La cifra cómoda de Manuel Velasco

Al gobernador le ofrecieron una cifra cómoda, diez millones de dólares por los gastos de su última y bochornosa promoción, y él, gustoso, aceptó sin rechistar.

¿Por qué no refutó la cifra?  Porque no gastó diez millones de dólares, sino una cantidad mucho mayor, del doble por lo menos.

Manuel Velasco y Anahí, en Hola, su revista favorita

De acuerdo a la Secretaría de Hacienda de Chiapas, el presupuesto que ejerció el Instituto de Comunicación Social en 2012 fue de 31 millones 659 mil 948 dólares.

Pero Juan Sabines, pese a ejercer un presupuesto tres veces superior al de Manuel Velasco, no desplegó una campaña de posicionamiento en el país y en el extranjero. Le faltó dinero, no ganas.

El actual gobernador chiapaneco no tuvo reparos, ni sensibilidad. No le preocupó la deuda, la pobreza y la falta de infraestructura en nuestra entidad y tiró los millones, ¿veinte, treinta? Cualquier cantidad es posible por el secretismo que se mueve el presupuesto para medios y que, en alto porcentaje, se entrega en efectivo, para no dejar rastros.

La desmesurada campaña de Manuel Velasco ha llamado la atención de medios extranjeros, sobre todo El País y Miami Herald, quienes preparan un reportaje sobre nuestro gobernador.

El corresponsal en jefe de un medio estadunidense, igual de importante que los anteriores,  me comentaba asombrado de cómo era posible desplegar una campaña de posicionamiento personal, que incluso había traspasados las fronteras de México, sin consecuencia alguna.

También le sorprendía que Juan Sabines hubiera manejado las finanzas con tanta irresponsabilidad y que viviera tan tranquilo, gozando sus millones, sin ser siquiera amenazado con un procesamiento.

Me dijo, durante su estancia en Tuxtla con el propósito de juntar información para entender a Manuel Velasco, que un gobernador en México, de acuerdo a lo que había investigado, se quedaba al final de su mandato con 50 millones de dólares, unos 600 millones de pesos por “haber servido a sus ciudadanos”.

Eso, le contesté, es lo usual. “Lo decente”, sabedor que no hay nada de decencia en tanto dinero mal habido. El problema, le respondí, es que con Juan Sabines se esfumaron, no 50 millones, sino tres mil 230 millones de dólares, y sin bronca alguna.