Desigualdad y Globalización

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Desde siempre, muchos extranjeros han llegado a nuestro país a establecerse, de turistas, a realizar estudios de todo tipo o de negocios. Muchos de ellos se quedan por corta temporada, para siempre, algunos también han realizado grandes aportaciones artísticas, culturales o científicas desde México.

Casi todos se muestran admirados por la amabilidad del mexicano, por la intensidad de los colores que ve a cada paso, por el caos urbano en sus grandes ciudades, por las fiestas, por la veneración religiosa y un sinfín de cosas que hacen a nuestro país único.

Sin embargo, casi todos retratan también la enorme desigualdad que observan y que ha estado presente en la vida mexicana desde siempre.

Invariablemente, nunca nos ha gustado que nuestros defectos -muchos de ellos provocados por la desigualdad- como nación sean exhibidos más allá de nuestras fronteras.

De Alexander von Humboldt  se dice que bautizó a la ciudad de México como la “Ciudad de los Palacios”, también amplificó el mito sobre que México era el “cuerno de la abundancia” por sus riquezas mineras; pero lanzó la alerta sobre la enorme desigualdad que observó en la capital de la Nueva España ya que calculó que la ciudad de México tenía al momento de sus observaciones 120 habitantes, de los cuales 40 mil vivían en la indigencia siendo todos ellos indígenas.

Frances Erskine Inglis, mejor conocida como Madame Calderón de la Barca por ser esposa del ministro plenipotenciario de España en México Ángel Calderón de la Barca, nacida en Edimburgo; Escocia retrató como nadie la vida cotidiana del país en los casi tres años que residió en la capital nacional. Vía correo, se mantenía en contacto con su familia radicada en Boston, Massachussets.

De esa correspondencia, 54 cartas vieron su publicación un año después de que con su esposo, abandona el país; pero pronto hubo noticias de la publicación, en México no fue bien recibida porque la acusaban llena de prejuicios, falsedades e imprecisiones que desprestigiaban a México. El hecho es que Madame Calderón retrata la convivencia en México de la pobreza y la riqueza y también de la diversidad, es decir de la desigualdad que sufría el país desde esas épocas.

El genio indiscutible del aragonés Luis Buñuel fue desarrollado en México puesto que aquí paso 40 años de su vida, su película de 1950  “Los olvidados” fue una de las primeras obras inscritas en el Programa «Memoria del Mundo» de la ONU; junto a Metrópolis de Fritz Lang, la obra de los hermanos Lumière y El Mago de Oz de Victor Fleming.

En “Los olvidados” se retratan los múltiples problemas sociales de una urbe en formación. La exhibición de la cinta provocó virulentas reacciones y peticiones de la expulsión de Buñuel del país, eso sin contar las agresiones físicas a las que estuvo expuesto; pero el premio al mejor director en Cannes al año siguiente cambia el contexto y Buñuel es a partir de entonces un autor reconocido en México.

El reconocimiento tardío de la obra, comentarios y aportes de estos observadores de la vida nacional hizo que el país les escatimara reconocimiento y además perdiera la oportunidad de diagnosticar la dimensión del problema desde una perspectiva más global y menos local. Si esto hubiera sido así; seguramente no tendríamos los problemas que representan hoy los poderes fácticos como la televisión en la idiosincrasia nacional.

La desigualdad por definición es la concentración de fuentes de ingreso entre unos pocos hogares, en México particularmente se debe a aspectos culturales, sociales, políticos y económicos que no se han podido zanjar desde antes de la colonia. Básicamente son tres aspectos o características que la distinguen; los atributos personales como el color de la piel, los estructurales como la poca capilaridad social entre las clases y la de relaciones como el tipo de educación que se recibe.

En realidad el consenso es que la desigualdad en México es un fenómeno que desde siempre no ha podido desligarse de las relaciones de poder.

Por ejemplo, la estructura monopólica de las relaciones económicas en México la alienta porque abre más la brecha entre pobres y ricos. Es decir la distribución de la riqueza en México es mala y lo sigue siendo. Además los ingresos de las familias desde hace por los menos 25 años dependen menos del trabajo formal y más de las actividades informales y la migración porque el conjunto de la economía no crece.

A eso en México hay que agregarle las cuestiones de género, étnicas, de raza e incluso de región; en este sentido, los trabajadores del sur-sureste ganan menos salarios que los trabajadores del norte, aunque realicen la misma actividad.

Si se quiere combatir la desigualdad, las estrategias requieren articular políticas públicas en aspectos económicos, políticos, sociales y culturales. Porque es admitido que valores como la libertad, la justicia, la paz, el respeto o la solidaridad tienen un carácter universal y los pilares básicos de todas las sociedades democráticas y globales.

El problema es que a estos rezagos estructurales mexicanos se le tienen que agregar los problemas de la globalización. Porque en el nuevo contexto mundial la desigualdad entre personas disminuye, entre países aumenta y al interior de cada país polariza.

De hecho últimamente los problemas de desigualdad se han convertido en un tema de discusión internacional. En ese sentido, el informe anual de riesgos de la Conferencia Mundial de Davos, preparado por 700 expertos, menciona que el futuro la disparidad de ingresos y la desigualdad serán uno de los diez riesgos del planeta. Estos dos riesgos incluso están por encima de fenómenos meteorológicos extremos, Le siguen el desempleo y subempleo, el cambio climático y los ataques cibernéticos en ese orden.

El debate mundial hoy se centra en lo que sería mejor a nivel global, si reducir la desigualdad aunque ello limite la capacidad de crecimiento y genere pobreza. Para otros el verdadero enemigo es la pobreza y hay que combatirla aunque esto produzca desigualdad

En el México de hoy donde conviven como ha sido desde siempre pobres y ricos, se corre el riesgo de que la brecha de la desigualdad aumente, a los factores culturales, sociales, políticos, étnicos entre otros que se arrastran; la globalización le ha añadido los avances tecnológicos, los factores comerciales y los regionales.

Por eso es importante aplicar políticas que garanticen que los beneficios de la globalización y los progresos tecnológicos se distribuyan de forma más amplia entre toda la población. De no hacerse así, dejaremos pasar otra época más con el gran lastre del desarrollo nacional que no han solucionado generaciones enteras de mexicanos: la dolorosa desigualdad que es la cara de presentación que el país ha presentado al concierto internacional de las naciones desde siempre como lo demuestran Humboldt, Madame Calderón e la Barca y Buñuel entre otros.

 

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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