El atentado imbécil
No tengo por qué dudar del ataque perpetrado en contra de la familia del diputado Fernando Castellanos Cal y Mayor, pero me llama la atención que un hombre que sirve al sistema emergente sin ánimo crítico y más bien con servilismo, sea víctima de un atentado infame, cobarde, pero sobre todo, imbécil.
Imbécil, porque por más descerebrados que existan, pocos se tomarán la peligrosa tarea de ingresar ilegalmente a una casa, amedrentar a una señora con una niña de seis meses de edad, solo para entregar un recado para que el legislador no continúe con su actividad política. Bastaba, digo, con dejar un mensaje en su celular o con su secretaria.
El “supuesto atentado”, así lo calificó la víctima, sirvió, como ha acostumbrado el diputado con todo lo que le sucede, para promover su imagen, con familia incluida. Otra persona habría optado por la discreción, denunciar el hecho y esperar el resultado de las investigaciones.
Castellanos Cal y Mayor no solo se precipitó a publicitar el evento, sino a señalar culpables: sus agresores son los que desean la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez. En su conferencia dijo que el móvil era político, pero sobre todo por el trabajo que ha realizado “por varios años” en la capital.
Me extraña que no haya comentado que era un caso inédito dentro de la política chiapaneca; que ningún legislador, por la tendencia acomodaticia y de complacencia hacia sus superiores, ha sido agredido.
El amedrentamiento y la represión ha sido para grupos de oposición, para líderes de organizaciones campesinas, indígenas y estudiantiles, que de cuando en cuando alzan la voz. Pero, ¿amenazar a un diputado tan plegable a la voluntad del gobernador como Castellanos Cal y Mayor? ¿a quién beneficia? Sin duda a él mismo, quien desplegó a partir de este hecho lamentable una campaña más de promoción mediática y que, sin duda, le servirá para incrementar su actividad proselitista en las vacaciones decembrinas.
Con tildar de «imbecil» el atentado, Sarelly lo dijo todo sobre est e asunto-