El espectáculo de lo absurdo en la CEDH

La etapa oscura de la CEDH en Chiapas.

La etapa oscura de la CEDH en Chiapas.

El solo nombre de Juan Oscar Trinidad Palacios funde  el rechazo y la aversión expresada en  contra de  políticos de esa ralea, surgidos  de la  cantera del PRI y sus gobiernos impúdicos,  fortalecidos y totalizadores con  el retorno triunfante del partido tricolor.

   El  nombramiento  de  Juan Oscar  como consejero y presidente  de la Comisión  Estatal de Derechos Humanos (CEDH),  agrava y deshonra más al humillado pueblo chiapaneco, vejado como fue por Juan Sabines Guerrero y la tibieza del actual gobierno para sancionar penalmente al exgobernador de sepa priista.

    El anodino y burlesco ombusdman confirma la banalidad y el manoseo institucional que envuelven a   los derechos humanos y  las garantías individuales de los chiapanecos.

  Juan Oscar, a quien se le recuerda como coordinador general de la campaña del efímero gobernador de 1994, Eduardo Robledo Rincón,  cierra el espectáculo  del absurdo de la CEDH, como si fuera un payaso siniestro en el relevo del  racista, clasista, soberbio y prepotente Florencio Madariaga   Granados y el intrascendente  Lorenzo López Méndez.

 El nuevo cargo de este  protagonista de  anécdotas  de mitomanías, incongruencias y entrega incondicional al poder,  motiva una cascada de reflexiones  sobre la dramática realidad de la concepción,  la  atención y el tratamiento de los derechos básicos en el gobierno de Manuel Velasco Coello.

   Esto, implicaría realizar un inventario de inequidades e iniquidades de la CEDH, muy mal parido, al extremo de que actualmente es una criatura amorfa, convulsa y  expulsora de engendros.

   Pero basta reflexionar y lanzar interrogantes de cómo en Chiapas, cruzado y surcado por sus cargas históricas dolorosas, imbuido en sus contrastes  de luchas de quienes no tienen nada, contra quienes lo tienen todo,  Juan Oscar sea nombrado y asentado en una posición clave en la observación y búsqueda de cumplimiento de la ley y la justicia.

   Qué hace  el ex diputado local, ex legislador federal, ex dirigente  del Comité Estatal del PRI y  ex presidente del Tribunal del Trabajo Burocrático del estado en un contexto territorial e histórico donde sigue brillando la contribución de fray Bartolomé de las Casas, en su incansable lucha por los derechos humanos?

  Qué pinta Juan Oscar,  amigo y ex colaborador incondicional  de ex gobernadores en su intentona de que le lleguen los reflejos de gestores y proclamadores de las libertades y de la Independencia de México en Chiapas,  como lo fue  fray Matías de Córdova  y Ordoñez?

 Qué hace este político insulso y relleno de estulticia, que a lo más que acierta decir en sus conversaciones,  son las  consabidas frases de la política barata: manito, mi hermano, acompañadas de abrazos y apretones de mano que suenan a falsedad, junto a la sombra histórica de don Belisario Domínguez, paladín de libertades y de derechos fundamentales.

 Por qué en la tierra donde se  pelea y pugna por la dignificación de los proscritos, de los depredados, de los indígenas de los pobres de siempre, con figuras emblemáticas como  Samuel Ruíz García,   se alzan de pronto personajes como Juan Oscar?

 A modo de  payaso siniestro, Juan Oscar,  enlistado  quiérase o no en la defensa institucional de los derechos humanos, se inserta en el Chiapas contemporáneo donde grupos tan significativos como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional adquirieron  esencia y sacaron caracontra los gobiernos opresores.

 La trayectoria en el servicio y función pública de este  ombusdman se reduce a la defensa de los intereses de su partido y de los gobiernos en turno emanados de éste,  como también de sus alianzas  y sus compadrazgos con  representantes de la clase política  y  grupos de poder allegados.

 Qué podrá concebir, sentir y percibir un individuo como  Juan Oscar, cuya existencia  ha transcurrido y persistirá  junto  a los que  gobiernan, pisotean e imponen, como el ahora  consejero presidente de la CEDH lo hizo en sus días de funcionario, servidor público y dirigente partidista?

 Sabrá este costeño jocoso y decidor,  de la necesidad de los contra poderes como abalorios necesarios para el ejercicio legítimo , adecuado y conveniente de los gobiernos?

 Conocerá y se perfilará en las sustancia del derecho pro persona, de los derechos sustantivos a raíz de la emergente inclusión ciudadano por encima del Estado?

  Qué pitos puede tocar este político oscurantista  en una área tan frágil y delicada  de los derechos humanos, en un Chiapas con zonas específicas en riesgo permanente de convertirse en verdaderos campos de batalla, precisamente por la falta de respeto al derecho del otro, principalmente de los más huérfanos y desprotegidos del derecho y la justicia?

3 Responses to “El espectáculo de lo absurdo en la CEDH”

  1. William Ordoñez Ruiz
    3 febrero, 2014 at 21:15 #

    No solo es triste, sino preocupante y grave. Ya no se si deba o pueda decirse, «Dios nos libre»…

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