¿En manos de quién está la difusión de la cultura en Chiapas?
Contra lo que pudiera creerse, Juan Carlos Cal y Mayor Franco, recién nombrado titular de Coneculta, es un político sensible a las manifestaciones artísticas y el único buen lector que conozco de entre los panistas chiapanecos. Identifica y se relaciona con los creadores de ahí que haya nombrado como colaboradores a personas vinculadas al arte y a la investigación.
Se ha rodeado, para emprender su tarea como promotor de la cultura, de Óscar Palacios, Lola Montoya y Marco Antonio Orozco Zuarth, quienes conocen el campo y han padecido las penurias al dedicarse a una actividad que reclama tiempo completo y ofrece poca compensación económica.
En lo personal, el nombramiento que más me alegra es el de Óscar Palacios Vásquez, un novelista que es referencia en el estado, que ha sido reconocido con el Premio Chiapas y que ha dirigido talleres literarios en Tuxtla y en San Cristóbal. Conozco su dedicación, su verticalidad y su compromiso con la creación artística. Me divertí con su cosmos de El ombligo del mundo, vi su grandeza En memoria de nadie y en El abrazo de Ixtab constaté su genio vital y travieso. Admiro la construcción de los diálogos en sus novelas, cuentos y obras de teatro, pero sobre todo su vocación por la amistad, su lealtad e inteligencia. Es un hermano mayor siempre afectuoso y dispuesto para la charla. Hemos hablado, en reuniones que se han repetido a lo largo de más de 20 años, de Juan de la Cabada, su maestro, de Margarita Paz Paredes, su impulsora, y de Carlos Fuentes, su contemporáneo. No es ajeno a la producción estatal. Se entusiasma con las nuevas escritoras y narradores que surgen de cuando en cuando en estos Puntos Cardinales.
Creo que no todo está podrido en el mundo, que hay velas que pueden alumbrar el ejercicio público, y me da gusto que sea en Coneculta, una institución que en el gobierno de Juan Sabines se banalizó, perdió sentido y se ocultó de los artistas.
Los retos que se presentan son diversos. El más urgente debe ser el editorial, tanto en publicaciones como en bibliotecas. Hay que convocar a concursos para que los creadores publiquen sus trabajos, ya sea impresos o digitales, y que estén en línea a disposición de los lectores. Las bibliotecas también deben ser recuperadas después del abandono, saqueo y maltrato al que fueron expuestas en los seis años anteriores. La Sección Chiapas, que debería ser la más atractiva, diversa y original, no ha crecido; requiere impulso y atención.
Es necesario restablecer los convenios con bases de datos que se perdieron en el gobierno sabinista, como Ebsco, Elsevier y Proquest, las cuales permitían contar con una Biblioteca Pública Virtual de Chiapas muy completa. Estas bases de datos cuestan, es cierto, pero ofrecen un servicio útil a investigadores y estudiantes de todos los niveles.
En el teatro, cultura popular, música, escultura y artes visuales deben ser impulsados a jóvenes talentos. Los homenajes y festivales no tienen por qué ser dedicados a una sola persona, como sucedió con Jaime Sabines, quien no obstante su ascendencia como poeta mayor, cansó por el estribillo con que lo repitió Juan Sabines.
Hay mucho que hacer en la promoción de la cultura, pero con las personas que han quedado al frente se podrá avanzar, acercarse a los creadores y apoyarlos en sus sueños e inquietudes artísticas. En eso confío.
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