Definición de duda
Para que no quede duda, duda es: “vacilación o indecisión ante varias posibilidades”; es decir, de acuerdo con el diccionario, duda es como una intersección de varios atajos. El que duda se enfrenta a dos caminos, cuando menos: el de la izquierda o el de la derecha; el de arriba o el de abajo; el pavimentado o el lleno de tierra y polvo. De esta ligera vacilación (parece vacilada) depende el destino. Esto es lo que los entendidos llaman Libre Albedrío. La duda, entonces, no es un impedimento sino, al contrario, es el motor que nos empuja a la acción. Sólo quien duda -podría decir el experto- camina, tropieza y se levanta. Claro que esta última frase podría usarla cualquier inútil de esos que escriben libros de superación personal. Porque, a final de cuentas, los escritores de esta clase de libros, de pronto, se vieron en una disyuntiva: caminar por el camino escabroso de la literatura e intentar escribir obras maestras y vivir del aire, o caminar por el camino sin piedras de la escritura “light” y vivir como jeque árabe. Los Paulos Coelho del mundo decidieron bien, no se asfixian en los caminos tormentosos de los otros.
Toda duda genera una decisión (¡ah, qué jodido me estoy viendo! Parece que Molinari también tiene un Coelho escondido en el espíritu. Lástima que Molinari no recibe la paga que el brasileño y debe conformarse con aspirar a ser un García Márquez sin llegar a ser, cuando menos, un uñero de Paulo. ¡Qué destino tan pinchurriento!).
Y ahora, para continuar en la senda de la superación personal, puedo decir que quien no duda ¡no vive! Sólo una certeza existe en el mundo: la certeza de la duda. Dudamos, sin mucha conciencia, todo el día (la excepción es la etapa cuando dormimos). Dudamos porque a cada instante debemos decidir por algo. Cuando el despertador suena, mi clon duda entre levantarse o dormir cinco minutos más; duda entre levantarse con el pie izquierdo o con el pie derecho, porque recuerda que la tía Eusebia dijo que debía hacerlo con el derecho para que le fuera ídem en el día, pero el tío Eusebio dijo que eso era una estupidez, ya que él era zurdo.
L
a vida nos coloca frente a la duda a cada instante. El Universo es la certeza infinita, pero el ser humano (hormiguita, apenas guijarro) es la duda infinita. Basta ver cómo juegan con nosotros a la hora de votar por un candidato. No basta, como en sociedades avanzadas, decidir por uno o por otro. Acá, en este país lleno de dudas (y de deudas), debemos elegir entre cuatro o cinco opciones. No basta el verde, el colorado y el amarillo, ahora ya hay partidos políticos bicolores. Acá en Chiapas existe un híbrido que se llama POCH. ¡Dios mío! En Comitán usamos una onomatopeya simpática cuando alguien se cae, decimos: “hizo pongoch”. Siempre que leo algo acerca de ese famoso (famoso por inútil) Partido Orgullo por Chiapas pienso en la onomatopeya chiapaneca. ¿Quién -digo yo- tiene suficiente capacidad para elegir entre cinco caminos, todos pedregosos, todos llenos de baches? A veces, ¡qué pena!, por eso mucha gente prefiere mejor sentarse sin elegir un camino, sin recordar que, de todas maneras, nos llevarán al baile.
“Ante la elección ¡la duda!”, dice mi compadre Luis (y no es escritor de literatura “light”). La muchacha bonita siempre está instalada en la duda: “¿lo acepta como novio?”, “¿le da la tan anhelada prueba de amor, cuando ya la ha dado decenas de veces?”.
¿Voy a la escuela? ¿Cómo tacos en la calle? ¿Renuncio a este trabajo? ¿Me cambio de ciudad? ¿Subo a esta combi o espero la otra que, “espero”, esté más vacía? ¿Camino por esta calle que está en penumbra? ¿Pedimos otra botella de ron? ¿Cojo sin condón, porque la calentura ya me ganó?¿Se lo digo a mi mamá? ¿Me afilio al POCH para que un día yo sea candidato a diputado local? ¿Me vuelvo Verde? ¡A cada instante la duda aparece! Aparece como nube en nuestro cielo y, a veces, llueve de más, llueve como si fuese una tromba en plena primavera. “Le dije que no saliera a carretera, llovía mucho”, dice la afligida madre cuando recibe la noticia de que el hijo está en el hospital. Todo es una duda. Nuestra vida comienza con una duda: “¿aborto o dejo que nazca?” y termina con otra: “¿le desconectan los aparatos que siguen dándole vida?”. Y aún va más allá: “entierro o incineración”. Ante la rotundez de la certeza del Universo, somos la excepción que confirma la regla: ¡somos la duda infinita!
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