Transgresoras
Por Lucía Lagunes Huerta*
De acuerdo con la definición de María Molliner, una persona transgresora es aquella que comete una transgresión. Es decir, que desobedece una orden.
Las mujeres para vivir con dignidad y en libertad han tenido que ser transgresoras, romper patrones de obediencia, del deber ser. Transgresoras de los cautiverios impuestos para mantenerlas en la obediencia del mito de la feminidad.
Algunas han hecho de la transgresión individual una transgresión social para allanar el camino de sus hermanas. De ellas, quienes han decidido hacer de la arena pública un espacio de construcción de libertades, es que surge esta sección.
Usando la entrevista daré voz al proceso de transgresión en cualquier ámbito y en cualquier lugar del mundo.
* Epsy Campbell: pasión que rompe esquemas
En febrero próximo Costa Rica tendrá su proceso electoral. De las contiendas internas de los partidos políticos ya han salido sus candidaturas.
La única mujer que buscó la candidatura presidencial –sin lograrlo– es parte de las filas del Partido Acción Ciudadana (PAC), principal fuerza política de oposición y de la que fue dirigente de 2005 a 2009.
Su nombre no es desconocido en Costa Rica, tiene trayectoria y proyecto: es Epsy Campbell Barr, política a toda prueba que se autodefine como ciudadana del mundo. No logró la candidatura presidencial por su partido al quedar en tercer lugar en la elección interna.
A Epsy la conocí en 2008 durante la Décima Conferencia Regional sobre la Mujer en Quito, Ecuador, y cuyo tema fue la paridad.
En esta entrevista ella nos habla sobre su proceso personal para ser quien es y su concepción de la política.
–Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Cómo te defines?
–Epsy Campbell (EC): Soy afrocostarricense. Siempre me denomino como ciudadana del mundo por derecho propio. Activista de Derechos Humanos de toda la vida, política activa de mi país, vinculada a todo el proceso de los pueblos y mujeres afro.
–LLH: ¿Cómo llega Epsy a la política?
–EC: Tiene que ver con la esencia misma del lugar donde una parte. Vengo de una familia donde me enseñaron que los derechos no había que reclamarlos sino tomarlos porque eran propios.
“Desde que me acuerdo estoy de activista. En mi casa, donde éramos cinco mujeres y dos hombres, mis hermanos tenían algunos privilegios que me parecían inaceptables. Lo mismo en el colegio que en la universidad me involucraba en la defensa de aquello que me parecía injusto.
“Soy una más de las personas que piensa que las cosas no están bien y que hay que hacer algo para mejorarlas, que no se vale con pensar que esto se resolverá con lo que otros están haciendo. Hay que dar los pasos que nos toca. Desde que me acuerdo estoy vinculada con otras personas para tratar de modificar la injusticia en términos generales.
“Soy afrodescendiente en una sociedad que se cree muy blanca, europea; entonces siempre había una necesidad de reafirmar quien era yo, quienes éramos nosotros, tener referencias históricas de lo que implica ser afrodescendiente después de procesos de una negación de nuestra ciudadanía.
“Por eso me metí al activismo como algo natural; la vida misma me llevo a luchar por lo que consideraba injusto, con pasión. Me considero una mujer apasionada de lo que hago, siento el dolor ajeno como mío, tratando de mirar cómo transformarlo.
“No había querido entrar a algún partido político porque tengo la certeza de que para transformar la sociedad uno lo puede hacer desde cualquier lugar. Sin embargo me vino como suave, no soy la típica mujer que tuvo que romperse el pecho para tener un puesto de poder formal; por mi activismo político me invitaron a estar en una papeleta (boleta electoral) y fui diputada en 2002.
“Cuando me metí en la política tenía una antecesora diputada, me llamó y me dijo: ‘Tu carácter en la política formal te va hacer fracasar porque hablas muy fuerte, muy directa y una política a veces hay que hacerla por detrás’.
“Y recuerdo que le dije: ‘Ah, entonces voy a ser un fracaso porque soy de las que creen que la política hay que hacerla por delante, que no voy hacerme más chiquitita de lo que soy’”.
–LLH: Tampoco fuiste una legisladora “típica”.
–EC: Decidí meterme en los temas más duros como la economía, pues soy economista de profesión. Decidí defender los derechos de las mujeres desde la Comisión de Presupuesto, en la Comisión Nacional, en los impuestos, etcétera. Así me convertí en interlocutora de muchas personas en el país, lo cual me dio una enorme visibilidad.
“Más que competencia, pensé en esa visión humana de lo económico, por ello pienso que el lugar al que he llegado tiene que ver conmigo misma y con la gente a la que represento. Mi lugar no sólo tiene que ver conmigo, sino con las personas que represento.
“Esto tiene que ver con mi identidad, ser mujer, que es la identidad mundial más discriminada, más lastimada. Por eso yo me defino como de la identidad síntesis. Una es una sola cosa con diferentes matices, no es que una sea primero afrodescendiente y luego mujer, no, soy mujer afro, soy parte de los pueblos afros y hablo desde ahí, pero también levanto la voz por las y los niños, las personas que están en la calle, de cualquier color, pues parece que nadie los ve y seguimos actuando como si todo estuviera bien”.
CREAR AL PODER COLECTIVO
–LLH: ¿Cuál fue tu experiencia electoral, tu balance de ese proceso?
–EC: En 2006 fui candidata a la Vicepresidencia de Costa Rica de un partido que quedó a menos de un punto de quien ganó las elecciones.
“Mucha gente me presionó para que fuera candidata a la Presidencia; estaban convencidas que asumir la candidatura a la Vicepresidencia era un error. Estoy convencida que no fue así. No voy a decirte que desde chiquita quise ser presidenta ni nada por el estilo, de lo que sí estoy convencida es de la construcción de un poder colectivo.
“Cuando decidí ser candidata a la Vicepresidencia, con todas esas voces alrededor, me dí tiempo para pensar en las razones del por qué no a la candidatura presidencial. Y una de las razones es porque el manejo del poder en los partidos políticos se vuelve una lucha individualísima; el razonamiento que suele hacerse es yo por ser yo la que tiene que ser, y no creo en eso. Quería entrar en un proceso interno que nos fortaleciera, que sumara fuerza. Teníamos como candidato al fundador del partido (Ottón Solís).
“Cuando una está tratando de crear un poder colectivo y no individual, tiene que consultar con otras personas, con gente cercana, pues estoy convencida que esa colectividad es lo único que te da posibilidad de acertar o por lo menos equivocarte menos.
“Así, hecha política, desde un ejercicio colectivo, pregunto a mis hermanas, a mis amigas en Costa Rica, a mis amigas internacionales, así tomé la decisión de quedarme como candidata a la Vicepresidencia, buscando otras voces distintas. Ya en la campaña estaba clara que no entraría a la lógica de conseguir votos con promesas incumplidas”.
–LLH: ¿Cómo sobrevives en una ambiente tan individualista?
–EC: Como hemos dicho las mujeres que estamos haciendo las cosas para transformar la sociedad, los imaginarios colectivos, las relaciones de poder, también apostamos a transformar la política y la transformación de la política sólo se hace transformándola.
“Claro que viví serruchadas de piso, pero siempre tuve un equipo a mi lado. Recuerdo que en mi primer año de diputada (2002) me declararon la mejor; este es un proceso que hace la prensa de mi país, una evaluación de tu año de trabajo como legisladora, esa declaratoria se hace en diciembre, cuando estamos en receso.
“Yo pensé: ‘Cuando regrese todo mundo en la Asamblea Legislativa me van a felicitar. Pero cuando entré, después del receso, el ambiente se cortaba con cuchillo; la gente no me volteaban ni a ver y recordé lo que me dijo el periodista cuando me entrevistó: ‘¿Usted sabe lo que esto significa?’. Yo contesté: ‘Es un reto más’. ‘No, ahora usted tiene 56 enemigos (la asamblea tiene 57), porque todo mundo cree que ese lugar se lo merece’, me dijo.
“Mientras la visión que permanezca en la política sea la del poder desde el individualismo y no desde la construcción colectiva, esto seguirá pasando.
“Por ello tenemos que entender que el ser representante y cuando no lo somos es una transición a lo mismo. Que somos depositarios del poder y que el poder no nos pertenece, sino que lo estamos utilizando en función de la representación de las otras y los otros.
“Sobrevivo en la política, porque cuando salgo a cualquier lugar y veo todo lo mal que está, recuerdo por qué estoy aquí, porque quiero que en mi país la gente, toda la gente, viva dignamente”.
NECESIDAD DE ALIANZAS
–LLH: ¿Qué tan fundamental es hacer pacto? ¿Cómo se construyen? ¿En qué se deben cimentar?
–EC: Nuestro punto de partida es reconocer que la sociedad es diversa. Reconocer que no todos ven las situaciones como yo las veo, ni piensa como una; si fuera así sería muy fácil. Para lograrlos –los pactos– es necesario equiparar los poderes que han sido desiguales.
“Nuestra fuerza –como políticas– son las alianzas. Nuestra capacidad de tejer alianzas con las personas más diversas en momentos determinados, alianzas que nos permiten avanzar. Acumular poder significa acumular capacidad de hacer alianzas y pactos con los otros.
“Porque el poder no se posee en la persona en sí misma. Cuando a vos te empiezan a respetar es porque tienes la posibilidad de avanzar un punto y luego el otro con la gente más diversa.
“Esas alianzas hay que trabajarlas sobre las coincidencias, darte cuenta que tú siempre estás tratando de evangelizar para que piensen como tú y no siempre lo logras, y hay otras que están tratando de evangelizar para que pienses como ella y tampoco siempre lo logran.
“Entonces, la gran capacidad de las mujeres es mirar en qué puntos puedes avanzar con otras mujeres, en qué puntos puedes avanzar con hombres, con los de tu partido, con los que no son de tu partido. Cómo ir generando fuerza.
“Para avanzar se requiere un pacto entre diversas; entre mujeres con diversas realidades y perspectivas. Desde la perspectiva que nadie tiene la realidad absoluta. Donde negociar es ceder. Quien piensa que la otra va aceptar todo, pero ella no va aceptar nada de la propuesta del otro, está perdido. Hay que entender que el poder se construye, no se tiene por definición”.
–LLH: ¿Cuáles son tus límites?
–EC: Yo tengo como el desafío de llegar hasta donde la vida misma me lo ponga. Soy una mujer que perdió el miedo gracias a otras que caminaron antes que yo, que tuvieron que enfrentar la vida. Entonces quienes tenemos oportunidades como las que he tenido, tenemos que buscar transformar esas condiciones de desigualdad y discriminación.
–LLH: ¿Qué no harías?
–EC: No sé, es una pregunta muy complicada. No me lo he preguntado. Estoy convencida que si me equivoqué no fue por no pensarlo sino por mal concepto. Una no puede arrepentirse de las decisiones que toma por error. En este momento, de las cosas grandes de mi vida que me han hecho ser quien soy, hago el repaso y no me arrepiento de nada.
–LLH: Cuando te vas a dormir ¿cuál es el último pensamiento?
–EC: En general me voy a dormir con la sensación de la tarea cumplida del día.
“Una vez que estaba en un lugar comentando lo que iba hacer, una señora se me acercó y me dijo: ‘Epsy ¿usted cree que va a cambiar la política?’.
“Entonces me acordé de un cuento que me contaron de chiquita. La historia del colibrí. El bosque se estaba quemando y el colibrí tomaba una gotita de agua y la ponía en las llamas, y todos los demás animales se reían de esa acción del colibrí.
“Entonces el elefante le pregunta: ‘¿Y usted qué cree que está haciendo? No ve que el bosque ya se acabó’. Y el colibrí le contestó: ‘Yo estoy haciendo mi parte, si todos estuviéramos haciendo nuestra parte seguramente no habría incendio’.
“Le respondí a la señora: ‘Yo por lo menos estoy haciendo mi parte, si todos hiciéramos nuestra parte y estuviéramos convencidos que podemos cambiar la política ya lo hubiéramos cambiado, pero yo no me voy a esperar a que otros se convenzan para empezar a hacer la parte que me toca’.
“Nadie es indispensable en la vida, ni en la política ni en nada, pero cuando una siente que puso su granito de arena hay una satisfacción para poder dormir y acumular fuerza para iniciar el día siguiente”.
–LLH: ¿Qué le dirías a las nuevas generaciones?
–EC: Pienso que a mis hijas y a todas las generaciones hay que decirles dos cosas: hacer todo lo posible para ser feliz y hacer todo lo posible y un poco de lo imposible para contribuir con la felicidad de las demás personas, principalmente para quienes ni siquiera la felicidad es un concepto.
–LLH: Si alguien escribiera tu biografía ¿qué te gustaría que se escribiera sobre ti?
–EC: Lo que me gustaría es que escribieran la pasión que tengo por vivir la vida y por transformar la vida.
Recuadro
Epsy Campbell Barr nació el 4 de julio de 1963. Fue candidata a la primera Vicepresidencia de Costa Rica en 2006. Diputada del Partido Acción Ciudadana (PAC) de 2002 a 2006. Jefa de bancada de 2003 a 2006. Presidenta del PAC de 2005 a 2009.
Fue Coordinadora de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas; coordinadora del Foro de Mujeres para la Integración Centroamericana (1996-2001); integrante de la Alianza de Pueblos Afrodescendientes de América Latina y el Caribe; fundadora del Centro de Mujeres Afrocostarricenses; consultora nacional e internacional en temas como empleo, desarrollo de los pueblos, comunidades y mujeres afrodescendientes, e integrante del Parlamento Negro de las Américas.
En varias encuestas, tanto de empresas privadas como de la Universidad de Costa Rica ha mantenido siempre una alta popularidad y es una de las figuras más reconocidas de la política costarricense.
El 16 de febrero de 2009 oficializó sus intenciones de ocupar la silla presidencial, pero quedó en segundo lugar en la elección interna del PAC.
Twitter: @lagunes28
*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.
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