverado de los siglos, canjea el apareamiento con la muerte.
Su aportación amorosa es extinción acordada y admitida para su macho, una vez que en su vientre de novicia inexistente, carga las semillas que la reproducirán.
El animalero de Chiapas permanece en los límites del peligro y la irrealidad de los tiempos idos, apenas divididos por cortinas de lluvias.
Los millones de años que han precedido a cada espécimen de estas tierras, exigen el respeto y la admiración de quien observa y reconoce tanta evolución acumulada.
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