Definición de beso
Mariana dice que tratar de definir al beso es tan inútil como soltar un grano de sal en una montaña de azúcar.
El Diccionario, como siempre, anda de una rama a otra. De beso dice: “Acción y efecto de besar”. El lector, con auxilio del dedo índice, debe ir hacia arriba de la página y buscar el significado de besar: “tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia”. Esta definición aún cojea, porque el beso no sólo nace como un impulso del amor o del deseo. ¿Qué pasa con el archirrecontranombrado beso de Judas? Este beso es producto de la codicia y de la deslealtad. ¿Acaso el amor contiene estos ingredientes? Solo de pensar que el amor también cobija a la codicia y a la deslealtad produce terror, porque se acercaría mucho a la verdadera definición de amor.
“Busco la definición a través de la acción”, dice Mariana. Agrega que hemos perdido la capacidad de besar. Pone ejemplos clásicos del cine. Cuenta cómo el beso era el culmen de una historia de amor. Ahora, dice, un beso es como un pajar en medio de una aguja. Insiste en que ahora mucha gente habla de los “besos babosos”. ¿Qué puede esperarse de una relación donde la baba es la especia que adereza el guiso?
Polo era un gran besador. Su esposa lo afirmaba. Polo besaba todo objeto amado. A la hora de despertar besaba el despertador. Cuando supe tal comportamiento se me hizo obsesivo. ¿Por qué besar el despertador, por ejemplo? «Ah, bobo -decía- ¿no mirás que es el que me regresa a la vida?”. Todo el día agradecía, a través del beso, la maravilla de los objetos. Antes de sentarse, besaba el respaldo del asiento; antes de beber ¡besaba el vaso o el tarro de cerveza, helado! Besaba la foto donde estaban sus papás el día de su matrimonio; besaba la chancla de baño de su esposa (cuando lo hacía, comentaba que él, a diferencia de otros, “volvía a levantar la chancla que tiraba”). Era un enamorado de la vida y besaba a ésta para demostrar su afecto. Su esposa cuenta que lo besaba todos los días, a cada instante, a la hora que le llevaba el periódico, a la hora que cocinaba, a la hora que le hacía el amor. Cuando estaba ya en su lecho de muerte, rodeado de su esposa, sus dos hijos, sus dos nueras y sus dos nietecitas, besó a cada uno de ellos y el último acto que realizó fue el de tomar un “trozo” de aire, unir sus manitas ya arrugadas y, como si tuviese un pajarito atrapado, besó el aire, el aire bendito, el aire mierda que, en ese entonces, ya no se dejó besar más. Polo, como canario, torció la cabeza y dejó de respirar.
A diferencia de Polo, Romeo era un abusivo. Obligaba a medio mundo a besar lo indecible. Cuando, con una muchacha bonita, jugaba a las prendas, sentados ante una mesa redonda en medio de humo de cigarro y botellas de cerveza, él tenía la costumbre de imponer castigos severos. Cuando la muchacha deseaba recuperar su sostén porque andaba con los pechitos al aire, Romeo la obligaba a subir a una silla para que ella besara el foco (Romeo contaba hasta veinte en voz alta). Romeo elegía el foco que más tiempo había estado prendido (Romeo contaba con voz de tartamudo. Los veinte segundos se convertían en cuarenta o en sesenta segundos). Si no cuento los demás castigos es porque tienen relación directa con la coprofilia.
Sin comentarios aún.