Redes sociales, el nuevo hábitat
Las personas, dicen, se han ido a vivir a las redes sociales; desde donde se enteran, disfrutan, aman, defenestran, mueren y reviven.
Yo, que apenas llego a migrante digital, no he podido acomodarme a esas nuevas exigencias de la vida moderna. Me abruma Facebook y entiendo poco de Twitter y de los hashtags.
Mi hijo, en cambio, ha crecido con un Ipod en la mano, un aparatito multifuncional que le sirve para anotar tareas de la escuela, tomar fotos, mensajearse con sus amigos y escuchar música.
Este día me propuse estar en Facebook para saber qué hacen mis amigos. Me entero que Marco Antonio está tomando una cerveza en el bar más antiguo de Zacatecas; que Lupita ya cambió de novio y de foto de perfil; que Manuel Velasco Coello me pide darle like a su página para ser su seguidor un millón 26 mil 558; que Karina me invita, por milésima vez, a jugar Candy Crush y que Gustavo quiere que yo pruebe cumpleaños.
No me da tiempo a encontrarme con todos mis amigos. Llevo una hora picando aquí y allá. Reviso Las odiadas novias de los nazis, que Isaín ha subido para mi morbo y odio personal. Y me detengo en la canallesca foto, que posteó Sandra de los Santos, del secretario de gobierno, Eduardo Ramírez Aguilar, rodeado por sus 25 colaboradores y, una colaboradora, como reina de carnaval.
Ángeles Mariscal escribe que el “presunto Zeta” que amenazó a un periodista chiapaneco sigue operando con impunidad, y desde su mismo número de celular, el 9611126325, acaba de extorsionar a una señora.
Estoy agotado entre lecturas de poemas, de cuentos, chistes y pensamientos que intentan pasar a la posteridad. Aún no me he encontrado con Sergio Stahl, Enrique García Cuéllar, Enrique Alfaro, JJ Balcázar, Gabriela Coutiño y Arcadio Acevedo, pero ya Fernando Castellanos Cal y Mayor me hace un guiño para convertirme en su seguidos 115 mil 526.
En mi bandeja de mensajes, me escribe el doctor Jorge López Arévalo desde quién sabe qué día, pero yo igual le contesto. Le digo que su artículo del “jurnioraje chiapaneco”, el cual se refiere a esos políticos de papel, novatones y pésimos que están acabando con Chiapas, es excelente. No me pela.
Tengo también 16 solicitudes de amistad, varadas desde tiempos inmemoriales, a las que daré aceptar si me parecen conocidas o las ignoraré si percibo que desean venderme lociones a plazos o productos para adelgazar.
Encuentro un post de Mario Arturo que confiesa que le está aburriendo el Facebook, que está pensando desaparecer de esta red social, pero por el contrario Ana Luisa está entusiasmada porque ha llegado a los cuatro mil seguidores. “Gracias amigos, gracias por existir”, dice, vestida con una blusa insinuantemente transparente.
Estoy abrumado, cansado, de este navegar entre amigos. Cerraré mi sesión. Me apareceré de nueva cuenta cuando alguien me recuerde que existe Facebook y Twitter; cuando algo me diga que ahí están mis amigos, que se han mudado a ese espacio mágico de tranquilidad virtual y confort.
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