El Partido Verde Ecologista en Chiapas: ¿una oportunidad perdida o de oro?
El pedigrí
A diferencia de otros partidos políticos como el PRI -que se formó al fragor de la revolución- o del comunista mexicano y el de la Revolución Democrática que lo hicieron como un paso más en la lucha social; el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) igual que el PAN fue fundado por la inquietud de las clases medias altas que querían participar en la política activa.
Para el político francés Maurice Duverger, la tipología de los partidos se da desde la perspectiva de su organización interna (atendiendo a su estructura) y desde la de su organización externa (atendiendo a las relaciones entre los partidos que existen en una misma nación). Con respecto a la estructura interna de los partidos, dicho autor distingue entre partidos de cuadros y partidos de masa.
Según este análisis el PVEM estaría clasificado como un partido de élite o de cuadros que solo deja sentir su influencia en campañas políticas y elecciones.
Otra clasificación sería la de las familias partidarias de Klaus von Beyme, según esta el PVEM estaría dentro de la familia verde, una de las nueve clasificaciones del politólogo; pero su notorio aislamiento internacional de las redes verdes ecologistas lo hace no embonar en esta categorización.
Respecto a sus propuestas y plataforma política, podría ser tipificado como una institución de centro-derecha, ya que no tiene posiciones socialistas ni de ultraderecha. Más bien se adapta a las coyunturas políticos electorales aliándose indistintamente con el partido más poderos en el papel; por eso la clasificación de Duverger es la más exacta.
A pesar de ello; el origen de cada partido esencialmente no es malo, puesto que lo que verdaderamente interesa en la política -y sus organizaciones- es que sirvan como contrapeso y le den voz a los sectores más diversos en una sociedad democrática.
Con la victoria en Chiapas que posibilitó por primera vez la llegada a un gobierno estatal de un militante cien por ciento ecologista y un senador en la antesala de la primera magistratura estatal, -como parece- además de su proclividad a los pactos políticos de élite; a este instituto político se le abre una serie de posibilidades que lo podrían fortalecer como un futuro partido de masas desde Chiapas para algún día alcanzar la presidencia de la república, o en el peor de los casos más gubernaturas.
Lo que el PVEM no puede permitirse es la amenaza de la inmovilidad y la creencia muy arraigada entre los políticos de que la popularidad -y el dinero o por el dinero- todo lo puede, asunto que se entrevé también ocurre en Chiapas.
En ese sentido, si el PVEM pudo navegar contra la identidad partidista priista histórica de nuestro estado, otros ya lo hicieron antes y ¿por qué no podría hacerlo en el futuro otro partido político u otro personaje carismático como el actual gobernador?
Por eso, Chiapas es prioritario en la futura agenda nacional del PVEM.
El ascenso
Su visión define al PVEM como una organización de ciudadanos ecologistas, cuya acción política se orienta a la promoción de un desarrollo sustentable.
En su portal de internet, este instituto político detalla el crecimiento electoral desde el año 2003.
Ese año logró 1.6 millones de votos, el 6.5 del total de votos emitidos; con ellos obtuvo 17 diputados. Para las elecciones presidenciales del 2006 duplicó el número de votos pasando a 2.6 millones. En el 2009 la cifra total de votos emitidos bajó respecto al 2006, pero el porcentaje total subió al 7.1 por ciento.
Pero el 2012, el PVEM logró la más alta votación de su historia al lograr poquito más de tres millones de sufragios a favor. Un escenario podría decir que la alianza con el PRI, el arrastre de Peña Nieto y los errores panistas posibilitaron el crecimiento exponencial del PVEM.
Lo concreto es que producto de esta alianza, el PVEM obtuvo la gubernatura de Chiapas, -la primera en su historia- siete senadores y 28 diputados federales. En lo abstracto, con la alianza también accedió a acuerdos directos con el Presidente de la República, autonombrado siempre, primer priísta del país.
El factor Chiapas
Manuel Velasco Coello, el joven gobernador del Estado de Chiapas obtuvo en las urnas en las elecciones de 2012, 1 millón 343 mil 980 votos.
Esta cifra equivale al 70.5 por ciento del total de la votación emitida para gobernador del estado. En otras palabras, de 2 millones de votos emitidos en la jornada electoral, Velasco Coello obtuvo 1.3 millones de ellos.
Cifras bastantes interesantes por lo elevadas y porque se lograron en un contexto de elecciones locales y federales bastantes competidas por lo menos desde 1994.
La victoria catapultó la carrera política del entonces Senador con licencia y significó convertir al PVEM en la primera fuerza política de una entidad dominada hasta entonces por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) seguido por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y marginalmente -con presencia en algunas áreas urbanas- por Acción Nacional (PAN).
Los elementos del ascenso
Evidentemente que mucho tiene que ver el carisma político de un candidato joven, que llegó meteóricamente al poder, sin pasar antes por ningún cargo administrativo, pero haciendo una carrera legislativa en todos los niveles, primero diputado local, después federal y más adelante senador.
Todo ello con una carrera bastante limpia, sin enemigos aparentes y tejiendo las alianzas necesarias para acceder algún día a la primera magistratura del estado.
Sin embargo, esto no explica del todo el éxito arrollador del proyecto ecologista en el estado, puesto que la política es el arte de lo aparente, lo superficial y de las circunstancias.
Un primer elemento que se suma al éxito ecologista es la conjunción por primera vez del proceso electoral federal con el estatal. Este hecho de entrada elevó la participación social en el proceso electoral por la expectativa de que si el PAN retenía el poder o el PRI se lo arrebataba.
Otro hecho es el papel de “bisagra” política que asume el PRI, de donde emergen los cuadros políticos chiapanecos que después lo abandonan para formar otros proyectos, desde otros partidos políticos.
Aunque no solo ellos lo hicieron, Pablo Salazar Mendiguchía y Juan Sabines Guerrero; los gobernadores que antecedieron a Velasco Coello, fueron los “saltimbanquis” políticos más notables. Esto dividió al PRI y lo hizo competir contra sí mismo desde las elecciones del 2000, cuando accede al poder Salazar Mendiguchía, el primer gobernador de oposición en el estado.
Desde entonces, el panorama político estatal y sobre todo su fase electoral es de una total falta de identidad partidista de los candidatos. Lo que no debe confundirse de falta de proyecto político.
En aras de la construcción del proyecto político de los mandatarios estatales, no solo el PRI ha sufrido los embates desde el poder para convertirse en el partido bisagra; en el 2006 con Juan Sabines Guerrero el PRD también sufre un sisma del que hasta hoy la izquierda chiapaneca no se recupera.
Básicamente en Chiapas las lealtades partidistas pasaron del priismo al perredismo y al verde ecologista. Tres identidades políticas entre la clase política chiapaneca: del priismo al perredismo con Pablo Salazar y del perredismo al PVEM en la transición entre Juan Sabines y Manuel Velasco Coello.
El otro golpe para la izquierda vino de la pérdida de la plataforma social que se llevó el movimiento de renovación nacional (MORENA) del ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador.
Los intereses políticos
Si una característica tiene el actual gobierno es que está presidido por el gobernador más joven del país y del estado a lo largo de la historia.
Pero además la inestabilidad política que la entidad arrastra y que hace explosión en 1994 con el zapatismo logra el fenómeno de que el gobernador más joven conviva con muchos gobernadores vivos:
Jorge de la Vega Domínguez, Absalón Castellanos Domínguez, Patrocinio González Garrido, Javier López Moreno, Eduardo Robledo Rincón, Julio César Ruiz Ferro, Roberto Albores Guillén, Pablo Salazar Mendiguchía y Juan Sabines Guerrero.
De los nueve, por lo menos cuatro tienen algún tipo de interés político con los que el gobernador Velasco Coello tiene que lidiar.
Eduardo Robledo Rincón tiene a un hijo como Senador perredista, Roberto Albores Guillén a su hijo, en este caso como senador priísta; los dos en el papel en la antesala para la gubernatura. Por lo tanto tienen un gran activismo en el centro del poder político nacional; la capital de la república.
Pablo Salazar no entendió que su periodo constitucional llegó a su fin y continuó con su activismo político -al menos de eso fue acusado por el régimen posterior- con el resultado ya sabido. En el periodo de Velasco Coello se afilia al PRD.
La mano de Juan Sabines Guerrero todavía se siente expresada en funcionarios de su régimen todavía incrustados en el periodo actual, otros son diputados y algunos más alcaldes.
Cada uno de los ex mandatarios activos, juega su propio juego político, pero no solo ellos; también lo hace la propia clase política chiapaneca.
En ese sentido, si los últimos mandatarios -léase Pablo Salazar y Juan Sabines Guerrero- accedieron a la primera magistratura dejando al PRI; la clase política local no se queda atrás en el fenómeno de ser “saltimbanquis”. Pasaron del PRI al PRD y de la izquierda al PVEM diluyendo las plataformas políticas de los institutos políticos pero sometiéndose a los intereses del grupo dominante en ese momento. (Algunos nombres están contenidos en esta colaboración anterior: http://bit.ly/1kdyRDc )
Los intereses económicos
El hecho de que la economía chiapaneca esté deprimida –o en estado de guerra- por la crisis urbana, política, financiera, económica y de administración pública que heredó el actual gobierno, no significa que la política no sea negocio o que el poder económico no haga política.
En un estado donde no existen empresarios innovadores, la relación con el gobierno es primordial para la marcha de sus negocios. Por ello la línea que divide a un empresario de un político es bastante delgada. En muchos casos un político chiapaneco es a la vez un empresario o viceversa y representa también los intereses de un gremio específico; ganadero, comerciantes, constructores, etcétera.
Pero el asunto ya no queda solo entre los empresarios chiapanecos; desde el sexenio Sabinista empresarios nacionales han volteado sus ojos a Chiapas. En el contexto globalizador esto no tendría nada de extraño ya que el capital busca donde posicionarse; el problema es que el periodismo independiente y los movimientos sociales también independientes afirman que en realidad esta invasión del empresariado nacional no es más que un saqueo de las riquezas chiapanecas.
Algunos de estos ejemplos bastante evidentes desde el sexenio anterior son la telefonía, las concesiones mineras, la educación superior privada, las carreteras de cuota y la energía eólica.
Francamente áreas emergentes de oportunidad económica que requiere un nivel de engranaje político-administrativo difícil de alcanzar para cualquier empresario local.
Porque además ningún empresario local -ni siquiera los de medios- tienen la cobertura nacional necesaria para que la megalomanía de nuestros políticos llegue a todo el territorio nacional.
Eso quizá explica la presencia de Ricardo Salinas Pliego en negocios en Chiapas en un trato doblemente jugoso para el: Entra con sus negocios al estado para diversificar sus actividades y promueve la imagen -claro está que cobrando- de nuestros mandatarios que desde siempre han soñado con por lo menos saltar al gabinete ampliado federal.
Por eso Ricardo Salinas Pliego es un factor en la política chiapaneca y todo indica que lo seguirá siendo.
La pelea al 2015
La política y los intereses económicos convergen en Chiapas, quien no lo vea así prácticamente vive en la luna.
Por muchos aspectos las intermedias serán la madre de todas las batallas chiapanecas. Algunos de estos elementos son los siguientes.
- La posibilidad de reelección
- Los intereses políticos económicos.
- La necesidad de sobrevivencia -saltando como chapulines- para la clase política estatal
- El factor del activismo de los ex gobernadores
- La necesidad del PVEM de consolidar su crecimiento en Chiapas, que seguramente chocará contra algunos intereses estatales.
El actual gobernador logró casi la mitad de los votos totales del PVEM en el proceso electoral del 2012.
Su popularidad, la inestabilidad política que genera el saltimbanquismo político, el desgarre del PRI y el PRD, además del hartazgo social por una crisis financiera gubernamental provocaron su fenómeno.
A su partido, el proyecto político verde tendrá que entregar buenas cuentas si Velasco Coello o miembros de su grupo quieren continuar una carrera política más allá de este sexenio.
Esta necesidad de crecimiento verde choca por lo menos contra el activismo político de algunos ex gobernadores.
Especialmente la opinión pública estatal se pregunta ¿por qué habiendo tanta evidencia de corrupción no se castiga a funcionarios del gobierno anterior?
¿Por qué es un activista político el que realiza las denuncias y no existe respuesta institucional?
¿Se pagaron ya las deudas del populismo sabinista?
¿Dónde y en que se invirtió el gasto multiplicador de las actividades económicas, o sea el gasto de inversión estatal?
¿Habrá impunidad o castigo?
¿Seguirán en el gabinete los funcionarios heredados del régimen anterior?
¿Hay cuadros verde-ecologistas en el estado?
Estas preguntas que engloban el sentir popular, que implícitamente llevan algunos elementos que definirán las elecciones intermedias del 2015 como los intereses políticos-económicos y el activismo de los ex gobernadores, probablemente se conjugarán en contra de los intereses del PVEM local.
Sencillamente porque el sentir popular es de castigo a los culpables de la crisis que atraviesa Chiapas.
Pero además, si los grupos políticos sobreviven al verde o le imponen candidatos al gobernador, seguramente el proyecto político del gobernador más joven no sobrevivirá más que los seis años del periodo constitucional y habrá perdido la oportunidad de oro de consolidar presencia política nacional desde Chiapas más allá de la onerosa campaña publicitaria de sus asesores de imagen.
En ese sentido, por su sobrevivencia, el PVEM tendrá que romper sobre todo con el Sabinismo, -la rémora que le resta popularidad y que le tiene incrustado todavía funcionarios- y que mejor que lo haga antes de las elecciones intermedias.
El futurismo
Con los intereses político-económicos en juego en Chiapas y el inmovilismo del PVEM contra los enemigos que obstaculizan su crecimiento, la batalla por el 2015 será de pronóstico reservado.
Un escenario es que el PVEM acuerde con todas las fuerzas políticas en aras de la paz social local. Sin embargo esto significará pérdida de base social que solo podrá dársele la vuelta con carretadas de dinero en las elecciones. Pero el costo para el futuro de este instituto político en el estado será alto.
Otro es que rompa con el cordón umbilical que lo ata al sabinismo, con este escenario se hecha a la bolsa a la clase media y los sectores urbanos y consolida su crecimiento; sencillamente porque es lo que pide la opinión pública estatal.
En el peor de los casos, si continúa el inmovilismo verde en Chiapas, el plan B lo representa el Senador Luis Armando Melgar. En muchos sentidos un gemelo político del actual gobernador; bien conectado con el centro, joven, dinámico y representante de intereses económicos nacionales en Chiapas.
Con Melgar habrá continuidad en el proyecto institucional del PVEM, pero será difícil que esta continuidad sea también el proyecto Mavecista, si este continúa inmóvil y sin tomar las medidas políticas para hacer sentir el poder que le otorga ser el primer magistrado estatal. En otras palabras, habrá que poner en práctica la “Realpolitik” inmediatamente.
Además Melgar representa la continuidad de los grupos políticos empresariales nacionales en Chiapas.
Albores Gleason su colega en el senado, representa los del PRI y hasta eso, solo una parte.
También seguramente el PVEM negociará para hacer efectivo una vez más con el PRI nacional -o con quien haga falta- el convenio que le permitió acceder a la gubernatura y a una senaduría.
Bajo este escenario bastante muy probable, ¿cuán cara venderá la derrota el clan Albores?
Conclusión
Difícil es el escenario que se avecina para el sabinismo si el PVEM y el grupo compacto que arropa al gobernador deja atrás la frivolidad que hasta ahora los ha caracterizado.
El rompimiento es necesario para continuar en Chiapas con el crecimiento de esta franquicia política y del grupo compacto que la promueve, que encontró una clase política estatal sin identidad partidista.
Si ellos pudieron hacerlo, alguien más podrá también y los desplazará, así sea de su mismo establo político como lo es el Senador Melgar.
En el grupo compacto está la posibilidad real de ver más allá del simple disfrute del poder y no ejercerlo a plenitud. Esta es su principal fortaleza.
O se aplican o el PVEM pierde la oportunidad de oro que encontró en Chiapas. Los espejos del deterioro priista y perredista están enfrente para decirles lo que pasa cuando con dinero se quiere dar una identidad política a un estado que las dos elecciones consecutivas de la alternancia nacional le quitaron.
¿Iniciará la caída libre o el auténtico despeje del PVEM en Chiapas?, cada día falta menos para saberlo. El 2015 se cruza en el camino.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
Faltó una encuesta rápida, de esas de salida (jajaja) para ver cómo anda parado el VERDE en este preciso momento en el estado que gobierna, me suena a desaprobación mayoritaria, me suena a una larga lista de factores que cualquier votante de a pie puede mencionar. Ustedes qué opinan…
Buen análisis, triste y deprimente el futuro de Chiapas con estos cuadros políticos tan ávidos de poder como vacíos de amor a su estado.