Carnaval Zoque Coiteco
En ningún lugar de Chiapas se vive con tanto colorido el carnaval como en Ocozocoautla, en donde el Mahoma, el David, el Tigre, el Caballo, pero sobre todo los chores, enlazan tradición y modernidad.
De esa celebración primaria que era el tributo al Padre Sol zoque mutó en un festejo cristiano del todo se vale, de la máscara, de los bacanales y la burla.
El español, como sucede en la festividad de San Sebastián de Chiapa de Corzo, ocupa un lugar central: es a un tiempo exorcismo, rechazo y deseos de ocupar su lugar.
Aunque los chores son, presumiblemente mahomas, sus máscaras en realidad tienen la fisonomía del español, pero de un español disminuido, perdido, de rostro infantil e inexpresivo.
Lo que pierde en su rostro, lo gana en el cuerpo y en la cabeza que se convierten en un muestrario de cintas coloridas de tela y de papel.
La figura del conquistador no podía estar ausente, como no lo está en prácticamente ninguna de las tradiciones mexicanas, y más en una del carnaval, que permitía reírse del poderoso, defenestrarlo y burlarse con ingenio de su presencia constante y abusiva.
Hoy, el Carnaval Zoque Coiteco aunque recoge esos elementos del pasado incorpora otros de la modernidad. Los chores, por su número y por la libertad con que se mueven, son los que actualizan y llevan nuevos elementos al carnaval.
Su carácter bufonesco es importante además para mantener la frescura, la alegría y la antisolemnidad.
Un elemento de ruido, molesto para el turista, es el ataque a mansalva de harina y talco que se arroja a los ojos y al pelo de los espectadores. El problema es que los nuevos guerreros –generalmente adolescentes– buscan lastimar con sus disparos y, seguramente, lo habrán conseguido en más de una ocasión.
Fuera de esta incomodidad, el Carnaval Zoque Coiteco es una de las celebraciones más vistosas, atractivas y bellas de Chiapas.
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