La élites chiapanecas
Nuestros políticos en Chiapas viven en un mundo de confort donde no se siente las penurias económicas. Ellos siguen cobrando muy buenos sueldos, recibiendo jugosas prestaciones y participando en negocios al amparo del gasto público, creciente en Chiapas desde el levantamiento zapatista. Se les ve comiendo en los mejores restaurantes, adonde llegan en camionetas enormes conducidas por choferes y un séquito de guaruras. Cuando viajan, lo hacen en primera clase y en aviones privados. Toda esta vida de gran comodidad la hacen, desde luego, con cargo al erario. Los políticos chiapanecos son de los más despilfarradores de México. En esa dolce vita es muy difícil que se percaten de los problemas económicos que vive la mayoría de la población.
Como nuestros políticos no van al mercado, no se dan cuenta de cómo han subido los precios. Como tienen chamba, no sufren para conseguir un puesto laboral en una economía donde hay mucho más demanda que oferta de trabajo; en Chiapas casi 8 de 10 empleos son informales y la tasa de trabajo asalariado es muy baja. Como no arriesgan su capital, no sufren porque las ventas se caen, los precios de los productos agrícolas igual o están afectados por la roya del café y hay que pagar la nómina semanal o quincenal. Todo eso les es ajeno. Quizá leen acerca de estos apuros en la prensa, pero no los viven en carne propia. Por eso el crecimiento económico no es una prioridad para ellos. Por eso se dan el lujo de privilegiar la frivolidad antes de lo que necesita Chiapas para que la economía crezca aunque sea un poquito.
El «núcleo duro» de las políticas aplicadas en los años recientes han llegado para quedarse. Lo que se pensaba era una forma asociada al sabinismo, ahora se repite en forma más burda. No hay duda de que, en definitiva, la aplicación de otra orientación y un viraje en la política de dispendio y frivolidad por una de que favorezca a la mayoría social depende de las correlación de fuerzas, y ésta nunca había sido tan favorable a la clase política y las élites.
Si bien el levantamiento zapatista -que puso de manifiesto las debilidades del modelo de acumulación chiapaneco y visibilizó la pobreza extrema en que se desenvolvía una parte importante de la población- parecía representar una oportunidad de mejorar las cosas, pues el gobierno federal volvió los ojos a Chiapas y envío recursos por tubería, también como parte de la política de contrainsurgencia. Sin embargo, la gestión de esos recursos ha dado al traste con cualquier esperanza y nos ha devuelto a una dramática realidad: los pobres hoy son más que en la época del levantamiento y las élites de la juniorcracia han tomado el poder, y han impuesto sus condiciones e intereses. Han demostrado ser más depredadores que sus antecesores y mucho más frívolos. Han aprovechado el levantamiento para promover una amplia y profunda reestructuración de la forma de hacer política y de dirigir la economía: conversión en mercado del voto ciudadano, recomposición de las áreas públicas de negocio en beneficio de ellos, en inversiones financieras y no financieras, profunda alteración de los equilibrios de poder en provecho de las oligarquías, confiscación masiva de la renta pública que ha permitido el enriquecimiento de unos pocos y profunda deriva antidemocrática. En esto ha quedado el denominado proyecto de transformación efectuado por el EZLN, un movimiento testimonial que convoca a escuelitas que maravillan a algunos intelectuales, pero eso también tiene que ver con la deriva de alternativas de cambio y transformaciones sociales, de proyectos fracasados y derrotas históricas. En broma digo que el zapatismo parece la redición de la novela de humor amargo de Alexander Chayanov, quien la publicó en 1920, contando la historia de Iván Kremnev que despierta en Moscú en 1994, pero en una sociedad construida después de 1934, fecha en que los bolcheviques fueron derrotados por un partido campesino que instauró una república sin ciudades, la industria en el campo y los campesinos felices con sus cooperativas.
Cuadro 1. Pobreza en Chiapas 1990-2010
Pobreza alimentaria | Pobreza de capacidades | Pobreza patrimonial | ||||
1990 | 2010 | 1990 | 2010 | 1990 | 2010 | |
% de la población | 46.2 | 48.6 | 55.1 | 58.0 | 75.1 | 78.1 |
Fuente: Coneval.
No obstante los cuantiosos recursos que la federación ha destinado al estado después del levantamiento zapatista, la economía no crece, la pobreza aumenta y no parece haber visos de que las cosas mejoren. Además se ha dado un endeudamiento de escándalo en tiempos de Sabines y en lo que lleva El Güero Velasco. En esta dirección avanza Chiapas. ¿Coyuntura? No, en absoluto, diría Arturo Huerta.
Los indicadores de El Güero no son buenos, más bien son un desastre. La economía ha experimentado un retroceso, la informal aumenta y la pobreza igual, pero el endeudamiento no disminuye ni el dispendio en carteles publicitarios y la forma faraónica de anunciar su informe de gobierno. Chiapas se ha convertido en un botín, vienen funcionarios de otras partes de México en busca de rentas. Un gobernador chiapaneco maneja más recursos que uno de Nuevo León, una entidad que tiene más o menos las mismas población y extensión de Chiapas, pero con una economía industrial, y contribuye con parte significativa en el PIB del país, lo cual no es el caso estatal. Por eso digo que en México se ha dado con Chiapas una especie de política de Hood Robin, quien es el personaje opuesto a Robin Sherwood que las leyendas del siglo XVI popularizaron como Robin Hood. Si éste confiscaba a los ricos para distribuir entre los pobres, Hood Robin hace exactamente lo contrario: le saca a los pobres para darle a los ricos (Bustelo, Eduardo, Hood Robin: ajuste y equidad en América Latina). Es decir, un trabajador de Nuevo León o de la Ciudad de México, que es pobre y paga impuestos, con éstos subsidia a las élites o juniors de Chiapas, así de crudo es el problema.
En los cuadros pueden ver los datos duros del gobierno de El Güero, nada favorables, pero la prensa dice que es visionario, es sensible, es el primero, ha realizado obras como nunca y otras perlas de adulación que son las mismas en su momento prodigadas a Sabines. La economía está en franca recesión, los tres primeros trimestres de 2013 tienen tasas negativas y la deuda ha aumentado. Somos de los que más han incrementado la deuda en el país en 2013.
El que la pobreza aumente no es responsabilidad del EZLN como se ha querido ver en la prensa por articulistas oficiales y oficiosos, sino del gobierno de México y de Chiapas que son quienes ejecutan la política económica y social. El resultado de más recursos para Chiapas es menos resultados y la élite juniorcrática más empoderada que nunca en la historia de Chiapas. En síntesis vivimos un desastre económico como no ha habido otro en nuestra historia reciente, sola comparada con el periodo 1982-1993 que implicó el cambio de modelo económico, pero ya llevamos tres décadas perdidas para el desarrollo en Chiapas.
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