La división, obstáculo a vencer en comunidades en resistencia

Desplazados de Carranza por conflictos intercomunitarios... peregrinan sin reencontrar su hogar. Foto: Chiapas PARALELO

Desplazados de Carranza por conflictos intercomunitarios… peregrinan sin reencontrar su hogar. Foto: Chiapas PARALELO

 

 

El mismo origen, las mismas condiciones de pobreza y la misma lucha por la sobrevivencia, no han sido suficientes para mantener unidos a miles de grupos y comunidades de Chiapas; que trabajan y mantienen procesos de resistencia ante las condiciones que los mantienen en la opresión y subdesarrollo.

El reciente conflicto que se dio entre bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) e integrantes de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (Cioac), permite ver como los grupos que mantienen el poder (religioso, económico o político), inciden de manera negativa, provocando una y otra vez la confrontación entre iguales, con la clara intensión de impedir el avance de los procesos de lucha y resistencia.

Lo positivo de esta historia es que la estrategia de “divide y vencerás” no es una sorpresa para nadie, y ante ella ha habido importantes acciones que han cohesionado en luchas comunes, al menos  temporalmente, a las comunidades y pueblos de Chiapas.

 

Acá la historia

Hace 40 años (en 1974) ,el obispo Samuel Ruiz convocó al Congreso Indígena, que de acuerdo a diversos historiadores, “tuvo el logro de encontrar a los pueblos, y que los pueblos  se vieran, se hablaran, se pensaran y actuaran. El Congreso les permitió formular su primer programa de lucha común: Tierra, Salud, Educación y Comercio justo”, señala el analista Gaspar Morquecho.

Cuatro décadas después, el actual obispo de San Cristóbal, Felipe Arizmendi, nuevamente convocó a delegados de las 57 parroquias de las zonas Selva, Altos y Norte; y a académicos y activistas, a fin de analizar la problemática sobre la tierra y territorio, en el Congreso Diocesano Pastoral de la Madre Tierra.

A pesar de la frialdad del escenario mismo del encuentro efectuado en enero pasado, las y los asistentes entraron a la reflexión colectiva y dibujaron a través de sus experiencias, el obstáculo que presenta la división intercomunitaria, como uno de los principales impedimentos que ha impedido el avance de sus procesos para lograr mejorar sus condiciones de vida. También se dieron acciones concretas para seguir avanzando

 

Conflictos religiosos, políticos, territoriales…

Felipe se dedica a la agricultura, llegó al Congreso Diocesano Pastoral de la Madre Tierra,

procedente del municipio Las Margaritas. Integrante activo de la Pastoral en su región, Felipe sostienen que en su región la proliferación de iglesias cristianas y evangélicas ha roto el tejido social.

“En cada poblado hay una o más templos evangélicos. Ahí llegan pastores de otros municipios, y empiezan a sembrar la división. Los evangélicos ya no quieren llegar a las asambleas, ya no quieren participar en acuerdos para mejorar las milpas, para que el gobierno no nos dividan la tierra, para hacer trabajo comunitario. La comunidad ya nunca vuelve a hacer la misma”, reflexiona.

Como Felipe, muchos y muchas de quienes asistieron, analizaron que si bien hay una conciencia colectiva para tratar de conservar su territorio y sus condiciones de vida, la diferencia de criterios no sólo en el ámbito religioso, sino político, y territorial les ha impedido avanzar y llegar a acuerdos comunitarios.

Juana Díaz, originaria de Chenalhó, explicó que en su región las comunidades están divididas por la filiación política. Hay quienes militan en diferentes partidos políticos, y quienes no ven en las elecciones y la política una opción de cambio para mejorar.

“Están los priistas, los cardenistas, los perredistas; están los que trabajamos por nuestra autonomía, y también están los hermanos zapatistas”, detalló en una de las reflexiones que se dieron en el encuentro.

En esta región las diferencias políticas y religiosas han ocasionado hechos como la masacre de Acteal, y desplazamientos forzados, el más reciente el que se dio en el Ejido Puebla.

En la reflexión colectiva se analizó también los casos de las comunidades donde habitan bases de apoyo del EZLN, quienes al decir de la dirigencia zapatista y organizaciones no gubernamentales, han sufrido en los últimos años más de 200 ataques provenientes de grupos de los mismos indígenas o mestizos, manipulados para intentar romper sus proceso de autonomía.

“¿En qué comunidad no hay división? ¿Qué organización no se ha dividido una y otra vez? Nosotros creemos que esa es una estrategia que ha impulsado el gobierno para tratar de que no avancemos, de que no lleguemos a acuerdos. Es la estrategia que ha hecho en los últimos 40 años para fraccionar la tierra, para que (El Estado) doblegue a la gente con sus programas de miseria y de hambre”, consideró Mario Vázquez, catequista de Ocosingo.

 

La industria extractiva entra a Chiapas

Ahora, cuando las relaciones intercomunitarias se encuentran fraccionadas en una gran parte de los poblados de la zona indígena, “está esta nueva amenaza de los proyectos de despojo:  las empresas mineras, de las hidroeléctricas, de la venta de oxigeno y del agua que nos pertenece a todos”.

Durante las mesas de trabajo que se llevaron a cabo en el encuentro, especialistas convocados por la Diócesis de San Cristóbal reflexionaron con el millar de asistentes en torno a las reformas legales que ha aplicado el gobierno federal, para fraccionar la tierra (a través del Procede y Fanar) y evitar así que las decisiones sobre su uso y destino sean colectivas.

“La propiedad social es un estorbo para la industria extractiva, y por ello la política del Estado tiene como uno de sus ejes el terminar con los derechos colectivos”, sostuvo Álvaro Salgado, del Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas (CENAMI).

Este rompimiento también ha sido aprovechado para que campesinos acepten la siembra de semillas transgénicas, y el cambio en el uso de suelo para plantar productos destinados a la producción de biocombustibles.

“El riesgo es entonces en la seguridad alimentaria de los pueblos, porque meten a la tierra y territorio en los esquemas mercantilistas y la lógica del mercado, done el Estado privilegia el derecho privado de las empresas, por sobre el derecho comunitario”, sostuvo.

 

Retomar las experiencias exitosas

Estela Barco y Jorge Santiago, integrantes de la asociación civil Desarrollo Económico y Social de las y los Mexicanos Indígenas (DESMI) -una organización de la sociedad civil que promueve la construcción de la Economía Solidaria impulsando la Agricultura Sostenible, el Trabajo Colectivo y el Comercio Alternativo- plantearon que pese al escenario de la división política, religiosa y otras que afectan a las comunidades, hay experiencias exitosas que deben tomarse como ejemplos de que esta situación se puede superar para seguir trabajando en colectivo por el bien común.

Una de ellas es el Grupo Ecuménico de Hortalizas Orgánicas de Pablo L. Sidar, de Chicomuselo, quien logró conjuntar a campesinos de varias creencias religiosas, y trabajar juntos en la siembra de productos orgánicos, y en la conservación de la tierra a través de  aplicar nuevas técnicas que no utilicen agroquímicos.

También detallo proyectos de comunidades autónomas, productoras de café orgánico, quienes ha pesar de ir contra la lógica del mercado, han logra importar su producto mediante otros sistemas de economía solidaria.

Explicaron que el cambio para mejorar los sistemas de vida y superar la división, “también viene desde adentro, desde cambiar nuestros hábitos de consumo, y llegar a ser autosuficientes en la mayor medida posible”.

“Como en su momento promovió nuestro obispo Samuel Ruiz, el reto es el de unir y articular lo disperso y lo diverso. Se trata de poder llegar a acuerdos. Nuestra preocupación no deben ser los dogmas ideológicos, sino ver cómo podemos vivir mejor en comunidad”, explicó Jorge Santiago.

 

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Algunas casos de división

En la selva, la organización con mayor presencia, la Asociación Rural de Interés Colectivo de Responsabilidad Limitada (ARIC), se ha fraccionado en al menos unas seis ocasiones

Dicha organización se inicia como la Unión de Ejidos Quipic Ta Lecubtezel en 1976 para gestionar y satisfacer sus necesidades de tierra, salud, educación, participación de las mujeres, etc. y posteriormente se van integrando las demás Uniones de Ejidos y Sociedades de Producción Rural enunciadas en el acta constitutiva.

La ARIC se fundó el 24 de marzo de 1988. En 1994 se da una separación al interior de la organización formándose la ARIC Independiente y Democrática y la ARIC Oficial. Posteriormente en 1997 de la ARIC Oficial surgen la ARIC Unión de Uniones y la ARIC Oficial, la primera firma un pacto de reconciliación con la ARIC Independiente y Democrática, por lo que ahora se realizan trabajos conjuntos y de apoyo entre ambas organizaciones.

La Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ), con mayor presencia en los valles centrales de Chiapas, ha corrido igual suerte. El ejemplo más claro de ello se ve en el municipio de Venustiano Carranza, donde estas divisiones –provocadas de acuerdo a especialistas, para fraccionar los bienes comunales- ha dejado no sólo la división de la organización, sino el desplazamiento forzado de miles de comuneros, y la muerte de decenas de ellos.

Actualmente existen la OCEZ Chiapas, OCEZ Región Carranza, OCEZ Casa del Pueblo, OCEZ CENPA Altos, y OCEZ Democrática e Independiente.

La proliferación de grupos religiosos que tienen su origen en la llegada a las zonas indígenas de extranjeros en los llamados Campamentos de Verano, sobre todo de Estado Unidos, también es un factor de división intercomunitaria.

Actualmente Chiapas es el estado del país con mayor “diversidad religiosa”. De los 4 millones 796 mil 580 habitantes, el 58.30% son católicos; el promedio más bajo de católicos entre las 32 entidades federativas, pues se ubica 25 puntos porcentuales debajo de la media nacional. Evangélicos 19.20%.

Organizaciones civiles y religiosas han documentado que en once municipios de Chiapas hay actualmente alrededor de 30 conflictos religiosos que califican como “graves”.

 

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