Los Anarquistas Mexicanos
¿Qué hubiera pasado si la revolución mexicana hubiera sido comandada hasta el final por sus iniciadores?. Él hubiera no existe, pero hay consenso en que el germen de ella fue puesta por los hermanos Flores Magón; sobre todo a Ricardo –el segundo de los tres hermanos- también se le conoce como el precursor intelectual y el ideólogo de nuestra gesta revolucionaria.
Los Flores Magón pugnaban por la abolición del Estado y de la propiedad privada. No son pocos los que piensan que a partir del pensamiento de Ricardo Flores Magón de que a la revolución política echada a andar por Madero, debería impulsarse junto con una revolución económica desencadenó en el Estado moderno mexicano plasmado en la Constitución Política de 1917.
Pero la revolución armada en México inicia con Madero y con el financiamiento y reclutamiento por parte de Abraham González de Pascual Orozco y Francisco Villa y por diversos motivos, los magonistas agrupados en el Partido Liberal Mexicano (PLM) no tuvieron participación activa en la lucha armada revolucionaria como grupo cohesionado.
Sin embargo el anarquismo desde su definición que se refiere a oponerse a todo control sobre la persona ya sea por el gobierno o la iglesia; siempre ha estado latente en México y el mundo. Numerosos personajes de la cultura, las artes y la política se han asumido como anarquistas.
Por ejemplo, se dice que estrictamente Emiliano Zapata, el gran héroe nacional y posiblemente el mexicano más conocido en el mundo era anarquista. En México, prácticamente en todos lados encontramos calles, escuelas, edificios y organizaciones sociales y productivas que llevan su nombre.
El grito de guerra en las manifestaciones es Zapata Vive y la Lucha Sigue.
Sin embargo desde la aparición del movimiento de los indignados en el mundo, el pensamiento anarquista ha adquirido notoriedad internacional.
Incluso en México, anarquistas organizados armaron zafarranchos en el zócalo de la ciudad de México. Según las crónicas se movían en células, estaban encapuchados, cargaban mochilas ligueras, vestían ropa oscura (como para recordar que para los anarquistas la bandera negra es la negación de todas las banderas), se cubrían la cara con pañuelos y los ojos con lentes oscuros.
A partir también de ese momento comenzaron a circular perfiles de grupos anarquistas mexicanos por internet y las redes sociales. A conocerse también que existen lo que se conoce como “anarquistas individuales” que asisten a marchas por su propia convicción.
Hoy la nueva expresión del anarquismo mantiene –o debería mantener- preocupadas a nuestras autoridades.
Primero porque son una generación de jóvenes que alcanza la mayoría de edad en una época inédita de crisis mundial. También porque están en todas partes y se organizan vía redes sociales, lo que les otorga rapidez de comunicación.
Pero sobre todo porque son parte de las clases populares e incluso de los hogares más pobres, son también quienes dejaron de estudiar para trabajar o no encuentran trabajo.
Es decir, seguramente forman parte de los núcleos sociales donde lo único seguro todos los días es la preocupación de que rinda el dinero y no creen que las autoridades tengan capacidad de sacar adelante al país, a su región y mucho menos a su familia.
Además otro motivo de preocupación es el peculiar estilo de confrontación anarquista; bombas Molotov dirigidas a objetivos específicos, cero negociación y más bien un estilo de guerra y sabotaje permanente.
No es terrorismo, el anarquismo es una conducta propia de la juventud que no ve en el corto plazo un horizonte para su satisfacción material en el trabajo o el estudio.
Es decir, un reflejo ultra y radical del fenómeno Ni Ni.
Si nos ponemos a pensar un poquito; en las condiciones actuales México y Chiapas son terreno fértil para la aparición de un anarquismo duradero.
Somos un país y un estado habitado mayoritariamente por jóvenes e increíblemente no hay inversión productiva y las políticas de apoyo a la juventud son solo buenos deseos.
Globalifóbicos, indignados, #yosoy132 o el nombre que les queramos poner, los jóvenes con sus acciones nos están diciendo que quieren una sociedad más igualitaria y no discriminatoria.
La pregunta es no es si tienen o no razón en violentarse; porque como decía el subcomandante Marcos hace ya casi 20 años: “podrán cuestionarnos el camino, pero nunca las causas”.
La pregunta es que tanto estamos preparados para escucharlos y para proponerles alternativas. Otro quiebre generacional está a la vista.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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