Sombras de la Libertad de Expresión en Chiapas
El ejercicio amplio y efectivo de la libertad de expresión no se mide por el número de periódicos que circulan, o el número de voces que se expresan abiertamente en redes sociales. Se mide en el respeto a las voces críticas, a las y los periodistas que ejercen la libertad de expresión para informar de noticias inconvenientes para el poder político, en el respeto a quienes emiten opiniones o comentarios periodísticos críticos.
Es evidente que muchas personas ejercen la libertad de expresión, pero aquellas que lo hacen de manera neutral, sin compromiso, o para adular acciones de políticos, no se encuentran en riesgo de ver afectada la libertad. En cambio, aquellos medios, personas o periodistas críticos y objetivos sí podrían ser objeto de intimidación o ataques directos o indirectos para inhibir el ejercicio de la libertad de expresión.
Suele decirse que existe un clima de libertades que asegura la libre manifestación del pensamiento y la expresión de las ideas. Se agrega que ya no se persigue a los periodistas ni se amenaza a las empresas periodísticas, y se garantiza que todas las personas se expresen libremente. Lo cierto es que han disminuido los casos de ataques directos, sin embargo, debe decirse también que aquellos ataques indirectos disfrazados de investigaciones ministeriales a familiares de periodistas, también constituyen maneras de intimidación a periodistas que pretenden inhibir el ejercicio crítico de la libertad.
Las averiguaciones previas absurdas y sin sustento no pueden tener más finalidad que limitar la libertad de expresión. La finalidad y el mensaje es el mismo que en una agresión directa.
La censura, entendida como la restricción o control anterior o posterior a la emisión del pensamiento, puede todavía advertirse en nuestro entorno. Puede presentarse de diferentes formas. Algunas pueden ser las siguientes: a) agresión directa a quien ejerce la libertad de expresión, b) agresión indirecta a través de familiares de periodistas, c) subvenciones gubernamentales a ciertos medios de comunicación en detrimento de otros, con la idea de modificar o influir en su línea editorial; d) la difusión obligatoria de ciertos eventos, discursos o acontecimientos; e) la presión coactiva sobre la orientación o la información de los medios; f) incluso la prohibición de difundir ciertas ideas o noticias, derivado de una relación contractual entre el gobierno y la empresa periodística. En este último caso, la información se traduce en mercancía que puede negociarse.
Cualquiera que sea la modalidad de la censura, no se le hace un favor a la democracia, al contrario. Tampoco le hacen un favor al Ejecutivo, si se hace en función de complacerlo y publicitar su imagen. A ambos, a la democracia y al ejercicio de gobierno, les favorece el ambiente de discusión amplia, abierta y franca de los de temas de interés público. La sociedad necesita informarse escuchando todos los puntos de vista y formarse su propio criterio con relación a las políticas y el actuar de sus gobernantes.
Suele también decirse que la libertad de expresión constituye uno de los pilares esenciales de una sociedad democrática. Nada más cierto. Resulta difícil calificar a una sociedad como democrática si no existen garantías que aseguren la libre circulación de información, opiniones y noticias. Por eso es fundamental que ningún agente del estado incurra en desviación del poder y facultades legales que posee para limitar, obstaculizar, o inhibir el ejercicio más amplio de la libertad de expresión.
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