Efraín Bartolomé, El Jaguar de la poesía

Cuenta el poeta que de ahí nació Ojo de Jaguar, en aquel universo de sus abuelos: árboles, ríos, pantanos y montañas, que ya aparecían disminuidos o desaparecidos. Foto: Arlequín/Chiapas PARALELO

Cuenta el poeta que de ahí nació Ojo de Jaguar, en aquel universo de sus abuelos: árboles, ríos, pantanos y montañas, que ya aparecían disminuidos o desaparecidos. Foto: Arlequín/Chiapas PARALELO

 

El  Jaguar   de la poesía  Efraín Bartolomé recorre el mundo en su ritual de retornos cíclicos a Chiapas.

Los años asientan más al escritor chiapaneco  en su oficio de merodear, gozar y escribir  sus enaltecidas palabras de vida.

Poeta  cercano  a  los demás, que viene de tiempos primigenios, con su antiquísimo espíritu de observar y cantar  los pasos del hombre sobre la tierra,  Efraín Bartolomé está en contacto permanente con sus coterráneos en Tuxtla Gutiérrez.

Autor que escribe y habla extasiado por los misterios  y la efímera existencia.  El Juglar de la Selva,   departe y comparte. Se le ve en los cafés con amigos; va en las calles acompañado de su mujer; en algunos centros comerciales, donde accede gustosamente a tomarse la foto con admiradores y lectores  de su obra literaria.

No pone empacho ni remilgos  para  habitar el mismo espacio y momento  con los otros.

El poeta de Ocosingo está en perpetua celebración de la vida y la palabra.

Este 2014  es también de festejos especiales por los 31 años de la edición de su libro emblemático Ojo de Jaguar, que reúne  su testimonio   y compromiso humano y ambientalista.

 

Ojo de Jaguar conjunta las primeras  visiones  de Bartolomé sobre el Chiapas de los afectos profundos.

La obra fue escrita,  partió de la  compañía de  su hijo Balam, entonces  de dos meses de nacido, con el afán de que el pequeño fijara en la memoria imágenes ancestrales de sus orígenes en la verde inmensidad de flora y fauna.

Cuenta el poeta que de ahí nació Ojo de Jaguar, en aquel universo de sus abuelos: árboles, ríos, pantanos y montañas, que ya aparecían disminuidos o desaparecidos.

  Ante ese dolor y pérdida me pareció que la única forma de rescatar aquel paraíso perdido  era a través de la poseía.

 

Durante estas décadas el creador de otras obras de gran calado como: Cuadernos contra el Ángel, Música SolarCantos para la Joven Concubina y otros poemas, pulió su poesía para el encuentro y la convivencia.

Lo he tenido claro: mi conciencia está puesta al servicio de la creación poética, por vocación primero, y por elección después decidí entregar mi vida a la poesía.

  Que el creador  literario no olvide cuál es su función, no tome partido ni levante un fusil contra su hermano, aunque le toca registrar en el nombre de todos sus hermanos las hondas conmociones, los acontecimientos sociales o naturales.

Bajo la lápida de la globalidad y la insensatez  que acota la expresión humana, Efraín Bartolomé  germina y   lanza sus palabras para  exaltar la libertad y la independencia.

 

 El poeta no estará nunca al servicio del poder, ni de los que ya lo tienen, ni de los que lo buscan con desesperación; no estará tampoco al servicio de la lógica, del conocimiento
deshumanizado o del gueto puramente universitario, pero tampoco estará al servicio del dinero.

 

De ahí supe que quería asumir y correr todos esos riesgos; no es arbitrario que Ojo de Jaguar en 1982, que empezó celebrando la maravilla de la naturaleza y lamentando su pérdida tenga su continuación en uno de mis últimos títulos  que es Cantando el Triunfo de las Cosas Terrestres.

 

Bartolomé es congruente con los vuelos del elixir poético, como también con el dolor de las tragedias terrenales.

Esta apreciación explica sus atuendos siempre blancos, como oficiante incansable, y sus zapatos mineros, atados y arraigados al suelo y al tránsito  de sus  congéneres.

 

  Yo no puedo decidir por La Diosa, ella decide; yo me pongo a su total servicio, si ella decide quitarme la palabra así lo hará, si ella decide, de vez en cuando, rozarme con sus pezones maravillosos mi espalda desnuda, así lo hará.

En estos días  del México de   banalidades, de amor  declarado y manifestó al dinero, a la violencia y a la  muerte, Efraín , El Jaguar Antiguo, desbroza  caminos para  la autenticidad de la creación poética, ensamblada en  la madurez de la emoción y el dominio del lenguaje.

  Cuando ya hay una voz personal, cuando ya se domina esa herramienta preciosa, uno puede leer los poemas como en el caso de nuestro padre Homero  3 mil años después y seguirnos conmoviéndonos hondamente.

La edición de los 31 años de Ojo de Jaguar espera su celebración con nuevas ediciones universitarias, foros y lecturas de la obra de su autor.

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