La familia chiapaneca

Las familias del poder político actual  en Chiapas ( del poder económico, social y cultural también), surgidas posterior a la  federación de Chiapas a México, permanecen inalterables en sus ciclos imperturbables de herencias y  retornos sexenales, en los cuales, si acaso, cambian de nombres, no tanto de apellidos, como auténticos gatopardos que son.

Estos  emisarios y representantes de familias del poder político siguen en caballos de hacienda, manipulan como  en las tiendas de raya y atemorizan como en derecho de pernada. Pactan las mismas complicidades que sus ancestros, para someter, oprimir y humillar.

No tienen escrúpulos ni tientos  por sus falsas seducciones con las cuales se aprovechan  de la ignorancia y la pobreza de la gente.

Clase política  de apellidos y descendencias “ilustres” que arrasa  hasta la saciedad, con erarios y patrimonios.

De sangre y linaje les viene esta tradición que postra y humilla. Sus tatarabuelos  saquearon, arrebataron y empobrecieron a Chiapas, después de la Independencia y en las  luchas contrarrevolucionarias y el asentamiento de los poderes políticos.

Las cosas no fueron positivas durante estos dos siglos, al contrario, la corrupción y la impunidad crecieron escandalosamente, como lo evidenció de manera morbosa el  ex gobernador Juan Sabines Guerrero.

La realidad chiapaneca remite a etapas de auténtica descomposición política y social,  atrapado como está  por las despiadadas deudas públicas y privadas, la inconformidad ciudadana, la falta de desarrollo integral y de políticas  públicas incapaces de  remontar  la diversidad de conflictos como también los desafíos galopantes.

El estado y su pasado tan irónicamente próximo con sus gobernantes paridos del vientre de La Familia Chiapaneca.

Aparecen como de un simulacro, que al mostrarse tal cuales se les reconoce con todo, como protagonistas de una pesadilla de la que no se acaba de despertar:

Los Albores, Los Velasco, Los Robledo, lo mismo que los Melgar, Los Cal y Mayor, los González Garrido, Los Domínguez; desde luego Los Sabines, por citar cabezas visibles del entramado político chiapaneco.

Aunque integrantes de esas familias que  se sienten peninsulares  y gritan a toda voz que son legítimos  herederos de una clase política-social privilegiada, deben sus orígenes  durante el  período, de   1824 a 1857,  cuando el poder  se disputaba entre  federalistas y centralistas, así como también entre  liberales y conservadores.

Emergieron también de  1863 a 1865 cuando la disputa se daba entre  imperialistas y republicanos;  de 1865 a 1892  y las batallas de terratenientes de la región Altos contra los de tierra caliente. Provienen  de las escaramuzas de 1892 a 1914, entre terratenientes y hacendados del entonces Departamento de Las Casas y los del Departamento de Tuxtla y de Chiapa en la pugna  por la sede de los poderes de Chiapas.

Más actual, de los años 1914 a 1920, entre carrancistas y mapachistas rebeldes, esto es entre revolucionarios y contrarrevolucionarios que cruzaban tiros por obtener el poder y  aplicarlo para beneficiar a  La Familia Chiapaneca.

Rafael Cal y Mayor y sus improvisaciones armadas en la Contrarrevolución , “al que   seguían por su buena planta, pero que si acaso disparó algunos tiros en ciertas escaramuzas” , es antepasado de Juan Carlos Cal y Mayor Franco, actual director del  Coneculta, identificado como  político y funcionario público arribista, engatusador y chambón, que aprovecha la falsa seducción  como recurso para allegarse la confianza de los gobernadores en turno y ocupar así  puestos tras puestos gubernamentales, cualquiera que sea, con tal succionar  del erario estatal o federal, como lo demostró a  su paso por la diputación local, y en contraste,  en la delegación circunstancial de la Semarnat.

Su hermano Luis Raquel es otro  miembro de “ La Familia Chiapaneca”, que utiliza el apellido como salvoconducto para  obtener cargos y posiciones políticos, como lo hizo durante el gobierno de Sabines Guerrero,   a quien le profesó una fidelidad humillante y bochornosa. Hoy  es uno de  sus principales defensores desde la presidencia del Partido de la Revolución Democrática , donde guarda silencios cómplices y  arremete contra quienes  cuestionan las acusaciones de corrupción e impunidad  Sabinescas;  en cambio es explícito y directo al exigir la desafiliación del otro ex gobernador  perredista  Pablo Salazar Mendiguchía, por las denuncias de corrupción en su contra en los órganos jurisdiccionales y organismos de derechos humanos.

El apellido  Cal y Mayor lo lleva también como una franquicia el recién designado presidente de la Junta de Coordinación Política del poder Legislativo local y aspirante a la presidencia del ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, Fernando Castellanos Cal y Mayor, quien apenas hace unos días ostentaba la presidencia de la Mesa Directiva del Congreso estatal.

Fernando, ejemplifica la estulticia, el despilfarro y la inmadurez política  de que es capaz de transmitir un presunto apellido de “abolengo”, que  solamente ha servido para que   en el gobierno  sus poseedores abusen del poder e ignoren a los ciudadanos.

El senador del PRI, Roberto Albores Gleason, hijo del también cuestionado ex gobernador  Roberto Albores Guillén, es otro de los  políticos “ linajudos” que se cree con derechos naturales para asumir  la gubernatura, luego de la gestión del actual mandatario  Manuel Velasco, otro integrante de  La Familia Chiapaneca, cuyo abuelo Manuel Velasco Suárez, gobernó la entidad federativa en la década del 70.

Albores Gleason es  lo que se dice un joven con el corazón de viejo priista, por lo demagogo, ambicioso e inescrupuloso   en  sus  fines políticos y  personales, apoyado siempre por las relaciones de su padre , quien fue echado de las filas del PRI, precisamente por  su deslealtad y traición al ex candidato a gobernador José Antonio Aguilar Bodegas, y  por  apoyar abiertamente a Sabines Guerrero,  abanderado en aquel 2006  por los colores del PRD, de quien luego se constituyó en una suerte de asesor de cabecera. En la enorme genealogía de La Familia Chiapaneca se aposenta también el ex gobernador Patrocinio González Garrido, hijo del ex gobernador Salomón   González Blanco  y sobrino del ex gobernante tabasqueño Tomás Garrido Canabal, personaje controversial y polémico.  Actualmente prevalece la influencia política  de Patrocinio desde su cómoda posición de ambientalista.

El general  priista y ex gobernador Absalón Castellanos Domínguez, capturado y vilipendiado  en 1994 por  el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, es paradójicamente descendiente del prócer de la palabra libre, el doctor  y senador Belisario Domínguez Palencia. Absalón tiene su progenie también en aquellos que defendieron La Independencia y pugnaron por la federación de Chiapas a México en  Comitán de Domínguez.  La casi dramática historia política del ex gobernador  Eduardo Robledo Rincón fue sellada en febrero de 1994 con su obligada renuncia exigida por los zapatistas y avalada por Ernesto Zedillo Ponce de León, a quien desde antes le había retirado su apoyo.

Los casi 30 años de búsqueda de la defenestrada gubernatura de Eduardo, es continuada hoy por su hijo el senador perredista Zoé Robledo Aburto, un muchacho que intenta ser moderado y no emprender pleitos innecesarios. Sabe por experiencia muy cercana que la pérdida de la gubernatura se pretende mitigar con el consuelo de una embajada.   A la distancia, es probable  que aún le lleguen  los aromas de churrasco que su padre paladeaba  como embajador en Argentina.

Luis Armando  Melgar Bravo es otro senador que aspira al Ejecutivo Estatal chiapaneco. Recuerda al también ex senador , empresario y cafetalero Antonio Melgar Aranda, priista de cepa y ex hombre fuerte del Soconusco.

La patente de corso de Luis Armando  Melgar transita con  su interés de servicio al empresario televisivo Raúl Salinas Pliego  y la protección que brindó en un primer momento a su ex secretario particular, Toledano, procesado actualmente  por  el homicidio de su pareja sentimental.

One Response to “La familia chiapaneca”

  1. Fernando Rey Arévalo
    12 noviembre, 2013 at 13:09 #

    Crítica constructiva, tipo un par de precisiones: Tomás Garrido Canabal fue padre de doña Josefa Garrido, por consecuencia abuelo del exgobernador Patrocinio González (Blanco) Garrido. Juan Carlos Cal y Mayor Franco no es nieto de Rafael Cal y Mayor sino de Raquel Damián Cal y Mayor Palacios, expresidente municipal de Tuxtla (1917-1919)

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