jTatik Samuel jCanan Lum, o Dios en la Tierra
“No soy un sacerdote de misa y mesa”, dijo Fray Tomás González, y se dispuso a caminar por entre mercados, vías de tren, prostíbulos, o cualquier lugar donde pudiera apoyar a madres de migrantes desaparecidos en México.
Y no es que Fray Tomás no imparta los oficios religiosos de la fe Católica –lo cual hace puntualmente y las veces que sea necesario- pero este joven sacerdote, párroco de la Iglesia de Cristo Crucificado, en Tenosique, Tabasco; forma parte de ese grupo de religiosos y religiosas que dejó atrás la opulencia y sociedad de privilegios en que la clase política y económicamente más fuerte, consagró a sus líderes religiosos durante muchos siglos, agasajándolos con banquetes y riquezas, a cambio de indultos.
El trabajo a favor de los pobres y la liberación de los oprimidos, como signo de la búsqueda y encuentro con el Reino de Dios, es la encomienda que desde hace algunas décadas guía a sacerdotes, religiosas y laicos que vieron las necesidades de los hombres y mujeres (los hijos e hijas de Dios) y decidieron no cerrar los ojos, las manos y las acciones a favor de ellos y ellas.
Fray Tomás González sigue este legado que en México iniciaron sacerdotes como Samuel Ruiz García; pero que continúan muchos otros como Alejandro Solalinde, Pedro Pantoja, Raúl Vera López, Heriberto Cruz Vera, Joel Padrón… y una larga lista que no termina, y por el contrario, se nutre cada día.
Para quienes crecimos agobiados y agobiadas por prácticas y las liturgias mecánicas y agobiantes de la fe Católica, cargadas de las palabras “culpa”, “perdón”, “pecado”…, como artificios que sirven para interiorizar el sometimiento, y castigar la indignación y la rebelión ante la injusticia; encontrase con esta nueva forma de entender el concepto de Dios, fue en todos los sentidos una liberación, la liberación de la que también habla la Biblia.
Fue también una liberación (creo yo) para los mismos religiosos y religiosa agobiados por escuchar los pesares de los feligreses. Ahora lo mismo se les puede ver oficiando una misa, que sirviendo como intermediario para la liberación de alguna persona secuestrada por la delincuencia organizada (ante la omisión o complicidad de las autoridades), o emprendiendo acciones para acompañar las demandas de las y los feligreses.
En reconocimiento a esta nueva búsqueda y acciones a favor del Reino de Dios (tan cerca de los hombres y las mujeres, y tan lejos del poder y la riqueza terrenal), el 10 de octubre de 1999 el obispo Samuel Ruiz García recibió en el poblado de Amatenango del Valle, de parte de los pueblos chol, tojolabal, tseltal, tsotsil y zoque, el nombramiento de jCanan Lum.
Tal reconocimiento tiene por significado “ser cuidador del pueblo, el que lo ama y lo defiende, cuidador de la vida, de la tierra y de la naturaleza”.
Poco antes de la muerte de Don Samuel (enero 2011), el reconocimiento amplió su dimensión, y reconoce ahora, de manera simbólica y pública, los aportes de personas, organizaciones y pueblos. Cada año desde entonces se entrega el jTatik Samuel jCanan Lum a hombres y mujeres, laicos y religiosos, que emprenden acciones a favor de sus semejantes.
Este día serán reconocidos quienes integran La Casa del Migrante, Casa del Caminante jTatic Samuel Ruiz García de Pakal-na, con sede en la cabecera municipal de Palenque, Chiapas; Fray Tomás Gonzales Castillo, responsable de la casa de migrantes La 72, de Tenosique, Tabasco; y el Grupo Ecuménico de Hortalizas Orgánicas de Pablo L. Sidar, de Chicomuselo, Chiapas.
Ellas y ellos tienen en común trabajar en concordancia con los derechos humanos, de las mujeres, de los pueblos; a favor de la reconciliación, la promoción del diálogo y prevención de la violencia. Tienen en común trabajar creando alternativas económicas, en la defensa de la tierra y el territorio; en el rescate cultural y de la sabiduría ancestral, el diálogo interreligioso y el ecumenismo; la salud, autonomía y medio ambiente.
Son personas que construyen alternativas a sus necesidades, que llevan a cabo transformaciones pacíficas y sociales desde abajo, desde los pobres. Son personas que trabajan en construir el Reino de Dios, también en la tierra.
Quienes tenemos la suerte de haber conocido personalmente a Fray Tomás, nos congratulamos por este reconocimiento. Con su raído hábito y el cordón atado a la cintura se le ve en su trabajo cotidiano en favor de los migrantes; de mirada vivaz y gestos nerviosos, este hombre de dios predica con el ejemplo las enseñanzas del nazareno; es una de esas almas que nos dan ejemplo vivo de las palabras del Sermón de la Montaña. Larga y fructífera vida para Fray Tomás y su obra.