Definición de vaso

vaso

Cuentan que Diógenes sólo tenía una escudilla para beber agua, cuando se dio cuenta que le bastaba formar un cuenco con la mano ¡tiró la escudilla! Javier dice que Diógenes no hubiese hecho tal cosa si hubiese sido un buen bebedor de champaña o de vino o de güisqui. “¿Imaginás desperdiciar unas gotas del elíxir divino?”, me pregunta. No, no puedo imaginarlo. ¡Pobre Diógenes, pobre Javier!

El vaso es uno de los adminículos (ah, qué palabrita) más generosos. Permite que su dueño lo llene casi con cualquier líquido o sustancia.

De acuerdo con la definición del diccionario, un vaso es: “recipiente de metal, vidrio u otra materia, por lo común de forma cilíndrica, que sirve para beber”. ¿Advierte el lector cómo la definición del famoso diccionario es permisiva a la vez que limitativa? Y digo que es permisiva porque el mundo fue un mundo maravilloso mientras los vasos fueron de cristal, pero el mundo se hizo bolas cuando el vaso fue de unisel. El mundo entró en confusión cuando Pedro, adolescente fumador y jodón, descubrió que podía (en todas las fiestas) dedicarse a abrir hoyos en los vasos con su cigarro. Las adolescentes desprevenidas tomaban un vaso, se servían refresco y se manchaban el vestido con los agujeros “orinones” de Pedro, quien se orinaba de la risa cada vez que eso sucedía.

Mi mamá dice que el invento de los vasos de unisel se equipara al mejor de los descubrimientos de la humanidad. A mí esto me parece una exageración. Ella privilegia el hecho de que cuando el agua se agota en la casa, ella saca los vasos de unisel (platos incluidos) y al término de la comida no hay necesidad de lavar. Toma todos los vasos y platos usados y sucios y los tira al bote de la basura. Insiste en su teoría y la refuerza con el argumento de la higiene. Cuenta que cuando yo era niño (lo recuerdo) en la escuela primaria, a la hora del recreo, doña Martita vendía vasos de agua con temperante. Los vasos se usaban una y otra vez. Apenas un niño terminaba su agua, doña Martita metía el vaso a una cubeta con agua, le daba una enjuagada rápida y servía más temperante para otro niño que, sin empacho, ni cara de asco, bebía con gusto. Ahora, dice mi mamá, con los vasos desechables nadie bebe la baba de los otros. Pero, yo pregunto: “¿cómo ahora saben los secretos de la amada?”. Antes era costumbre tomar del mismo vaso de la novia para “saber sus secretos”.

Mi mayor asombro fue cuando descubrí que la gente llena los vasos con sustancias inimaginables. De niño, la sirvienta de casa me servía limonada o atole de granillo en un vaso. Por esto, cuando un día descubrí que, en el oratorio, alguien (¡quién sabe quién!) había llenado el vaso con cera puse la misma cara que la imagen de bulto de San Antonio. ¿Quién bebía cera? Después, la abuela me explicó que eso era una veladora y servía para ahuyentar la oscuridad. Mi abuela lo explicó como si fuese la cosa más natural, pero yo entendí su explicación como la cosa más sobrenatural de la vida. Por esto, en la tarde de ese mismo día, tomé a Sonia de su manita y la llevé al oratorio. Nos hincamos en los reclinatorios tapizados con tela roja, tomé el vaso con cera y, rascando con mi uña, como si fuese el Padre Carlos, puse el Cuerpo de Cristo en sus labios y dije: “Que la luz de Dios esté siempre en tu espíritu”. Ella cerró los ojos y, con las manos cruzadas sobre su pecho, dijo “Amén” y comió de la luz de la vida. Desde entonces Sonia es una iluminada.

De ahí en adelante supe que los vasos pueden contener cualquier sustancia: desde un raspado con temperante hasta orines. El vaso de cristal, a diferencia del cuenco que se hace en la mano, no permite que se pierda una sola gota, ¡lo contiene todo! Por esto, disculpen ustedes el atrevimiento del símil, un Amor Vaso es el ideal de todas las parejas. Pero, todo mundo lo sabe, el amor es un cuenco hecho con la mano temblorosa. ¡Es una pena!

De igual manera es una pena que la definición de vaso sea tan limitativa. Sólo permite que su forma sea cilíndrica. Ah, sería tan bonito que existiesen vasos de todas formas. Los vasos en forma de luna permitirían tomar un cuarto de poema de Sabines a la hora de la tormenta; asimismo, los vasos con forma circular podrían servir para que cualquier escritor chiapaneco lograra cuentos redonditos.

Es una pena que nuestro mundo sea tan limitado. Es una pena que el amor sea un cuenco y no un vaso de cristal que cuando se agote pueda quebrarse en mil pedazos y no termine siempre a cuentagotas.

Sin comentarios aún.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comparta su opinión. Su correo no será público y será protegido deacuerdo a nuestras políticas de privacidad.