Definición de ala

alas

La tía Herlinda era una tía consentidora. Reunía a todos los sobrinos y jugaba con ellos, en tardes de lluvia. Prendía la radio, hacía que todos se tomaran de las manos, hicieran rondas y, cuando ya estaban agotados, les decía que se tiraran en el piso y, en lugar de jugar al juego soso de “cuando compres carne, ¡no compres de aquí, ni de aquí, sólo de aquí!”, les prendía alas a sus sobrinos y, con voz de hada buena, les decía: “¡Vuelen, hijitos, vuelen!”, y los niños, como si remaran en un mar enorme, movían los brazos y soñaban con volar. Cuando la tía murió, todos los sobrinos prendieron alas a un árbol del jardín y, a coro, dijeron: “!Vuela, tía querida, vuela, vuela!”. Días después, Romeo, el sobrino consentido, vio que el árbol con alas comenzaba a secarse. “¡Vuela, vuela!”, gritó, con los brazos en alto. Una semana después, el árbol estaba a punto de muerte. Romeo, sin saber bien a bien qué hacía, quitó las alas. Una a una, con rabia, como si deshojara al árbol ¡lo dejó pelón! Al día siguiente, muy temprano, fue al jardín y vio que el árbol seco tenía un renuevo, ¡había revivido! Romeo dice que no hizo conclusión alguna, dejó que la naturaleza actuara. ¿Las alas habían segado la vida del árbol? Tal vez los árboles no están hechos para el vuelo, porque los hombres sí permiten las alas, no sólo lo permiten, sino que lo exigen. Todos los sobrinos de la tía Herlinda resultaron hombres y mujeres de bien, exitosos en sus relaciones y en sus profesiones. Martha dice que fue porque la tía, desde pequeños, les injertó alas para el vuelo. Yo no sé si esto sea cierto, pero conozco dos escritores maravillosos que insisten en atribuir su éxito inconmensurable al hecho de que sus mamás les leyeron cuentos a la hora en que, siendo niños, iban a la cama.

Pero, ¿qué es un ala? ¿De verdad es sólo esa extremidad que hace volar a las aves y a los ángeles? El diccionario dice, en su primera acepción, que ala es “cada uno de los órganos o apéndices pares que utilizan algunos animales para volar”. Parece que el concepto de par es esencial para que se dé el vuelo. Por esto, Adrianita insiste en que ninguno de sus amados ha logrado echarla a volar, a la hora en que la besan, la acarician y la penetran. Ella dice que el vuelo se da por pares, por esto, la mujer está hecha para recibir al hombre. Pero (¡ah, nunca falta un pero!) sus amados no han tenido la misma capacidad de aleteo de ella. “Yo -dice- soy colibrí”. ¡Entiendo! Sus amados han volado como zanates bajo la tormenta, como zopilotes llenos de carroña, como tiucas desorientadas. ¡Entiendo! Es imposible alcanzar el vuelo si la pareja carece de la gracia y de la sutileza del aire. Tal vez Adrianita tiene razón. A la hora de hacer el amor, la pareja une sus alas en intento de alzar el vuelo. Si la pareja no vuela ¡el acto de amor es un acto fallido! Hay parejas que no pasan del colchón. ¡Qué pena! Hay otras que se estrellan en el techo del cuarto (sobre todo si el cuarto es de Motel). Las parejas que más vuelan son aquellas que no se preocupan por las alas, sino las que están pendientes del instante en que aparece el prodigio del fuego.  Porque (todo mundo lo sabe), el fuego injerta alas a los objetos y a los hombres y mujeres. Los bloques de hierro, a temperaturas altísimas, se convierten en laminillas que pueden flotar por encima de los techos.

Ala, entonces, es el fuego; la mano que convierte la piedra en hoja; la línea dorada por encima del agua. Ala es la mirada que consume el corazón del amado; la cuerda que el poeta se anuda en un país ajeno; el vacío que nunca se llena.

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