El agua entubada de Tuxtla
Chiapas es una entidad rodeada de aguas dulces. En ese sentido somos privilegiados. Sin embargo, entubar el agua y potabilizarla es una tarea titánica.
Por eso, quizás, el precio del agua entubada de Tuxtla Gutiérrez no es nada barata. Es una de las más caras del país. En eso no tiene nada que ver la administración actual. Enoch Araujo, un hombre que siempre se palpaba el bolsillo antes de proponer un incremento, decidió que el agua entubada debería valer tanto como el agua purificada. A los pobres no les afectaba, porque no contaban con el servicio. Tener agua era privilegio de ricos, de políticos o mínimo de líderes sociales.
Es inevitable tener que comparar: viví un tiempo en Getafe, un pueblito ubicado a 12 kilómetros de Madrid. Es un pueblo de obreros que ha cobrado notoriedad por su equipo de futbol instalado momentáneamente en la primera división, y que Hugo Sánchez le hizo el feo como entrenador.
Con sus 300 mil habitantes sigue siendo un pueblo, aunque últimamente la han bautizado como la capital del sur por la actividad dinámica que vive con la construcción de aviones, equipos electrónicos y el funcionamiento de fábricas de diversos tipos.
La preocupación que tenía antes de trasladarme desde Tuxtla a ese pueblo era si podría bañarme todos los días, porque aquí, si bien había agua una vez a la semana o cada 15 días, la casa tenía una cisterna capaz de abastecerme del líquido por casi un mes.
Al llegar al departamento de Getafe descubrí consternado que no había cisterna. “A bañarse una vez a la semana y a ponerse perfume todos los días para disimular el olor”, le dije a mi hija Déborah.
No fue necesario, porque si bien no había cisterna, teníamos agua potable todas las horas de todos de los más de mil días que estuvimos ahí. Miento: un invierno se tronaron las tuberías por la acumulación de hielo. Nos quedamos sin agua en las tuberías, pero el ayuntamiento, comandado por el decano de los alcaldes de España, Pedro Castro, nos envió bolsas de agua hasta las puertas de nuestras casas. A las 24 horas el servicio estaba restablecido.
Los getafenses están orgullosos de dos cosas: de su equipo, por supuesto, y del grato sabor del agua que es recolectada de los deshielos.
Todo el año se recibe fresca, como recién salida de un río de las montañas. Y no hace falta comprar garrafones porque el agua en verdad es potable y no solamente entubada.
Las purificadoras de agua, que existen por millares en Tuxtla, si fueran trasladadas a Getafe, serían un fracaso. Nadie compraría sus productos. ¿Para qué? Si el ayuntamiento se encarga de enviarles agua de calidad excepcional y de un sabor incomparable.
El precio del agua potable de ese pueblo no es caro. Es bastante similar a lo que pago aquí por el agua entubada. La diferencia es que la de allá es agradable, lista para tomarse y constante, mientras que la de aquí está sucia, es cara y me llega dos o tres veces por semana.
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