Fracasa cuotas de género por simulación de partidos políticos
Cecilia Lavalle*
Imagine que está enfermo gravemente. Lleva años padeciendo. Y en un lugar de Europa encuentran una medicina. En distintos países fue probada con éxitos sin precedentes. Logra traerla a México, y lleva a cabo todos los trámites legales para que se la administren.
Pero los encargados de aplicarla se la dan cuando quieren, como quieren y si quieren. ¿Se aliviaría? ¡No! ¿Diría que es la medicina la que no funciona? ¡No! ¿Qué sucedería si se aplicará de manera más o menos aceptable? ¡Comenzaría a ver resultados! Eso pasó con las mujeres de Quintana Roo.
Para mejorar las inaceptables condiciones de subrepresentación de las mujeres en los cargos de toma de decisión política, las mujeres noruegas implementaron las cuotas de género en la década de 1970.
El éxito fue tal, que pronto mujeres de otros países de Europa las aplicaron, con éxito también.
Las argentinas, en la década de 1990, fueron las primeras mujeres de América Latina en probar “la medicina” contra la desigualdad en cargos de poder. Y el aumento de mujeres en su Congreso fue espectacular.
México, para el caso de elecciones federales, las hizo legalmente obligatorias en 1996. Y casi todos los estados de la República hicieron lo mismo en distintos momentos. En Quintana Roo se normaron las cuotas de género en 2002.
Pero ni a nivel federal ni a nivel estatal teníamos los resultados deseados ni los que otros países tenían. ¿Por qué? Porque los partidos siempre encontraban la manera de simular el cumplimento, de no cumplir o de cumplir a medias.
Casos legales bien armados, sensibilización a juzgadores y juzgadoras electorales, mayor peso a convenios internacionales en nuestro marco jurídico, entre otras, han permitido una mejor aplicación de la medicina. ¡Y funciona!
El 7 de julio se celebraron elecciones intermedias en Quintana Roo. Se eligieron autoridades en 10 ayuntamientos y al Congreso del estado, que tiene 25 curules.
Todos los partidos, excepto el PAN, cumplieron con la cuota de género en su candidaturas al Congreso; algunos, eso sí, tras ser impugnados.
Que se aplicara la medicina de manera más o menos aceptable, permitió que más mujeres que nunca contendieran en candidaturas propietarias. Cuatro de cada 10 correspondían a una mujer.
Y todo indica ¡que más mujeres que nunca llegarán al Congreso!
Mire: por el principio de mayoría relativa ocuparán una curul siete mujeres: cinco del PRI, una del PVEM y una del PAN. En 2010 ¡sólo una mujer llegó al Congreso por este principio!
Y por el principio de representación proporcional no está todo escrito. Según las cuentas de la autoridad electoral llegan dos; pero las impugnaciones, por razones que no tienen que ver con la cuota de género, están anunciadas, de modo que habrá que esperar.
Si sólo llegan dos, el Congreso se conformaría con 9 mujeres (36 por ciento). Se rebasa así el máximo histórico de 2002 cuando llegaron 8 (32 por ciento), y se rompe el techo de cristal de tres elecciones anteriores en que no alcanzaron ni 30 por ciento
Hay mucho que corregir aún. Y más adelante haré el análisis correspondiente. Por ahora pregunto: ¿Sirve la medicina? ¡Claro!
Y ya salió la de nueva generación. Se llama paridad, cuya traducción es “la mitad del poder”. Nada más, pero tampoco nada menos.
La próxima semana, el análisis de los resultados en los ayuntamientos.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.
*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
No comments yet.