Chiapas: El Capitalismo en las comunidades indígenas de Los Altos – III
Por Gaspar Morquecho
El café pedrano un producto agrocomercial en la órbita del capitalismo mundial
A San Pedro Chenalhó llegué a principios de la década de 1980 por dos vías. Como trabajador de la Subsecretaría de Asuntos Indígenas del gobierno de Chiapas y por mis queridas hermanas del Divino Pastor de la Diócesis de San Cristóbal. Estuve supervisando la construcción del beneficio de café en Majomut y fui testigo de cómo los recursos a “fondo perdido” del Programa de Inversión para el Desarrollo Rural (PIDER) se utilizaron para enriquecer a empresarios de la entidad, por ejemplo, la maquinaria del beneficio era hechiza y prácticamente en condición de chatarra, paralelamente, la Subsecretaría de Asuntos Indígenas (SubSaI) del gobierno de Chiapas y la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) participaron en la constitución de la Unión de Ejidos y Comunidades de Cafeticultores de R.I. de C. V. del Beneficio Majomut y se envió a un grupo de indios pedranos productores de café a capacitarse en el manejo de la maquinaria en los beneficios de los Zardaín en la capital del estado. La desaparición del Instituto Mexicano del Café estaba en marcha. El Estado se retiraba. También desaparecía el mercado regulado y se preparaba todo para lanzar al libre mercado a los indígenas productores del aromático.
El cultivo de café y su comercialización ha sido el alivio económico de las familias indígenas que tienen la fortuna de contar con tierras apropiadas para la cafeticultura, actividad agrocomercial que se acompaña, algunas veces, con la producción de miel. Si bien la producción y comercialización de café ha compensado de alguna manera las limitaciones de la producción milpera, esas actividades los han mantenido vinculados y dependientes del mercado capitalista mundial. Desde siempre fueron víctimas de los intermediarios (coyotes) que acopiaban el producto para entregarlo a los grandes acaparadores chiapanecos del aromático que, además, contaban con la complicidad del Instituto Mexicano del Café – INMECAFE es decir, del coyote institucional. Instituto creado por Miguel Alemán en 1948. Para entonces, dicho sea de paso, el café podía ser fuente de impuestos y de di-vi-sas. El INMECAFE, además de acopiar y comprar el producto financiaba las labores en los cafetales: limpia, desombre, renovación, fertilización y de la cosecha. De esa forma los productores indígenas se convirtieron en peones del INMECAFE en su propia tierra. Tampoco escapaban a los castigos por el desmanche (café manchado) que abarataba al producto. Ahora sí que los coyotes y/o técnicos que certificaban la calidad del café se manchaban con los castigos. Menos iban a escapar a las fluctuaciones del mercado y precios mundiales que fijaba la Organización Internacional del Café (OIC). Los indios sólo se enteraban que el producto había subido de precio o que se habían desplomado. El coyote era el portador de la noticia.
En el comercio del café la desgracia de algunos es júbilo para otros. Alguna vez escuché a uno de los empresarios coleto comentar la felicidad de un ex gobernador de Chiapas al enterarse de una helada en Colombia. Eso significaba que los precios del café se dispararían. El ex gobernador que invertía en la producción de café en Yajalón festejó. ¿Adivinaron quién es? Seguramente es parte de la ética capitalista.
Por su lado, las hermanas del Divino Pastor que acompañaban el proceso del Comité de Defensa de amenazados, expulsados y perseguidos de Chamula, luego del Consejo de Representantes Indígenas de Los Altos de Chiapas (CRIACH), y más tarde de la Organización Indígena de Los Altos de Chiapas (ORIACH), me hicieron cancha en Chenalhó.
Para finales de 1988, año del fraude de Salinas y llegada de Patrocinio González Garrido, la ORIACH estaba formada mayoritariamente por los Hombres Murciélago. Tzotziles y tzeltales de 40 comunidades de los municipios de San Juan Chamula, de San Pedro Chenalhó, de San Pablo Chalchihuitán, de San Juan Cancuc, de Pantelhó de Santa Catarina, de Teopisca de San Agustín y de San Cristóbal de Las Casas. Una organización pequeña pero picosa… bueno, les diré. El caminar de esos pueblos indígenas se dificultaba por el enorme control que ejercía el Partido de Estado. El PRI hacía de Los Altos una región “cien por ciento” priísta. Imperaba la brutalidad y violencia de los cacicazgos indígenas que contaban con la complicidad de los tres niveles de gobierno. Otros factores adversos eran los racismos, la identidad pueblerina, la fragmentación en las comunidades y el temor de oponerse al poder y luchar.
En Chenalhó, la ORIACH tenía presencia en las comunidades de Natividad, Yibeljoj, Naranjatic Bajo, Yabteclum, Tzajalucum, Tzanembolom, Bajoveltic, Los Chorros, Polhó, Xcumumal, Pechiquil. A ese proceso se había sumado la Unión de Ejidos y Comunidades de Cafeticultores de R.I. de C. V. del Beneficio Majomut.
En enero de 1989, representantes de la ORIACH tuvieron una reunión de trabajo con Patrocinio González Garrido y le entregaron un cuaderno de más de 60 cuartillas donde le plantearon la problemática económica, política y social; el racismo, las brutalidades de los cacicazgos indígenas, el grave problema de las expulsiones en Los Altos de Chiapas y una relación de las demandas de cada una de las comunidades.
En lo que correspondía a San Pedro Chenalhó – entonces con una población de 18 mil 400 habitantes-, destacaban como problemas estructurales y sociales: El caciquismo, el alcoholismo, la desnutrición y la injusticia. Se reclamó al gobernador la insuficiencia de los servicios médicos y la falta de créditos favorables para los productores. En la lista de sus 38 demandas se veían las condiciones de vida de la población, sus intereses inmediatos, dependencia y marginalidad. Infraestructura: 925 viviendas, electrificación de 7 poblados, 6 sistemas de agua entubada, 50 letrinas, 1 Casa del Maestro, 1 Agencia Municipal, la conclusión de 64 kilómetros de carretera, 3 puentes, 1 escuela, 3 hospitales, 1 sistema de drenaje, 1 bodega para el acopio de café. Para la producción comunitaria: 1 taller de panadería, 4 de carpintería, 5 de artesanías, 1 de herrería, 1 tortillería, 1 molino de nixtamal, 1 taller de talabartería. Herramientas de trabajo: 80 azadones, 80 machetes, 80 hachas, 10 picos, 10 palas, 5 carretillas, 10 rastrillos, 80 ollas de peltre, 185 estufas de gas, 80 lámparas de gas, 50 molinos manuales de nixtamal, 6 máquinas de escribir, 50 despulpadoras, 50 bombas aspersoras, 1 camión de 10 toneladas de capacidad de carga y 2 unidades de 2 toneladas. Proyectos productivos de mayor tamaño: 1 maquinaria para un beneficio seco de café, 1 Granja Integral y 1 proyecto avícola.
La Unión de Ejidos y Comunidades de Cafeticultores de R.I. de C. V. del Beneficio Majomut, le reclamó a Patrocinio la falta de apoyo gubernamental y le demandó su intervención “para mejorar las condiciones de producción y comercialización de nuestro café”. Le hizo un resumen de la historia de la fundación de la Unión:
“Nuestra unión nace en el año de 1981, dos años después, obtuvimos nuestro registro iniciándonos en las tareas de organización para el trabajo, la administración y gestión que nos permitiera acopiar el mejor café y en mayores cantidades. Buscamos créditos, el permiso de exportación, nuestros clientes compradores, nuestro mercado.
Durante cinco años hemos logrado exportar café y nos ha dejado la experiencia necesaria para cubrir todos los requisitos administrativos así como en la calidad en el café que exige el mercado internacional.”
Cuentan que cuando salió su primer camión con café de exportación rumbo a los Estados Unidos, la directiva de la Unión comisionó a un grupo de indígenas para que fuera a mirar “a dónde iba a parar su café” y “quién lo iba a recibir”. Seguramente no pasaron de la frontera. Así es el mercado internacional. No ves ni tocas al cliente. Si te va bien, te enteras de la existencia de una firma, de una marca y de los movimientos en la cuenta bancaria.
La Unión estaba integrada por 3 mil socios indígenas Zotziles y Tzeltales de 32 comunidades de los municipios de Chenalhó, Chalchihuitán, Pantelhó, San Juan Cancuc (entonces parte del municipio de Ocosingo). Era una organización pequeña si consideramos la población total de los 3 primeros municipios, en 1980, era de 33 mil 269 habitantes. Ahí se encontraban cafeticultores de todos los partidos políticos, de diversas organizaciones sociales y filiaciones religiosas. Contaban con 11 mil 875 hectáreas de cafetales con 11 millones 875 plantas de las variedades siguientes: “árabe (Arábiga), Borbón (Bourbón), márago (Maragogipe) y mondonovo (Mundo Novo)”. Eran propietarios de un beneficio seco “deteriorado”, una bodega con capacidad para 3 mil 500 quintales; 1 camión de 3 toneladas de capacidad de carga, otro de 10 toneladas y una camioneta. Sus problemas estaban, también, con la Banca:
(…) “los obstáculos importantes han sido la falta de créditos oportunos y el cobro de intereses moratorios inflexibles. El Banco se puede tardar en sus ministraciones, pero jamás deja de cobrar ni un día de atraso.
Esas anomalías bancarias provocan que muchos de nuestros compañeros tengan que malbaratar sus productos con el coyote, que se desesperen y vea en la Unión sus males y se provoque la desconfianza en la organización. Finalmente el daño mayor se da al lesionar la miserable economía de los indígenas más pobres que producen café.”
A los problemas con la Banca se sumaban: la falta de asesoría técnica, la inexistencia de programas de apoyo a la producción de café y las presiones institucionales para corporativizar a la Unión. El deterioro de su beneficio los obligaba a pagar el traslado, la maquila y bodega en los beneficios privados por lo que demandaron a Patrocinio: Créditos oportunos, programas de asesoría y estímulos a la producción del café, el equipamiento de su beneficio y medios de transporte. Para el acopio de 6 mil quintales, demandaron un crédito de 1,500 millones de pesos y 220 millones para su comercialización.
Al gobernador le entregaron una cotización para la compra de un beneficio de café con capacidad de 25 a 30 qq (quintales), por hora. El total era de 129 millones 268 mil 694 pesos. Abraham Moreno de Construcción de Maquinaria y Equipo para Beneficio de Café, en Coatepec, Veracruz, se comprometía a entregar la maquinaria en 60 días. La forma de pago: 70% de anticipo y el 30% contra entrega en Coatepec. El documento tiene la fecha 17 de noviembre de 1988. (¡¡Sopas!! El V aniversario de la fundación del Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata en Chiapas. Es muy probable que algunas comunidades de la ORIACH estuvieran participando en las FLN-EZLN). Otra cotización que presentaron a Patro fue la de Tovilla Hermanos para la construcción de la techumbre de una bodega de 576 metros cuadrados, por un total de 84 millones 456 mil pesos. Se comprometían a entregar el trabajo en 60 días. 50% de anticipo y 50% al entregar. La cotización tiene la fecha de Enero 4 de 1989.
Como ven, los indios en Los Altos habían entrado de lleno y sin intermediarios a la órbita del Capitalismo Mundial. Los productores asociados se habían apropiado de la cadena productiva: del cafetal, al despulpado, secado, acopio del café en cascabillo, beneficiado del café en oro calidad de exportación, y la exportación a los mercados del primer mundo. El Capital Financiero especulaba con los créditos inoportunos y acumulaba con los “intereses moratorios” puntuales. Además de la tierra, de las matas de café, de la fuerza de trabajo propia y asalariada, los productores de café ahora eran propietarios del registro R.G. 1118 y de otros medios de producción: maquinaria y equipo para el beneficio de café, del edificio, de una bodega y tres unidades para el trasporte del aromático. También eran propietarios de todas las dificultades que encontraban en el camino. Como quiera el coyote seguía acaparando.
No estaban solos. En esa órbita giraban la Aric Unión de Uniones de las cañadas de Ocosingo, la Unión de Ejidos de la Selva de Las Margaritas, la Unión Nacional de Crédito Agropecuario, Forestal y de Agroindustrias, de Ejidatarios, Comuneros y Pequeños Propietarios Minifundistas, S.A. de C.V. (UNCAFAECSA), en la frontera y el Ismam en la frontera y costa de Chiapas. A nivel nacional los arcoíris de agrupaciones de productores de café se organizaron en la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC), los había “autónomos” y “gobiernistas”.
¿Pero qué creen que hizo Patro con la ORIACH? Pues lo que tenía que hacer: la reventó. Compró a algunos de los dirigentes, les ofreció una su silla en el Consejo Indígena Estatal y prometió atender unas sus demandas. Los más rebeldes de San Juan Chamula, de San Pedro Chenalhó, de San Pablo Chalchihuitán, de San Juan Cancuc, de Pantelhó, de Teopisca y de San Cristóbal de Las Casas, se habían sumado a la propuesta armada o estaban muy cerca. Después del levantamiento armado la comunidad de Polhó se convirtió en la sede del Municipio Rebelde de San Pedro de Polhó. Cosas de la vida.
La Unión de Ejidos y Comunidades de Cafeticultores de R.I. de C. V. del Beneficio Majomut siguió funcionando, sin embargo, los rebeldes y las sociedades civiles de Las Abejas, por algo, se separaron de la Unión y constituyeron nuevas asociaciones. En 1997 los zapatistas fundaron la Cooperativa Mut Vitz y en Pantelhó la cooperativa Yach’il Xojobal Ch’ulchan (Nueva Luz del Cielo). En 1999, Las Abejas fundaron Maya Vinic con 200 socios. Si bien esas agrupaciones de cafeticultores han contado con la solidaridad internacional, inevitablemente siguen en la órbita del capitalismo mundial y, sin poder evitarlo, se mueven al ritmo de las fluctuaciones de los precios en el libre mercado neoliberal. ¿Caso hay otro?
Las asociaciones de cafeticultores de café han abierto unos sus negocios con sus respectivos conceptos en San Cristóbal de Las Casas: Café La Selva de la Unión de Ejidos de la Selva, Café Museo Café de la Unión Majomut y la Maya Vinic. Además de ofrecer su aromático café venden algunos bocadillos a la carta. Las dos primeras son propietarias de los edificios registrados en el Catálogo del INAH. La tercera paga una renta de 12 mil pesos mensuales. De esa forma las asociaciones se han sumergido y compiten, entre si y con otros, en una de las ramas favoritas del Capitalismo Neoliberal: el Turismo. Algunas de las asociaciones están metidas en ese asunto del café orgánico, producto que ha incrementado las labores en los cafetales, sujetas a la “certificación” para acceder a los mercados internacionales y del llamado “comercio justo”. Y, ¡pus claro! Las asociaciones de cafeticultores han creado sus marcas: Café orgánico de altura Toyol Witz, la Unión Majomut, la Maya Vinic Café Orgánico, el Gourmet Café Mam orgánico de Chiapas, La Selva Café y Café orgánico Sorbo y Aroma. Por lo general cuentan con una su… www.com. ¡¡¿Cómo chingados que no?!!
En las márgenes/márgenes del capitalismo tenemos a la población indígena no productora de café, los milperos de Los Altos de Chiapas: San Cristóbal de Las Casas, Aldama, Altamirano, Amatenango del Valle, Chalchihuitán, Chamula, Chanal, Chenalhó, Huixtán, San Andrés Larráinzar, Mitontic, Oxchuc, Pantelhó, Teopisca, San Juan Cancuc, Santiago El Pinar, Tenejapa y Zinacantan. Si gusta puede consultar “Chiapas: cuando La Madre Tierra no alimenta” (http://alainet.org/active/65220&lang=es).
En algunos de esos municipios, algunos indios se han involucrado en el cultivo del café cannabis, y todo, pa’ que usted se dé un toque de altura. Ahora que si se quiere cruzar, le recomendamos el toque acompañado con posh chamula. No por nada los zapatistas tienen prohibido el cultivo y consumos de drogas y alcohol. Por algo, una de las rutas de la mota del El Chapo parte de de San Cristóbal de Las Casas a Mérida. Lindo hermoso… bomba. (http://www.jornada.unam.mx/2013/08/11/politica/002n1pol)
Así las cosas, parece que no hay giro ni género que escape al capitalismo en Los Altos de Chiapas. Y las mujeres ¿Qué? De eso hablaremos en el próximo capítulo.
¿Continuará? Puede.
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