Irma Serrano, La Tigresa, y Suchiapa
Hace unos días, Chiapas Paralelo publicó un texto sobre una presumible solicitud de apoyo económico, que circulaba en internet, para atender a la quebrantada salud de Irma Serrano.
Desconozco cuál sea la situación real de La Tigresa, pero no dejo de recordarla como una mujer de canciones de cuchillos y tequilas atravesados. La Martina, a la que criaron “mañosa”, “cuatrera” y “alborotadora”, se dejaba escuchar en mi pueblo desde la madrugada, allá por los setenta.
Había motivos suficientes para tener a Irma Serrano en los altoparlantes o tocadiscos de Suchiapa. Su padre, Santiago Serrano, era surimbo y en su honor a la escuela secundaria la bautizaron con su nombre.
A La Tigresa se la veía como la hija pródiga, que alguna vez regresaría a recoger su ombligo extraviado entre la Iglesia San Esteban y el río de las hojas.
No supe que alguna vez regresara, ni cuando realizó campaña al Congreso para buscar votos o que lo hiciera para saludar a medio pueblo que lleva su apellido.
La canción de un preso, El puente roto y Se fue mi amor eran himnos que se escuchaban a todas horas, más cuando algún enamorado padecía las penas del abandono y del trago.
Esas canciones se han perdido, al igual que la música en los altoparlantes de Suchiapa, pero La Tigresa no deja de hacer referencia a una época que se nos fue entre Copitas y copitas de mezcal.
Irma Serrano escribió tres libros muy celebres que como buen chiapaneco es de obligada lectura, sin embargo, lo mejor de ella aun no se ha dicho, una biografía de su alocada vida valdría la pena. Mujer con muchos pantalones y muy controversial donde los haya. Prefiero personajes como ella y no mustias y mojigatas como Martha Sahagun.