Juguetes reproducen estereotipos de género
Teresa Mollá Castells*
Esta es la frase comercial de una “famosa” marca de muñecas para vender este producto llamado Noe. El video promocional no tiene desperdicio y, como estamos en fechas de compras de juguetes, entre ayer por la tarde y un rato de esta mañana me “he dado un paseo” por los principales catálogos de juguetes de este año.
El resultado sigue siendo desalentador: hemos avanzado muy poco por no decir nada en materia de igualdad entre niñas y niños. O dicho de otro modo: los juguetes siguen reproduciendo los estereotipos de género de toda la vida.
En los juguetes destinados a la primera infancia se sigue utilizando los colores para “marcar” si son niñas o niños, aunque irrumpen otros como el verde o el amarillo para compensar un poco los azules y rosas.
Pero a medida que avanzamos, el rosa inunda el apartado de muñecas y materiales que proponen jugar a ser mayores hasta provocar dolor en los ojos. Es un horror.
De las muñecas me encargaré después, pero en aquellas propuestas que pretenden hacer jugar a ser mayores, sobre todo destinadas a las niñas, aparte del color rosa de Disney, que es un horror, sólo se proponen actividades heteroasignadas y especialmente las cocinas súper equipadas que van acompañadas de imágenes de niñas jugando a preparar platos o haciendo la compra.
Tampoco pueden faltar las planchas y las lavadoras con niñas utilizándolas, por supuesto. En esta sección sólo aparece una foto de un niño con el carro de la compra y sonriendo a las dos niñas que ejercen el papel de vendedoras. Nada nuevo bajo el sol, desgraciadamente.
En la sección de manualidades, vuelve el rosa con fuerza y nos encontramos que la mayoría de propuestas son para crear abalorios como pulseras de letras, sets de maquillajes, de peluquería, todo tipo de artilugios para la belleza femenina. Ni una sola propuesta coeducativa. Ni un solo juego de alfarería, por ejemplo. Nada.
En los juegos de mesa y científicos es menos explícito en fotografías, pero predominan los colores azules y turquesas. Y una curiosidad. En esta sección nos encontramos con una propuesta que es un set de anatomía de 11 piezas y está diseñado para criaturas a partir de ocho años y la sorpresa es que es un cuerpo completamente asexuado.
No aparecen en la parte desmontable ni en la fija, ningún órgano sexual ni reproductivo de mujeres u hombres. Nada. ¿Cómo pretendemos educar a nuestras hijas e hijos desde la más tierna edad en el conocimiento de sus cuerpos si los escondemos de esta manera?
Continuo por este viaje que de verdad genera mucho rechazo y llegamos al apartado de figuras y escenarios, o algo parecido. El apartado de los superhéroes. Y digo bien, son ellos, los superhéroes masculinos, los modelos a seguir, los que luchan contra el mal para salvar la humanidad… Eso sí, con todos sus artilugios de espadas, pistolas, ametralladoras… todos bien pertrechados para las batallas que han de venir.
Todo un modelo de ejemplo de valores de paz, tolerancia, resolución pacífica de conflictos, respeto, etcétera… Sin más comentarios.
Y llegamos al apartado de muñecas. Terrible. Horrible. Y sean de las marcas que sean. Las hay de todos los colores, precios, modelos, y todas con sus accesorios destinados al entretenimiento de las niñas. Y más que entretenimiento yo diría que al aprendizaje de las niñas en las tareas que se espera que realicen a lo largo de sus vidas.
¿Sabían que ya están en el mercado las muñecas hijas de personajes famosos de los cuentos clásicos? Son las hijas de Blancanieves, Cenicienta, la Bella Durmiente y de la malvada Madrastra de Blancanieves, y todas ellas por supuesto complementadas con las características de sus famosas madres y por tanto despojadas de sus cualidades propias.
También hay un muñeco que es el hijo del cazador del cuento de Blancanieves. Por lo visto el formato masculino tiene menos salida, a pesar de que también le han despojado de sus propias cualidades para encarnar las de su padre. Vomitivo en todos los sentidos.
Y, por supuesto está Noe, la muñeca que no come y en cuyo video promocional podemos ver a las niñas cómo tienen la ropita tendida, preparan papillas y retan al público a ver si Noe al final come.
No pensaba que esto fuera tan deprimente. Han pasado muchos años para que todo esto no haya cambiado casi nada.
Sobre el papel de los juguetes en nuestras vidas no voy a profundizar puesto que no soy experta en el tema, pero lo que sí que sigo viendo en todo esto son las enormes fauces del patriarcado extendiendo sus redes, para que todo siga igual y que el sistema androcéntrico y sus privilegios no se vean amenazados ni siquiera en su aspecto más simbólico.
Es cierto y no puedo negarlo que también van apareciendo otros modelos minoritarios de juegos en grupos de iguales, donde se practica la solidaridad, la equidad y otros valores que no son la competitividad y el ir matando por la vida o buscando príncipes que nos rescaten de nuestras propias vidas.
Pero estos nuevos modelos de juegos deben contar con unas férreas creencias del entorno de las y los menores de edad que los protejan del resto del grupo, puesto que se corre el peligro de que el resto de la “manada” aísle a esa criatura por diferente.
Sería necesario reflexionar como sociedad cada vez que regalamos un juguete, qué es realmente lo que estamos regalando, puesto que a veces, con la mejor intención, lo que regalamos son patrones de desigualdad, de modelos sociales que queremos combatir por ser discriminatorios en muchos sentidos.
Estamos en plena campaña de compra de juguetes para la Navidad y los Reyes Magos y desde este humilde espacio sugiero que, con pequeños actos como la reflexión del fin último que pretendemos al regalar esos juguetes, quizás ayudemos a nuestras niñas y niños a vivir en un mundo más equitativo, más justo, más afectivo y con valores que promuevas actitudes realistas, pacifistas, relaciones más simétricas, y menos privilegios para unos y menos sumisión para otras.
¿Es una utopía? Quizás lo sea, pero sin creer y luchar para que esas utopías dejen de serlo para convertirse en realidades, sería muy duro levantarse por las mañanas.
Hay algunas niñas que ya no quieren ser princesas. Y eso ya no es utopía.
*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.
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