La izquierda en Chiapas, una simulación
Los principios de justicia, igualdad, coherencia y crítica defendidos por la izquierda, en Chiapas se reducen a caparazones políticos y económicos personales y de grupo.
Los autoproclamados representantes de las luchas sociales auténticas, dejaron postulados y compromisos una vez que probaron las untadas del poder.
En nada se parecen cuando iniciaron o llegaron Chiapas con sus discursos y disfraces deizquierdosos.
Rigoberta Menchu, Premio Nóbel de la Paz, refugiada y forjada ideológicamente en esta entidad federativa, de donde protestó y pugnó por los oprimidos, volvió al estado recientemente con un discurso cómodo, suave y complaciente con el gobierno.
La guatemalteca asumió una posición lisonjera y de exaltaciones al gobierno chiapaneco, con cuyos representantes se reunió y fotografío en un incesante intercambio de admiraciones mutuas.
Esquiva y ausente a cualquier crítica rehuyó opinar sobre la situación del país, y redujo su participación pública a comentarios sobre el derecho indígena, basado en la educación y las normas incluyentes multiculturales.
No dio para más Nada recordó a la joven maya-quiché que fue en los 80, al lado de don Samuel Ruíz García, cuando mantenía su férrea defensa a los desvalidos y su oposición inalterable a toda expresión impositiva.
Hoy Rigoberta, a quien se le presenta como doctora, y en todo momento pretende apuntalar el comentario gracioso, acude invitada por reyes, príncipes y gobernantes, con quienes saborea viandas, departe y negocia sin alzar la voz , ni oponerse ni criticar los sistemas de gobierno, como corresponde a su investidura e influencia internacional.
No critica, sólo negocia. Se plegó pues a la naturaleza del poder. Cualquiera que éste sea.
Esto mismo ocurrió con los izquierdosos que surgieron y llegaron en aquella década a Chiapas. Lo hicieron con un discursorevolucionario, de dientes para afuera, que en el fondo ni sentían, ni compartían ni vivían, como quedó demostrado al poco de caer seducidos por los gobernantes en turno.
La lista de estos hombres y mujeres es abultada, pero la ilustran muy bien personajes convenencieros de la política local, como Arturo Luna Lujano.
Al sinaloense se le recuerda que llegó disfrazado de huaraches, enmezclillado con mochila sin curtir y un pasado, dizque de ex guerrillero.
En el gobierno de Pablo Salazar demostró su naturaleza real, con su ausencia de compromiso hacia los campesinos e indígenas, y su vida personal ostentosa, que semejaba a un catrín fuera de lugar, con su ropa y calzado de marcas, remedando a quienes en su momento criticó comopequeños burgueses.
Gabriel Gutiérrez Ávila, es otro acomodaticio de la política local, hoy en su papel de asesor de la diputada Alejandra Soriano, con quien asoma cabeza y alza el puño izquierdo cuando se trata de aparecer en la fotografía de prensa.
Al ingeniero que le gusta ocupar puestos burocráticos o mantenerse detrás del telón, no se le recuerda enarbolando acciones directas de defensa y apoyo a grupos sociales vulnerables, no obstante que en el gobierno municipal de esta capital ocupó en su momento la responsabilidad del desarrollo social, por cierto cuando gobernaba Juan Sabines Guerrero.
A Gutiérrez Ávila se le recuerda desentonado con sus atuendoscatrinescos, cuando en 1994 salía a las calles con los integrantes del extinto Consejo Estatal de Organizaciones Indígenas y Campesinas- cuyos dirigentes ( Gustavo Zárate, Agustín Zunún, entre otros) que medraron y se aprovecharon a la sombra del movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Estos autoproclamados representantes de izquierda, permanecen en puestos de bajo perfil, ocupados en sus bienes materiales, como asesoresgubernamentales, o bien vagabundean en los cafés, o están agazapados a la espera de lanzar la dentellada política a esa izquierda de membreteque acostumbran crear en períodos de elecciones, para saciar fines personales y de grupos.
Con y por el respeto que nos merecemos, tanto los lectores de Paralelo, como las y los pergueñadores de este espacio de LIBERTAD y CRÍTICA, sugiero amablemente, desechar anónimos. Construyamos ciudadanía.