En Chiapas el EZLN construyó un Estado paralelo
Sistemas de educación, salud y desarrollo autónomos, sistemas de justicia autónoma y gobiernos autónomos, caminan en Chiapas como un Estado paralelo. Los zapatistas decidieron hacer a un lado a un Estado que no les sirve.
El proceso que instrumento el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) opera desde hace más de una década, sin embargo la difusión que inició el grupo insurgente sobre los detalles de esta realidad, logra poner un nuevo componente a su favor.
Más allá de juzgar o “prejuiciar” el componente ideológico que hay en esta apuesta del EZLN, el hecho es que de 2003 –cuando se formalizaron los sistemas de gobierno zapatista- a la fecha, lo que parecía una utopía se convirtió en realidad que muchos políticos y gobernantes quisieran no ver.
Los mecanismos que implementó el EZLN cumplen con las características contenidas en la definición de “Estado”, de especialistas como Herman Heller y Max Weber. Ellos lo definen como la forma política suprema de un pueblo organizado, donde confluyen tres elementos: la autoridad, la población y el territorio.
La evolución que han tenido en su forma de organización –tras la negativa del Congreso de la Unión a darle carácter a los derechos y cultura indígena plasmados en lo que se conoció como Ley Cocopa- fue de la constitución de municipios autónomos zapatistas, a la consolidación de gobierno regionales llamadas Juntas de Buen Gobierno (JBG); tenemos ahí a la autoridad.
En la región que rodea Oventik -sede de la JBG de los municipios que los zapatistas llamaron San Andrés Sacamch’en de los Pobres- se congregan los poblados San Juan de la Libertad, San Pedro Polhó, Santa Catarina, Magdalena de la Paz, 16 de febrero y San Juan Apóstol Cancuc. Aquí es visible la organización poblacional y territorio de los zapatistas.
Otras poblaciones y otros territorios se encuentran perfectamente definidos en las JBG La Realidad, Morelia, La Garrucha y Roberto Barrios. En todas esas regiones hay comunidades mixtas, donde coinciden zapatistas y no zapatistas, y otras donde la totalidad de la población es integrante del EZLN.
En estas regiones los zapatistas han instalado cooperativas que producen desde artesanías, botas, tortillerías, café, bloqueras, proyectos ganaderos y otras. También se encuentra, clinicas y hospitales construidos y atendidos por los integrantes del grupo insurgente, que igual atiende a zapatistas que no zapatistas. Ahí acuden médicos que realizan cirugías, por ejemplo en el hospital de Roberto Barrios, desde su inauguración se han realizado a la fecha unas 130 operaciones.
Dentro de su estructura de educación autónoma, en Oventik sobresale una escuela secundaria y otra de educación básica. Hay otras más en cada una de las JBG, lugares donde se reúnen las autoridades comunitarias o regionales del grupo insurgente, quienes llegan a acuerdo y vigilan su cumplimiento, dirimen desde conflictos, y dictan sanciones.
A lo largo de la semana reciente, unas 3 mil personas pudieron ver en forma directa el funcionamiento de los gobiernos zapatistas locales, municipales y de zona, que operan a lo largo de todo el territorio indígena de Chiapas.
Escucharon de forma directa los detalles de la organización y operatividad. Visitaron las bodegas de café, las tiendas, los proyectos ganaderos, las clínicas, un sistema bancario -“que no es capitalista sino presta dinero para que se desarrollen proyecto productivos”-, y los medios de comunicación zapatistas (radios, revistas y sistemas de producción de contenidos multimedia).
También conocieron sobre la forma en que los zapatistas aplican la equidad y la justicia. Cómo se sanciona a un homicida –por ejemplo haciendo que asuma el compromiso de mantener a su familia y la familia la de la persona que mató-; y cómo eligen a sus autoridades. En fin, cómo opera este Estado dentro del estado de Chiapas.
En estas reuniones, y en otras que se transmitieron vía streaming, miles de personas de México y otros países escucharon también la autocrítica de los zapatista, donde comentaron los tropiezos y las limitaciones que tienen en este proceso.
Si la justicia que aplican los zapatistas es “justa”, si su democracia es “democrática”, si sistema de educación es funcional o no, depende de la mirada con la que se observe.
Lo concreto, lo innegable, es que en la última década los zapatistas lograron instaurar en Chiapas un Estado paralelo. Autonomías le llaman ellos.
Estrategas como son, la decisión de los zapatistas para hacer público y socializar estos procesos tiene una razón de fondo y una acción por delante. En los discursos, argumentos y explicaciones que dieron, los insurgentes dejaron claro dos cosas: ellos avanzan ante un gobierno estatal al que ignoran, y el federal al que retan.
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