Los torturadores de Sabines

Juan Sabines y su gabinete. Foto: Cortesía

Juan Sabines y su gabinete. Foto: Cortesía

 

La infinita crueldad  de  los torturadores  del gobierno de Juan Sabines Guerrero, está fijada, atenazada y  cincelada a  plomo derretido en las celdillas de la memoria  de los ex presos políticos.

La evocación de  la galería de los torturadores fustiga tanto como lo fueron  sus golpes, las  amenazas e intimidaciones  que, salpicados  de sangre, dolor, angustia y humillaciones, aplicaron a sus víctimas en la más profunda orfandad de los derechos humanos y las garantías fundamentales básicas, bajo la complacencia del gobierno y el poder político.

Protegidos en la Procuraduría General de Justicia del Estado, a cargo de su actual titular Raciel López Salazar,  los torturadores  de Sabines Guerrero pisotearon y vulneraron, a placer, toda expresión de dignidad y condición humana de quienes estuvieron en sus crujías.

Reptantes y escurridizos entre las sombras de la noche y  la clandestinidad, los torturadores  iban  y volvían  a sus personalísimos campos de concentración, habilitados en cada celda penitenciaria, de arraigo y  sitios extramuros.

Pistola, picana y artefactos, cualesquiera que hayan estado en sus manos, los torturadores ensayaron y practicaron abanicos  de violentas impiedades sobre hombres y mujeres humillados, reducidos  al más profundo vilipendio de la cosificación institucional.

Los  perseguidos y torturados en las prisiones de Sabines tuvieron como únicas compañías,  sus miedos, los lamentos y la luz de la luna colándose en los barrotes de las celdas, como mudos testigos solidarios de las afrentas.

Comandantes de  la Policía Ministerial y  del Grupo Lobo que fueron bestias en tropel  solazándose con las angustias de los presos políticos que  denunciaron y criticaron a Sabines.

Bestias  investidas de encomiendas y poder que hundían sus iras y frustraciones  en cada golpe asestado y encontraban en ellosplaceres masturbatorios.

Demonios encarnados en el festín de la sangre pisoteando toda suerte de disposiciones constitucionales, de preceptos de tratados internacionales y de prerrogativas legales.

Eric Bautista  Gómez ,  Horacio Culebro  Borrayas y Carlos Bertoni Unda no olvidan al comandante Carrillo, El Gordo de los Bufidos  del Grupo  Lobo.

La silueta  porcina del hombre de negro, su voz estropajosa maledicente, la pistola que colocaba en las sienes de los reos,  sus manos  cacheteando, golpeando     los oídos con furia inaudita, están aún  vivas, retumbantes en las retinas y los tímpanos de  los tres activistas.

Las persecuciones policíacas y los fallidos intentos de captura en contra de  Eric   cesaron la madrugada de abril de 2009. Decenas de polícías cercaron las oficinas del MOCRI-CNPA-MN,  de donde a patadas y esposado lo condujeron a los sótanos de la PGJE.

Ahí conoció a  El Gordo de los Bufidos y  su manual de violencia institucional de cómo descender las escalinatas de los infiernospolicíacos-judiciales, con  cachetadas , golpes en el cerebelo , la pistola calibre 45 y amenazas en  contra personas queridas.

“Estás acusado de homicidio, eso me vale madre…si contribuyes, si no te vas a quedar aquí buen rato; quiero saber del grupo y las armas; qué en el 2010 con el EZLN; son culeros, que revolución”

Los torturadores esperaron y siguieron a  Eric en Pitiquito, en  las cárceles El Amate, de Tapachula y Copainalá, al lado de Los Marasy acusados de narcotráfico, donde luego de una  prolongada huelga de hambre  divisaba ya  la libertad,

En octubre de 2012 después de una resistencia granítica en las prisiones de  Sabines, y de que su caso  despertará indignación fuera del país, un juez federal amparó  y  liberó a Eric, paradójicamente procesado por exigir la excarcelación de presos políticos.

Horacio Culebro  padeció también a  El Gordo de los Bufidos , a Ariel Zenteno y  a Trinidad Ferreira , el subsecretario  de Sanciones y Ejecuciones Penales, quien después moriría en un accidente de motocicleta al proyectarse contra un camión rabón en la carretera Ocozocoautla de Espinosa- Tuxtla Gutiérrez.

Desde su arresto  a golpes en febrero de 2010  hasta los separosde la PGJE,  las cárceles de Copainalá y El Canelo,  el abogado penalista  enfrentó a los torturadores.

En cateos de madrugada entraban a las celdas cortando cartuchos ; no me dejaban pasar mis medicamentos, pese a mi glucosa de más de 600;  en el encierro con Los Maras y Zetas buscaban aniquilarme.

En El Canelo,  compartió la celda con cuatro reos y El  Perro , el narcotraficante que llegó con el muñón de la pierna aún sangrante, desprendida por la bomba que no logró lanzar.

La taza del sanitario dondla mierda salía a borbotones y el riesgo de que amigos de El Perro lo rescataran a tiro limpio de aquella celda que daba a la calle.

Bertoni Unda no olvida  que su encierro en Pitiquito le provocó diabetes, sometido a la tortura sicológica, al aislamiento y las intimidaciones que padeció   por El Gordo de los Bufidos.

Me ponía la pistola en las sienes, me advertía que sabía del carro donde viajaban mi mujer y mis hijos para que  me declarara culpable de un supuesto fraude millonario a campesinos de  Ocosingo.

Este jueves se esperaba la audiencia constitucional del Juzgado Séptimo de Distrito de Amparo en Materia Penal del DF,  para resolver la consignación penal o no, en contra de Sabines por  presuntas irregularidades financieras de 40 mil millones de pesos, según dictamen  de la Auditoría Superior de la Federación.

Sabines tiene también en su contra  una demanda de juicio político; sin embargo, queda pendiente su enjuiciamiento por sugalería de torturadores.

2 Responses to “Los torturadores de Sabines”

  1. Alfredo Palacios Espinosa
    2 diciembre, 2013 at 13:54 #

    Excelente texto para la memoria colectiva. Pronto espero enviarte el mío.

  2. Samuel
    29 noviembre, 2013 at 11:28 #

    Falta también que lo juzguen por la matanza en Chinkultic. Hay muchas más víctimas. Abusó del poder, violó derechos humanos. Debe ser enjuiciado.

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