Retomó su sueño de estudiar tras sufrir violencia de género; hoy concientiza e inspira a otras mujeres al sur de México.
Esta historia se publicó originalmente en Global Press Journal
Por: Marissa Revilla, Global Press Journal México
Beatriz Adriana Pérez Encino sobrevivió a un intento de feminicidio en 2017. Hoy, a seis años de los hechos, se prepara para recibirse de abogada gracias a un programa gubernamental que le permitió cursar sus estudios universitarios.
Pérez Encino, quien se graduará en diciembre de 2024, forma parte de la primera generación de estudiantes apoyadas por el Centro de Justicia para las Mujeres (CEJUM), una instancia pública creada en 2011 que atiende integral y gratuitamente a personas que han vivido la violencia de género, así como a sus hijas e hijos, y por la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) para continuar su educación superior. Este programa a distancia, en el que participan 111 alumnas, promueve un mayor acceso a oportunidades y autonomía para ellas, en un país donde 7 de cada 10 mujeres han experimentado al menos una situación de violencia a lo largo de su vida, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Rocío García Cadenas, directora del CEJUM, asegura que estos centros trabajan para “evitar que la violencia [de género] escale a un feminicidio y a su vez, dotar a las mujeres de herramientas para el fortalecimiento de su autonomía”. Con esa intención, el programa busca visibilizar y reducir las desigualdades que vulneran a las mujeres. De hecho, la institución que representa también acompaña a casi 8,000 mujeres a quienes se les ofrece la posibilidad de continuar con sus estudios de nivel primaria, secundaria y preparatoria.
En el caso de Pérez Encino, de 35 años, la oportunidad de estudiar derecho representó retomar un sueño que durante mucho tiempo creyó frustrado. Desde niña, deseaba ser maestra; sin embargo, la difícil situación económica de su familia y el prejuicio de que las mujeres no deben estudiar porque deben “atender a sus maridos”, se lo impidieron, dice.
Originaria de la comunidad Emiliano Zapata en el municipio de Huitiupán, en el estado de Chiapas, y hablante de chol, del grupo étnico maya, Pérez Encino llegó a Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado, en 2006, para buscar oportunidades laborales y seguir con sus estudios.
A los 21 años, en 2009, conoció al padre de su hijo, quien fue su pareja durante ocho años. Él la obligó a dejar sus estudios y, a partir de 2010, cuando se embarazó, le prohibió salir de casa para trabajar.
“Con mucho sufrimiento culminé la meta de terminar la prepa. Me costó demasiado y [él] me decía: ‘Ya no vas a salir’. Me quedé, ya no seguí estudiando porque ya me fue metiendo a su mundo machista”, dice Pérez Encino.
Hasta 2021, el 70.1% de las mujeres mayores de 15 años en México habían experimentado al menos una situación de violencia a lo largo de su vida, estima el INEGI, el organismo encargado de las estadísticas en el país. La violencia psicológica es la que tiene mayor prevalencia (51.6%) a nivel nacional, seguida por la violencia sexual (49.7%), la violencia física (34.7%) y la violencia económica, patrimonial y discriminación (27.4%).
Hace seis años, luego de sufrir un intento de feminicidio por parte de su entonces pareja, Pérez Encino y su hijo acudieron al CEJUM de Tuxtla Gutiérrez. Ahí, recibió acompañamiento jurídico, atención médica y psicológica; además, en 2020, le dieron la oportunidad de sumarse al programa de formación académica.
Estudiar la licenciatura en derecho ha generado un cambio positivo en Pérez Encino, quien asegura: “Me siento con más plenitud, me siento con más capacidad porque sé que las mujeres nacimos con capacidades; todas las tenemos y más cuando te preparas”.
“La herramienta básica de tener en mis manos un ‘librito’ que habla sobre el derecho de las mujeres y las oportunidades iguales a las de los hombres me hace sentir empoderada, porque sé cuáles son mis derechos”, dice.
Pérez Encino será la primera persona de su familia en obtener un título universitario y desde ahora trabaja para que más mujeres conozcan sus derechos, por medio de la organización de reuniones en su comunidad.
“Mi hermana ha sido la inspiración de muchas mujeres en la comunidad”, asegura Verónica Pérez Encino, de 29 años, quien decidió retomar sus estudios gracias a su ejemplo. “Ha acompañado a muchas mujeres en sus procesos. Yo la admiro mucho por lo que ha hecho con todo lo que le ha pasado”.
Para Pérez Encino, ayudar a que más mujeres sepan que pueden acercarse al CEJUM se ha vuelto un compromiso personal que continuará tras graduarse. “Quiero seguir haciendo esto”, dice.
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