Castellanos, dirigencia ilegítima
Durante su toma de protesta como dirigente estatal del PVEM. Foto: FB de Fernando Castellanos
El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) designó a su dirigente estatal y lo hizo fiel a su naturaleza: antidemocrática, populista y arcaica. El domingo 15, el diputado local Luis Fernando Castellanos Cal y Mayor fue ungido como líder en Chiapas en una asamblea masiva que sustituyó la convención partidista por el acarreo, y suplantó el debate, la deliberación y el voto razonado por los gritos, las porras y las matracas.
Nunca se supo del lanzamiento de la convocatoria a elecciones internas ni por supuesto de la postulación de aspirantes a la dirigencia del partido gobernante. Al diputado local lo nombraron líder del Verde el Consejo Político Estatal y el Consejo Político Nacional, esas instancias de “notables” integradas en el primer caso por funcionarios estatales y, en el segundo, por los representantes de la franquicia electoral comandada por la familia González Torres.
Le traspasó el mando a Castellanos, Jorge Herrera Martínez, nombrado en junio del 2013 delegado nacional con facultades de secretario general del Comité Ejecutivo Estatal, el mismo peón que en el 2012 le cedió también la estafeta al sabinista de triste memoria, Seth Yassir Vázquez. Y atestiguó el nombramiento el vocero nacional y coordinador de los diputados federales del PVEM, Arturo Escobar y Vega, aquel que junto con Castellanos fuera detenido en el Aeropuerto “Ángel Albino Corzo” por llevar más de un millón de pesos en un maletín, en la víspera de las elecciones intermedias del 2009.
Con estas oscuras credenciales llega al liderazgo del Verde el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, que en su discurso de toma de protesta se comprometió a “promover el respeto y los derechos políticos de la mujer”, los mismos que atropelló en 2012 al presionar a su mamá María Angélica Cal y Mayor Natarén y a su esposa, Martha Muñoz Constantino, a que renunciaran a su lugar en la lista de candidatas plurinominales para poder asumir él la diputación que hoy ostenta. Y como también intentó hacer con la suplencia de Sasil de León Villard, cuya curul quiso entregar a un hombre cuando correspondía a una mujer por equidad de género.
Si se hubieran tomado en cuenta los estatutos del PVEM, Castellanos Cal y Mayor jamás habría sido dirigente estatal pues en el artículo 70, fracción II, pone como requisito “Ser un militante de convicción ecologista, de probada lealtad y disciplina al Partido, tener prestigio y arraigo entre la militancia y la sociedad en la entidad federativa correspondiente, tener amplios conocimientos del Partido y reconocido liderazgo”. Castellanos no es conocido más allá de las fronteras de Tuxtla Gutiérrez y su biografía lo descalifica.
Se esperaba que en la Asamblea Estatal se dieran a conocer, como lo indica el artículo 68 de los estatutos, los nombres de los otros integrantes del Comité Ejecutivo Estatal (Secretaría de Organización, Secretaría de Procesos Electorales, Secretaría de Ecología y Medio Ambiente, Secretaría de Finanzas, Secretaría de Comunicación Social, Secretaría de Asuntos de la Juventud y Secretaría de la Mujer), pero nada se mencionó de ellos.
Quizá en la lógica de los “verdes” no haya necesidad de cubrir esas carteras, pues como su historia lo demuestra, el PVEM nunca ha sido un partido auténtico sino un membrete sujeto a los intereses de sus dueños, una agencia electoral cuyo jefe de campaña será en Chiapas el secretario de Gobierno, Eduardo Ramírez Aguilar, quien en el evento del ungimiento borró de un plumazo uno de los requisitos básicos de las elecciones democráticas: la competencia. “No iremos a una competencia en 2015, vamos a ganar todo en 2015″, aseguró.
Con la designación de Castellanos como dirigente estatal, el domingo comenzó formalmente la estrategia del partido en el gobierno hacia los comicios del próximo año que, como se perciben las señales, será una elección de Estado en la que veremos las prácticas políticas más arcaicas e ilegítimas para alcanzar el poder.
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