Aquí no hay quien viva!
Por Adolfo Gutiérrez
De Culebrones y cosas peores
He visto a muchas mujeres estar en contra del machismo y de la discriminación a la que han sido sujetas durante años, lo cual celebro. Pero he visto que gran número de esas mismas mujeres se instalan enfrente del televisor por las tardes-noches a ver las telenovelas en donde el rol que se les determina es por demás discriminatorio y violento.
La anterior información de la cantidad de mujeres que ven telenovelas la podemos nosotros mismos verificar con un ejercicio muy sencillo, darnos una vuelta alrededor de la cuadra en donde vivimos y ver cuantos televisores están encendidos y cuantos viendo las telenovelas. Este ejercicio lo puede hacer en coche si cree que es mucha la distancia.
En el caso en que las mujeres cuenten con alguna discapacidad son doblemente discriminadas en las telenovelas y se les da el papel de villanas o de inutilidad total, que sólo sirve como una carga para la familia.
Si por el contrario tienen el perfil de la mujer promedio mexicana se le dará el papel de trabajadoras domésticas, policías o de vendedoras ambulantes. Esto sin faltar que en su mayoría no son mujeres jóvenes.
Pero no crea que las protagonistas, jóvenes y esculturales, les va mejor en la historia televisiva, por el contrario ellas sufrirán de celos, de dominación, de traición de golpes físicos, violencia intrafamiliar y otras tantas faltas a su integridad moral y a lo más importante que un ser humanó puede tener. Su dignidad.
Tal vez lo que hasta ahora he escrito le suene conocido o ya leído y diga y a mi que, pero! Enfrente del televisor también están los niños y niñas que no cuentan con los elementos suficientes para juzgar la historia y sí reafirma el machismo y la violencia que se vive en su hogar en mayor o menor medida y a su vez en su edad adulta repetirán los mismos esquemas.
A nadie nos gustaría que nuestros hijos sean violentados física o verbalmente y si lo pensamos decimos: a no, yo voy y le pongo un alto al que lo quiera hacer. Pero nosotros lo permitimos al dejar que esos contenidos televisivos lleguen a nuestros hijos día tras día, durante todos los años de su formación, reafirmando de manera categórica la discriminación y la violencia.
Por otra parte en el anterior sexenio y en el actual se le da una gran importancia a crear las facilidades para que las telenovelas sean realizadas en Chiapas con el argumento de que impulsan el turismo, siendo los costos para la realización de estos demasiado onerosos para un estado tan pobre.
Como pretexto, lo del turismo, suena convincente sin embargo la imagen que se refleja del estado es por demás distorsionada. En alguna ocasión platicando durante un viaje en avión de Monterrey a México, una señora que estaba a mi lado, al saber que era yo de Chiapas me cuestionó que si se vivía bien en Chiapas y que si los chiapanecos vivíamos en esas casas tan grandes, a lo cual yo le dije que acá se vivía como en otros lados, que se vivía bien y que sí algunas gentes vivían en casas grandes. La mujer me miró extrañada y me dijo mentiroso que no era yo de Chiapas, a lo cual pensé que quería que hablara yo como villaflorence, como comiteco o mejor aún como chiapacorceño.
Sin embargo reiteró que no era yo de Chiapas y que ni conocía yo Tuxtla porque lo que ella veía en las telenovelas era algo muy hermoso y como si el tiempo se hubiera detenido, en especial me dijo de una casa, que ella por su parte había investigado que se llamaba la Valdiviana. Ante tales argumentos me quede callado y le mostré mi credencial de elector, la cual miró de forma desconfiada y durante el viaje no me dirigió más la palabra.
La realización de las telenovelas en Chiapas viene más a ser un contrato tácito de comprar impunidad en los espacios noticiosos de las televisoras y de promoción personal del gobernante en turno, más que un real impulso al turismo como se pretende mostrar.
Hay que analizar desde dos ópticas esta cuestión. La primera desde el punto de vista político y lo oneroso que resulta traer estúpidas telenovelas a nuestro estado y la otra, lo insulso, repugnante y retrograda que son las historias. Destinadas a personas con un CI ínfimo, ya sea que hayan pasado por una escuela, o no hayan pasado. Lo mismo da, es decir. esas historias tontas y cursis lo mismo lo ve el peor alumno de una escuela que la maestra que se encarga de «educarlo».