Definición de enchufes
Es un absurdo admitir que la palabra enchufe sea de género masculino, tendría que ser femenino. En lugar de decir “el enchufe” tendríamos que decir “la enchufe”, porque a final de cuentas lo que hace un hombre al conectar una clavija es introducir. El enchufe es un chunche que, por naturaleza y vocación, recibe un plug o una clavija. “La enchufe” siempre está abierta, como adolescente calenturienta, dispuesta a recibir.
Un enchufe genera movimiento o luz. Siempre que hay algún contacto ¡la luz se hace! No es casualidad que a las madres parturientas se les atribuya el milagro de “dar a luz”. Y es que estas madres, alguna noche, fueron enchufadas, en alguna cama de motel o en el asiento posterior de un carro. Esas muchachas, llenas de sudor, no soportaron más y pidieron ser introducidas.
En el parque central de mi pueblo hay enchufes para quien quiera conectar su laptop o el cargador de celular. A veces, cuando me siento en una banca y abro un libro o me dedico a ver las nalgas de las muchachas bonitas que por ahí pasan, veo también cómo los muchachos llegan y conectan las clavijas en los enchufes. Este simple movimiento les permite hacer sus labores en las computadoras. Después del acto de enchufar los veo, hacendosos, concentrados, teclear con avidez. Sus dedos acarician los teclados. Yo, que soy un perverso, imagino que siempre sucede este ritual cada vez que alguien enchufa a otro.
El enchufe debería ser femenino, tendría que salir del clóset y declarar que su vocación es ser penetrada y que el diccionario se equivocó, que ella nació para calzar zapatillas y vestir un babydoll. La gente no toma conciencia de que muchos objetos en la vida son gays y permanecen en el clóset por la tozudez del Sistema. Por ejemplo, siempre he pensado que el sombrero debería ser del género femenino así como es femenina la cachucha y la gorra. Estas dos prendas son femeninas porque siempre cubren “la cabeza”. Hay una gran sensualidad en el movimiento del hombre que se coloca la gorra antes de salir de su casa. El hombre se para frente al espejo, toma la gorra con ambas manos y se la introduce. La gorra recibe la cabeza y cuando ésta ya está cubierta, el hombre repasa la cachucha y la acomoda. ¿Hay acaso movimiento más seductor y cachondo? Por esto, la gorra es de género femenino. Pues resulta que el mismo movimiento hace el hombre a la hora que se pone el sombrero. El movimiento es un poco más rudo, un poco como si fuese sexo duro, pero sexo al fin. El sombrero es un gay adentro del clóset. Claro que a los charros machos, muy machos, esto que digo les causará escozor, pero ya sé que cuando esos machos acuden a un concierto de Juan Gabriel, cuando ya están bolos por tanto güisqui, se dejan abrazar por el cantante y lo despiden dándole una nalgada en el pantalón entallado. Juan Gabriel grita como ratita cuando siente la mano del macho. ¿Por qué no les molesta que la pistola sea de género femenino? Este es el caso contrario, la pistola debía ser de género masculino, por obvias razones. ¿Cómo es posible que un objeto fálico sea de género femenino? “La pistola” debería ser “el pistola”. En México, pistola se usa como sinónimo de pene. A veces paso por la Escuela Secundaria del Estado y veo a grupos de muchachos platicando. Ellos están recargados contra la pared, con un pie sobre el muro; ellas pasan, coquetas, con sus faldas de tela de cuadros, a mitad de los muslos tiernos. Uno de éstos, el más atrevido, se agarra el pene y los testículos por encima del pantalón y les dice a ellas: “les quiero meter la pistola”, lo dice enturbiando los ojos, engolando la voz, jugando a ser hombre, a ser macho. Ellas ríen y una dice: “pendejo. Tu pistolita es de juguete”. Ellas ríen y él se sonroja, deja de tocarse sus partes y cambia la conversación. Ellos, sus amigos, también ríen.
La mesa sí está en su género correcto, porque siempre está a cuatro patas. Pero, el foco, así como el enchufe, tendría que ser “la foco”. Este chunche ha dado a luz a millones y millones de kilowatts. ¡No es poca cosa!
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