Destrucción de manglares de Chiapas
Cuando uno ve la destrucción, impune y cobarde, de los manglares de Chiapas no queda más que morderse la lengua para no proferir con coraje mil de madre en contra de las autoridades encargadas de su protección.
El daño que han sufrido nuestros manglares, sólo comparable quizá con el destrozo que hizo el güero Rosillo en la Selva Lacandona. En ese tiempo, el general Absalón Castellanos Domínguez estaba tan entretenido, coronando reinas de las ferias en los pueblos, que no tuvo tiempo de enterarse de la brutalidad con que se destruyó gran parte de nuestras selvas.
Con su empresa Promotora de Maderas del Trópico, Jorge Martínez Rosillo, inició la tala sistemática de árboles de maderas preciosas. En 1985, Guillermo Correa –el gran Memo, reportero entonces de Proceso– describió al protegido de Absalón como un personaje que no podía ir a ningún lado sin una metralleta: “Presume de norteño, aunque es oriundo de Tlaxcala. Es el hombre fuerte de las finanzas del estado”, y de la Lacandonia, por supuesto.
Patrocinio González Garrido encontró en Martínez Rosillo a la persona donde podía descargar todo su furor por los daños ocasionados al estado: lo encarceló y lo exhibió como lo más corrupto, vil y vergonzoso que se había hecho en Chiapas. Razones no le faltaban, y yo aplaudí, que al fin un protervo de los bosques se llevara algún castigo.
Pero el güero, hombre leyenda, hombre corrupto, político y camaleónico como pocos, salió de la cárcel y se acercó al PRD donde se convirtió en consejero de Cuauhtémoc Cárdenas, hizo diputado a uno de sus hijos e inició un emporio de más de 80 estacionamientos en el Distrito Federal, que rápidamente transmutaron en hoteles y centros de recreo.
En el 2007 murió Jorge Martínez Rosillo, convertido en empresario con ideas de izquierda. Decía que en realidad toda su vida había sido simpatizante de Marx, Lenin, Lázaro Cárdenas y Fidel Castro.
Es posible, como él mismo contaba, que haya sido el único mexicano que zarpó rumbo a Cuba en la expedición del Granma. “Desgraciadamente naufragamos en Campeche y ahí se acabó mi participación”, dijo alguna vez el traficante de madera. Eso no lo limitó a que más tarde llevara a empresarios de nuestro país a la isla para realizaran las primera inversiones en el sector turístico.
El último escándalo, porque su vida no puede verse más que como una sucesión de escándalos, arrebatos y manotazos, fue su presumible participación en el EZLN. De acuerdo a Bertrand de La Grange, Martínez Rosillo envió dotaciones de botas, uniformes y armas para Marcos, antes de que el encapuchado toma San Cristóbal de Las Casas el 1 de enero del 94. Si digo todo esto, es porque detrás de la destrucción de manglares de Chiapas debe haber algún personajillo que intenta seguir los pasos del güero.
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