Los primeros 25 años del PRD
Ni los veían ni los oían
Pero en una fecha emblemática para el imaginario patriótico mexicano el partido político de la izquierda mexicana vio la luz por primera vez.
Era el cinco de Mayo de 1989 cuando se concreta como partido político la extraña mezcla que ha definido desde entonces a la izquierda mexicana: ex priistas, líderes estudiantiles del 68, ex miembros del partido comunista, activistas del terremoto de 1985 y sindicalistas y miembros del Consejo General de Huelga estudiantil de la UNAM en 1987.
A veces la segunda fuerza electoral y política del país, a veces -como ahora- la tercera; es fundado apenas diez meses después de lo que muchos mexicanos piensan fue la elección más fraudulenta de nuestra historia: el seis de julio de 1988; cuando el entonces Secretario de Gobernación Manuel Bartlett Díaz anuncia la famosa “caída del sistema”.
Sobre esa famosa frase que ha dado pie a la democracia participativa que hoy tiene el país, Bartlett ha dicho que jamás la pronunció y lo único que ha reconocido es que el entonces presidente Miguel de la Madrid le pidió no difundir los resultados parciales que daban una ventaja al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Sólorzano.
Precisamente, de los primeros años del Partido de la Revolución Democrática lo que es rescatable y digno de mencionar es que sobrevivió al presidente más autoritario que hemos tenido en los últimos años, que luchó contra un nuevo tipo de operador político que apareció para disputarle espacios: el “mapache”; que hizo uso de la “operación tamal”, el “carrusel”, “la operación ratón loco” y otras linduras que muchas veces terminaron en violencia institucional contra sus militantes.
Tanto cimbró al régimen el nacimiento del PRD y lo disímbolo del origen de sus fundadores que a la par que era contenido con violencia institucional, el régimen autoritario de entonces se alía con el Partido Acción Nacional para poder gobernar naciendo así las famosas “concertaciones”.
También -y en esto coinciden numerosos investigadores- la fundación del Partido de la Revolución Democrática fue el cauce legal que impidió que muchos mexicanos abrasaran la violencia contra el régimen que “supuestamente” les arrebataba la victoria de 1988.
En ese sentido, su fundación evitó un baño de sangre en el que se hubiera envuelto el país. Por eso, a la par de la fundación del partido de la izquierda mexicana debe reconocérsele la visión y la estatura moral que adquirió el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Sólorzano.
El PRD fue el parteaguas de la aparición de lucha electoral de la izquierda por la vía pacífica y la casa donde convivían diversas corrientes de pensamiento político de izquierda, moderados o radicales. En ese sentido nace de la unión del Partido Mexicano Socialista, del Partido Mexicano de los Trabajadores, del Partido Socialista Unificado de México, la corriente crítica del PRI inconformes con el sistema de elección del candidato Carlos Salinas de Gortari y organizaciones civiles que pedían elecciones libres.
No puede negarse que en un país como el nuestro tan desigual, con tanta pobreza el PRD se convirtiera muy pronto en una alternativa electoral seria; sobre todo considerando que el partido hegemónico el PRI abandonaba los postulados de la revolución mexicana para abrazar el neoliberalismo como opción y a los llamados “tecnócratas” como dirigentes que desplazaron de la política pura a los viejos priistas.
Tanto avanzó que hoy gobierna la Ciudad de México y ha mantenido su hegemonía en ella desde 1997.
Como todos los partidos políticos, el PRD tiene buenos, malos y pésimos militantes y por ello también ha tenido buenos, malos y pésimos gobernantes.
En Chiapas tuvimos a un efímero militante, pero pésimo gobernante; Juan Sabines Guerrero.
Pero más allá de los nombres de los gobernantes emanados de sus filas, podrás ser o no de izquierda, tendrás simpatía o no por el PRD, pero ninguno de los ciudadanos de este país le puede negar al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, a Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez entre otros que fueron un factor decisivo para consolidar una transición del poder electoral a los ciudadanos y por ende una democracia participativa.
Costó mucho -y sigue costando- pero hoy hay más apertura en los medios de comunicación que hace 25 años y eso fue gracias al empuje del PRD y de ciudadanos decididos.
Lo que no ha logrado a 25 años es crear una plataforma económica nacional que sea una verdadera alternativa al modelo neoliberal que ahonda nuestra dependencia al exterior y que hace crecer la pobreza y la desigualdad.
Tampoco ha sumado cuadros de dirigentes jóvenes, los cuales se fueron al PAN de Fox y Calderón y hoy puede que le vean más futuro a una militancia priista que perredista.
La dirigencia más joven es la emanada de la huelga universitaria de 1987 y el PRD es todavía manejado por los dirigentes históricos y fundadores.
Donde está la voz del PRD con el campesino, la mujer, los jóvenes y los micro y pequeños empresarios, hoy no existe o es bastante tenue.
La lucha de la izquierda y el perredismo que por muchos años e concentró en temas electorales, descuidó las necesidades de los sectores mencionados. Hoy es necesario que los retome, en un contexto donde la lucha social debe también pasar por la defensa de la riqueza minera, de la energética y de las leyes de telecomunicaciones que combatan los monopolios.
El PRD de hoy está inserto en crisis; políticas, de identidad y de visión. El rescate que deben de hacer de él sus militantes, es necesario para que el país siga manteniendo una alternativa política real que sirva como contrapeso a la derecha y al centro del espectro político que muchas veces son aliados políticos.
El reto para el PRD es grande, pero superó el embate brutal del presidente más autoritario de este país en los últimos 25 años. Es necesario que supere los retos actuales, se desmarque del poder por el poder y de paso revitalice sus cuadros políticos.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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