Roberto Mancilla, el periodista, a 21 años de su muerte

Roberto Mancilla Herrera, al igual que Gregorio Jiménez,  fue asesinado en febrero, pero de 1993.

Patrocinio González Garrido gobernaba entonces desde México a través de Elmar Setzer Marseille, uno de sus anodinos empleados, y Tuxtla acababa de pasar por la traumática experiencia de la muerte consecutiva de 33 homosexuales.

Estos asesinatos se habían cometido para llamar la atención y para amedrentar. Los muertos aparecían en hoteles, coches, en plena Avenida Central o en casas particulares.

Roberto Mancilla Herrera, periodista asesinado en 1993

Roberto Mancilla Herrera, periodista asesinado en 1993

Cuando fue encontrado el periodista Roberto Mancilla, con dos balazos calibre 45, dentro de su coche, se propagó el rumor que su muerte se debía a los datos que había obtenido sobre la misteriosa muerte de homosexuales.

Y como todos los asesinatos que cimbran a una sociedad, no supimos realmente quién le disparó esas balas qué terminaron con su vida o quién ordenó su muerte, pese a que fueron detenidas varias personas, que después fueron liberadas por faltas de pruebas, empezando por el tenebroso Ignacio Flores Montiel y otros que alcanzaron notoriedad como Esteban Zorrilla Amen y Vicente Espinosa Pimentel.

En la desaparición de un periodista perdemos todos, como ahora sucede con Gregorio Jiménez. En el caso de Roberto Mancilla Herrera nos fue arrebatado a un maestro de la ironía y la irreverencia.

Las crónicas que publicó sobre sus viajes en combi son una mezcla de audacia, confesión y deliciosa recreación del hablar de las tuxtlecas, porque él prestaba oídos sobre todo a las señoras y a las muchachas:

“Resulta que ese mundo luminoso de las combis me hace sonreír cuando escucho un diálogo entre madre e hija que dicen: viste mi amor cómo huelen esos mampitos y ésta responde con un: sí mami, pero a mí lo que me gusta es cómo se menean, ¡tienen tanta gracia! O este otro: aaay señor –me dice una joven– ¿Cómo es que usted siendo ingeniero no tiene carro? Y en ese punto le recuerdo toda su máuser a la universidad veracruzana –con minúsculas, por mi culpa y en especial a los maestros de la facultad de química– siguen las minúsculas que nunca me dieron un curso intensivo de: Vuélvete rico en tres semestres o métete un tiro, o bien: Cómo hacerse de amigos ricos y espléndidos que te apoyen por aquello de: yo soy buen cuate con mis amigos jodidos. Pero no, nada de esto, lo único que pude contestar fue: mire señorita, es que no puedo pagar ese plan del gobierno que dice Carros para Todos, resulta que: o tengo vocho o como y hasta hoy –salvo el faquirismo– no existe un método que nos evite las molestias del comer. La muchacha sonríe y quiero interpretar su risita como un benigno: pobre pendejo, yo al menos aspiro a casarme con alguien de la Albania Alta”.

La muerte de Roberto, como la de Gregorio, son heridas que permanecen abiertas en la sociedad. Nada las cierra, ni siquiera la detención de los culpables.

 

6 Responses to “Roberto Mancilla, el periodista, a 21 años de su muerte”

  1. Sergio Stahl
    15 febrero, 2014 at 1:01 #

    Me gustó tu texto, Sarelly

    • Sarelly Martínez
      16 febrero, 2014 at 23:17 #

      Gracias querido Sergio

  2. Roberto Mancilla
    14 febrero, 2014 at 23:21 #

    Gracias master!

    • Sarelly Martínez
      16 febrero, 2014 at 23:28 #

      Al contrario, siempre es un placer escribir algo sobre tu papá. Tengo pendiente dedicarle mayor espacio. Espero hacerlo pronto. Por cierto, no sé si fue ocho o 15 días antes de su partida, que tomamos unas cervezas en La Mojarra Biónica, un bar que supongo ya no existe. Antes, dos meses, creo yo, desayuné en tu casa, con tu papá y tu mamá. En otra ocasión, lo acompañé al Teatro al Aire Libre Bonampak, donde uno de sus hijos, no sé si tú o o tu hermano, se aventaban unas rolas con su banda. Compartimos muchas veces, él siempre entusiasta e irreverente, y yo sorprendido y gozoso con su desparpajo. Un abrazo

  3. armando
    14 febrero, 2014 at 22:03 #

    Vientos, Sarelly, aunque describir la ironía o irreverencia del Mancilla es complicado, coincido con vos: lo cierto es que era grato leerlo…

    • Sarelly Martínez
      16 febrero, 2014 at 23:28 #

      Sí muy, muy grato.

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