La olla de presión en la que están metiendo a Chiapas

Con el código se pretende controlar manifestaciones. Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Con el código se pretende controlar manifestaciones. Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

¿Qué es lo más preocupante que el gobernador del estado, Manuel Velasco haya enviado la iniciativa para la creación del Código que Establece el Uso Legítimo de la Fuerza por las Instituciones de Seguridad Pública del Estado o que el Congreso del Estado lo haya aprobado a tan solo una semana de haber entrado la propuesta?

El mencionado código ha sido criticado por diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos tanto a nivel nacional como internacional por considerar que pone en riesgo el ejercicio del derecho a la libre manifestación, y podría ocasionar violaciones a los derechos humanos en el momento de las detenciones.

De acuerdo a la organización civil Artículo 19 la puesta en marcha de este código puede derivar en acciones arbitrarias por parte de los elementos de Seguridad Pública del Estado que pongan en riesgo la integridad personal o la vida de quienes se manifiesten públicamente.

Las acciones de protesta son naturales en cualquier sociedad y sistema político, el intentar contenerlas y controlarlas podría resultar más perjudicial que benéfico para quien quiere hacerlo.

En un estado democrático el derecho a la libertad de expresión, la libre manifestación, el derecho a saber y el acceso a la información ayudan a mantener la paz social porque permite a la ciudadanía expresarse y participar, si estos derechos no se respetan se termina encerrando a la sociedad en una olla de presión sin una válvula de escape.

De los aduladores

El presidente de la Junta de Coordinación Política, Fernando Castellanos Cal y Mayor, cuando fue cuestionado por los medios de comunicación sobre la aprobación de este código terminó diciendo algo inaudito. Según el legislador el documento fue realizado con base a las recomendaciones del relator especial para casos de tortura de la ONU, quien recientemente estuvo en Chiapas.

La declaración del legislador es difícil de creer no sólo porque el contenido del Código contraviene las recomendaciones del relator, si no porque el diputado para fijar una posición sobre el tema tuvo que sacar su celular y leer, directamente, de la pequeña pantalla una declaración, que fue obvio, se la habían escrito con antelación.

Podría asegurar que el legislador, como la mayoría de las y los congresistas de Chiapas, ni siquiera leyó la iniciativa que aprobaron. Sólo así se entiende que el diputado se haya alterado ante los cuestionamientos de la prensa y haya decidido la descalificación sin argumentos y una discusión absurda con uno de los reporteros, que el debate basado en el conocimiento.

Y en el fondo es, precisamente, esa actitud que sacan a relucir los integrantes de los Poderes de Gobierno cuando se les cuestiona que me hace pensar que el objetivo de este tipo de Leyes no es más que un intento burdo de acallar las críticas y manifestaciones.

Estos jóvenes y viejos políticos –estoy convencida que no depende de la edad, si no de la formación y la inteligencia emocional- no están acostumbrados a la crítica. Les molesta, prefieren la adulación. Sin saber que para su propia carrera política les podría hacer más bien la crítica que el halago fácil. La primera nos hace ver nuestros errores, nos exige cuentas, nos obliga al esfuerzo diario; la segunda en cambio nos hace perezosos, tiranos y ciegos.

Este código no sólo es violatorio a los derechos humanos de la ciudadanía –que es lo que realmente importa-, sino también podría convertirse en una olla de presión para la ciudadanía. Todos sabemos qué pasa con ese tipo de ollas: le termina explotando en la cara a alguien. Tengan cuidado.

 

 

 

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