Pp López Arévalo, el adiós a un periodista
La tarde del primero de mayo del año pasado falleció José Antonio López Arévalo. Pp ha sido el amigo con quien he pasado el mayor número de horas en los últimos años. En nuestros encuentros hablábamos de nuestras familias, devorábamos a nuestros amigos, criticábamos a los políticos y nos solazábamos con el logro de nuestras hijas. Hoy, si viviera, le daría gusto el proyecto de Chiapas Paralelo.
A no ser por los ataques de gota que padecía, lo vi siempre como un hombre sano. Fue en julio de 2011, sin embargo cuando me comentó que sentía un dolor permanente en el costado izquierdo. Se sentía incómodo, comía frutas. Se cuidaba.
Su malestar se desató al momento en que Gobierno del Estado armaba una estrategia absurda para meterlo a la cárcel bajo el pretexto de pedofilia y perversión de menores. Se enteró cuando llamaron a la casa de una de sus amigas y plantearon el tema a sus padres. Ellos, sin embargo, no aceptaron el trato, por el contrario, alertaron a Pp.
Las sospechas se confirmaron cuando un periodista oficioso lanzó, cuanta andanada estuvo en sus manos (blogs, videos, correos, twitts), para desacreditarlo y permitir así a la autoridad actuar con impunidad.
“Si me detienen, me dijo, voy a hacer huelga de hambre, aunque este dolor sea insoportable. Y no me voy a rajar como Pablo Salazar”. Cumpliría su palabra, no me quedaba duda. En Lecumberri había estado varios veces en huelga de hambre cuando estuvo preso por guerrillero.
Para mí, que lo había visto salir de crudas espantosas y lo percibía como mastodonte inquebrantable, aquel debía ser un malestar pasajero. Le recomendé un médico.
Días después me dijo que, pese a las medicinas, el dolor no había disminuido.
Visitó a otro médico. La colitis, diagnóstico del primer gastroenterólogo, se había convertido en un tumor que podía ser extirpado sin problemas.
Algo sospechó su hermano Hugo quien, magnánimo en todo este caminar doloroso, lo llevó a la ciudad México. Ahí detectaron que no era un tumor pequeño sino enorme y cancerígeno.
La operación debía recibir, previamente, una dosis adecuada de quimioterapia para bajar los índices tumorales. No quiso que lo operaran en diciembre para no entorpecer las fiestas familiares.
En enero, con la operación, se descubrió que el tumor era grande, tanto, como una pelota de futbol, y con un peso de más de tres kilos. Lo primero que dijo después de salir del quirófano, con irónica acidez, fue que era mejor tener cáncer que a Sabines de gobernador.
Después de dos meses, con quimioterapias y recuperación de por medio, regresó a Chiapas. Estaba delgado, con una barba incipiente y una voz que a veces era quebradiza, casi imperceptible.
Conservaba, sin embargo, el mismo humor gratificante con que recibía a sus amigos. En el hospital de México, ante la solicitud de que dejara una cantidad para iniciar el tratamiento, contestó que dejaría el doble pero que lo atendieran dos enfermeras guapas.
Él no lo sabía, pero el cáncer, detectado primero en el colon, se había extendido a los linfomas. Deyra, su hija menor, me comentó que tenía cinco en diferentes partes del cuerpo.
Pese a las malas noticias, Pp conservaba buen ánimo y muchas esperanzas de que se restablecería. Lo visité varias veces. En algunas ocasiones estaba con molestias. Se movía inquieto y hablaba con dificultad. En otras, parecía totalmente restablecido. Su hijita Paula lo animaba: “échale ganas, ¿acaso no quieres saber quién va a ser el próximo presidente de México!”.
Por supuesto que le interesaba. De hecho, más que hablar de su enfermedad, que yo veía vencida, hablábamos de política; de los desbarajustes actuales en Chiapas, de los candidatos a gobernador, posibles diputados y senadores. Ésa era nuestra comidilla.
En marzo, coincidimos con un superviviente del cáncer y un referente en el periodismo nuestro, Rodolfo García del Pino. Pp rápidamente tuiteó nuestra visita, que a decir de él, había durado horas y en donde habíamos contado anécdotas de todo tipo. En realidad, los únicos que contaron sus peripecias fueron Pp y García del Pino, en especial el deambular en hospitales que para ambos se había vuelto rutinario y lo vivían con estoicismo y disciplina.
García del Pino recordó los diferentes tratamientos médicos que había recibido para su cáncer, desde las terribles radioterapias que duraban exactamente un Padrenuestro, “porque con eso me amparaba”, confesó el periodista, hasta los tratamientos más modernos basados en sustancias químicas. Pp, en ese proceso doloroso, dijo que no había buscado refugio en lo divino. No sé si lo hizo, pero al final Paulita le tomaba las manos para orar y su hermana Mayra le leía la Biblia.
En Semana Santa lo visité acompañado de Laura, mi esposa. Nos abrió la puerta su pareja, María del Consuelo, una mujer abnegada, quien solicitó permiso en su trabajo para dedicarse enteramente a Pp. Lo hizo con devoción y amor.
Pp estaba durmiendo pero Paulita lo despertó. “Vino tu amigo”, le dijo.
Ese día lo vi muy bien. Alegre. Prácticamente repuesto. Creí que ya le quedarían pocas quimioterapias y que de nueva cuenta lo vería caminar presuroso rumbo a su Cabañita o a cualquier reunión social.
A la semana siguiente se marchó a la ciudad de México con María del Consuelo. A su regreso, no pude verlo porque tuve que participar en un congreso de investigación en Guanajuato. De todos modos no me preocupaba. Pensé que después de dos semanas lo vería mejor. Me equivoqué.
El 29 de abril por la noche me llamó, con la voz entrecortada, Isaín Mandujano. Me dijo que el comandante estaba mal, que no se había aguantado y que había llorado delante de él. Me inquietó.
Al día siguiente, estuve por la mañana en el sanatorio. No pude verlo. Los médicos habían prohibido que se le visitara. Por la tarde, sin embargo, María del Consuelo me permitió estar con él.
En medio de aquel dolor, hablamos. Me dijo que de un momento a otro se marcharía, que yo reuniera a los cuates. Me atraganté, pero no lloré. Sabía que le molestaría. Varias veces me había pedido que lo recordáramos con alegría porque que no le gustaba estar consolando a amigos entristecidos.
Llamé a Abel Besares, Marco Besares, José Juan Balcázar, Carlos Morales, Alexis Sánchez y a David Sol. Les comenté lo que me había pedido Pp. Quedamos de vernos a las siete de la noche del día siguiente, que era primero de mayo.
Cuando iba rumbo a la reunión, en una cafetería ubicada a una cuadra del sanatorio, recibí el mensaje de María del Consuelo de que Pp acababa de fallecer. Apreté mis manos y entonces, como no lo había hecho nunca, lloré sin consuelo, no solo porque había muerto un gran periodista, sino porque ese periodista era mi hermano, un hombre leal y de convicciones firmes como los hay pocos en el mundo.
Felicidades y éxito Sarelly!!
Como no extrañar esa manera de decir las cosas, franca y directa, de Pp.
Como no extrañar a ese amigo que estaba para festejar y para apoyar.
Siento mucho lo que sufriste. Y como te gusta más la risa que el llanto hoy celebro tu vida y las enseñanzas que a muchos nos distes. Te guardo en el corazón, camarada.
Muy bien por tí Sarelly Martínez a los verdaderos amigos se les recuerda siempre y como no recordar a nuestro camarada Pepé Arevalo fue y sera siendo Inolvidable se que desde el cielo el sigue con ese humor que siempre lo caracterizó mis oraciones para él.
Gracias estimado Sarelly por contarnos en este texto los últimos días del amigo. Pepe era, sin duda, un gran amigo, excelente analista y un inquebrantable periodista. Quienes lo conocimos sabemos de esas virtudes.
Pero como no todo debe ser tristeza vaya mi felicitación por Chiapas Paralelo del cual, estoy seguro, Pepe ya hubiera comenzado a escribir.
Un fraternal abrazo
José Luis
José Luis: qué gusto que nos escribas y nos animes con este proyecto. Gracias por tu comentario de nuestro querido Pp, por darte tiempo y por tu generosidad.
Un excelente periodista, en lo personal nunca lo conocí, pero lo leía siempre, su jocoso estilo de escribir su columneja me gustaba mucho. Fue de los pocos soldados de la pluma que siguen en Chiapas en Peligro de Extinción. Cada que tecleo mi columnita, pienso en su estilo, fue mi maestro, nunca lo supo, fue único. Dios lo guarde en su gloria. Saludos a Chiapas Paralelo, excelente propuesta periodistica. Un abrazo
Lástima que no conviviste con Pp. Era un regusto escucharlo, y como amigo, era leal, firme y alegre.
Siempre daba gusto leerlo… Descanse en paz kemosaby.
Sí, al Kemosaby; al personaje de historieta, pero a ese luchón y duro como lo fue Pp, guerrillero de verdad.
un gran ser, caminante que dejo huellas imborrables, gracias por seguir sus pasos. . . felicidades en este proyecto
De eso se trata: de recordar al gran Pp, al gran amigo, al gran periodista. Gracias Víctor.
Sin duda un gran periodista, pero mejor ser humano.
Sí, fue un ser humano pleno, inquebrantable, de una sola pieza.
Primero, felicidades por este nuevo proyecto que tanta falta hacia. Segundo, gracias Sarelly por contar esta historia desconocida por muchos, y tercero, siempre se le extrañará y recordará al Gran JOSÉ LÓPEZ ARÉVALO…
Así es: grande. Y a ti por dedicarte a él por completo.
Fue una partida dolorosa para todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo.
Así es amigo. Su partida aún duele.