Definición de cuerpo
Dije ¡cuerpo!, no puerco. Aunque hay muchos que convierten su cuerpo en puerco. Junto al espíritu, el cuerpo es la entidad sobresaliente del Ser. Al estilo del clásico “¿qué fue primero, el huevo o la gallina?”, nadie puede asegurar si primero fue el cuerpo o el espíritu. Pero lo que sí podemos afirmar es que el cuerpo, poco a poco, asume la prioridad. Uno entiende que no hay tantos gimnasios para fortalecer el espíritu como sí los hay para fortalecer el cuerpo. ¿A quién se le ocurrió agregar en su Lista de Buenos Propósitos para Año Nuevo “hacer dieta, porque mi espíritu ya está con sobrepeso”? ¡A nadie! Porque no hay espejos para verse el espíritu. O, bueno, sí los hay, pero siempre están empañados, como si fuesen espejos de baño de vapor.
El diccionario dice que cuerpo es: “Conjunto de los sistemas orgánicos que constituyen un ser vivo”. ¿Y qué sucede cuando el compa muere? El rito católico impone una misa de “cuerpo” presente. Cuando murió José Emilio Pacheco le hicieron un homenaje de cuerpo presente en el Colegio de México. ¿Ya no era cuerpo porque ya no era un ser vivo? De acuerdo con la definición de la honorabilísima Academia de la Lengua Española, el cuerpo sólo se aplica cuando el ser está vivo. Parece que uno de los órganos de la Academia ya no pertenece a su cuerpo: su cerebro está como muerto.
La vida no es más que un constante enfrentamiento entre cuerpo y espíritu. Son como dos organismos complementarios y excluyentes. Las grandes tragedias del mundo se deben más al cuerpo, pero dictados por el espíritu. En nuestro país es costumbre decir que hay que “darle al cuerpecito lo que el cuerpecito pida”. Tal dicho es como la síntesis del placer. Si la monja o el sacerdote hallaran el máximo placer en las Vías Lácteas de su relación con Dios no andarían en rejuegos de cama en las celdas de los conventos y monasterios. El dicho que corrobora tal aserto es: “la carne es débil”. Mi tía siempre bromea con este dicho cada vez que corta la carne y la encuentra talguatuda y resistente como cuero de cerdo.
Para los místicos resulta difícil entender porqué la carne está por encima de lo espiritual, pero ¡así es! Nuestro cuerpo es el causante de nuestros más aterradores dolores y de los más espléndidos goces. Conocí a un sacerdote que me decía que, a veces, se levantaba a las cuatro de la madrugada a darse un duchazo de agua fría para calmar las tentaciones de la carne. ¡Dios mío, cuánta represión!
Mi tío Arcadio dice que todo es creación Divina, por lo tanto ¡todo es bueno! Es bueno el espíritu y es bueno el cuerpo. Mi tía Enedina (esposa de mi tío Arcadio) dice que el tío se irá derechito al infierno; cada una de las partes de su cuerpo se achicharrarán de poco a poco. Cuando lo dice sonríe con una sonrisa casi casi diabólica, y relincha cuando dice que, sobre todo, una de las partes de su cuerpecito.
Las grandes tragedias del mundo han sido propiciadas por desliz de la carne, pero alentadas por desliz del espíritu. La culpa, dice el tío Arcadio, no es del cuerpo, la carne no es débil, lo que es débil es ¡el espíritu! Si los hombres fuésemos fuertes de espíritu, nuestra carne no cedería. “¡Bolo perverso!”, le grita la tía Ene. “Todo el día estás mirando los traseros de las mujeres, caso les mirás el espíritu. Ingrato”. El tío prende un cigarro y le da una fumada. Sabe que los goces terrenales están íntimamente ligados con el cuerpo, pero, sobre todo, con el espíritu. Dice que cuando bebe sus tragos lo hace para calmar su espíritu, para que esté sosiego, para que no encampane al cuerpo, que, por lo regular, siempre está tranquilo. El espíritu es el que inquieta al cuerpo. El vino no es para goce del cuerpo, sino del espíritu. Dice que por eso el vino se llama “bebida espirituosa”. Tal vez tenga razón y todo sea bueno, porque todo es creación divina.
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