Sabines, la impunidad

La administración de Juan Sabines Guerrero pasará la historia como el sexenio con la mayor corrupción documentada en  Chiapas. Con amigos, compadres y familiares, protagonizó una telenovela de complicidades cuyo último capítulo, trágico para nuestra entidad, aún no termina.

Juan José Sabines Guerrero llegó de la nada a finales de los noventas. Traía solo un nombre y venía en busca de la herencia dejada por su padre.

Reapareció y empezó su carrera política arropado por José Antonio Aguilar Bodegas y Pablo Salazar Mendiguchía, a quienes en su gobierno despótico perseguiría judicialmente. Empezó así una meteórica carrera política iniciada como líder de la Fundación Colosio del PRI, continuada como diputado local del PRI y alcalde, y coronada como gobernador del estado de Chiapas en el 2006.

Lo que a muchos ha llevado largos años, a Sabines no le costó más que siete años, gobernar la entidad más pobre del país. Llegó con la consigna que marcó a su padre a principios de los ochentas: “La corrupción somos todos”. Dilapidó y endeudó al estado. Vino, vio y saqueó.

Sabines no tuvo empacho, pasó de gastar 34 millones 200 mil pesos en el 2007 a 427 millones 400 mil pesos en el 2012 en medios y periodistas. Su perversa relación con Ricardo Salinas Pliego y el Grupo Azteca dejó millonarias ganancias para el magnate del Ajusco.

Los medios y periodistas que antes elogiaron su mandato y sostuvieron ese maridaje, ahora reniegan sus vínculos siguiendo la consigna: “Muera el Rey, Viva el Rey”. Con una deuda, unos 22 mil millones de pesos oficialmente, la más alta registrada en la historia de Chiapas, desde antes de su partida, a  Sabines le empezaron a reventar los actos de corrupción que prevalecieron en su gestión.

Lo peor está en la obra pública, escuelas, hospitales, carreteras, plantas tratadoras de aguas residuales espanolfarmacia24 mal construidas o en el peor de los casos nunca hechas pero pagadas. Pero también lo hay en la Secretaría de Salud.

La farsa del biocombustible, las ciudades rurales, la Torre Chiapas y muchas otras acciones que han quedado para el legado de la vergüenza en Chiapas.

Lo que es peor, Sabines no se conformó, dejó un legado de políticos incrustados en el gabinete de su sucesor Manuel Velasco  Coello y sobre todo amistades y lealtades tanto en el Congreso del Estado o entre los legisladores federales.

Hasta un partido político creó en el que se refugiaron sus amigos y excolaboradores,  mismo que durante muchos meses fue dirigido por chat o teléfono, por la esposa del exmandatario.

Y a pesar de todos las pruebas documentales de la corrupción, no se ve la mínima señal o indicio que su sucesor Manuel Velasco Coello vaya a proceder judicialmente. Al contrario, su red sigue funcionando y cobrando facturas en su nombre.

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